En el jardín no había nadie y al parecer
 no se percataron de su presencia una vez que hubo cruzado el muro. 
Avanzó con cautela, abrió la puerta principal, vio que había una pareja 
de ancianos en el dormitorio principal y subió a ver si había alguien en
 el segundo piso.
Tras constatar que no había nadie 
arriba, Yoo bajó y entró en el dormitorio de los ancianos. Lo miraron 
presas del temor. No sabían si todo iba a reducirse a un asalto, pero 
Yoo velozmente eliminó las dudas al apuñalar en la garganta al indefenso
 Sr. Lee de 72 años. Lee había tenido el honor de ser profesor honorario
 en la Sookmyung University, y ahora tenía el infausto honor de ser la 
primera víctima de quien habría de convertirse en el mayor asesino 
serial en la historia de Corea del Sur. La anciana (68 años) esposa de 
Lee lanzó un grito de horror al ver lo sucedido, pero Yoo intentó 
calmarla diciéndole que todo estaba bien, aparentando que no tenía 
intención de matarla y levantando el cuerpo sangrante de su marido. Ya 
menos nerviosa, la esposa de Lee experimentó su último y doloroso 
instante de vida cuando súbitamente el martillo de Yoo le destrozó el 
cráneo con un golpe contundente.
Yoo miró la trágica escena para 
asegurarse de que sus víctimas estaban muertas, cerró con llave la 
puerta del cuarto, tomó una toalla, limpió la sangre de sus pantalones y
 salió al jardín, donde recordó que había dejado el cuchillo en la 
habitación de los ancianos. Entonces volvió, tumbó la puerta de una 
patada, tomó su cuchillo, esparció la ropa del armario para confundir a 
la Policía y salió nerviosamente, sabiendo que en la puerta había dejado
 una huella que solo pudo eliminar parcialmente. No dinero ni joyas: su 
recompensa era la venganza.
No pasó mucho tiempo antes de que el instinto asesino volviera a él un 9 de
 octubre de ese mismo 2003. Esta vez tomó el metro hasta Bulgwang y 
luego un taxi hasta Gugi Tunnel. Allí el procedimiento fue el mismo de 
la vez anterior: buscar una iglesia, encontrar una casa de ricos 
aparentemente segura cerca de la iglesia, trepar el muro de la casa sin 
ser visto, atravesar cuidadosamente el jardín y matar a quien toque 
matar una vez dentro
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