jueves, 7 de abril de 2016

Asesinos en Serie (Yoo Young-Chul [VII])

Mientras avanzaba cautelosamente por el jardín, Yoo escuchó el llanto de un bebé e interpretó que al menos debía haber dos personas en la casa. Se aproximó, abrió la puerta principal y no vio a nadie, subió al segundo piso y tampoco vio a nadie. De pronto, mientras bajaba las escaleras Yoo escuchó la voz de la ama de llaves, la Sra. Bae de 53 años. Con tono de inquietud y disgusto, la Sra. Bae le preguntó quién era y Yoo, en vez de responder, la amenazó con su cuchillo y le obligó a encaminarse al dormitorio principal. Dentro del dormitorio y acostado en su cama estaba el dueño de la casa, el Sr. Kim de 87 años. La Sra. Bae, con el bebé en brazos, miró aterrada como Yoo destrozaba el cráneo del Sr. Kim. Tras matar al anciano, Yoo le arrebató el bebé a la ama de llaves, puso al bebé en un sofá de la habitación, lo cubrió con una sábana y luego la asesinó a martillazos. Al bebé no le hizo daño alguno pues, si bien en su afán de justicia vengadora había cometido crímenes aborrecibles y crueles contra ancianos indefensos, la crueldad de Yoo nunca elegía presas no vinculadas a su rencor.
Después de salir de la habitación, Yoo hurgó un rato en la casa y encontró una caja fuerte que le resultó tentadora, por lo que usó un palo de golf y unas tijeras para abrirla, cortándose en el intento y derramando su sangre de forma tal que aquello le despertó el temor a ser atrapado por su ADN. Nervioso y olvidándose del bebé que había dejado en el sofá, Yoo tomó una abrigo negro, se lo puso, le prendió fuego a la habitación para que no lo pudiesen capturar rastreando su ADN y luego salió. Ya afuera y a la distancia, Yoo observó la casa por aproximadamente media hora, intentando y no pudiendo ver las llamas del incendio en el que el bebé se calcinó. Se habría quedado un poco más, pero una mujer que parecía ser de la familia entró y Yoo escapó nerviosamente de la escena del crimen, olvidando que había dejado algunas huellas y que una cámara de seguridad lo había filmado por detrás (por suerte para él).
 Tras el episodio en casa del Sr. Kim, Yoo decidió descansar de su sangrienta campaña y se forjó un ID (documento de identificación) falso de policía. Con ese ID, Yoo recorrió las diversas zonas rojas (zonas con clubs nocturnos, discotecas y otros tipos de antros) de Seúl buscando proxenetas y prostitutas a quienes extorsionar, cosa que le era posible ya que en Corea del Sur la prostitución es ilegal, aunque muy abundante…
Logró así conseguir el equivalente a unos 4.000 dólares, los cuales depositó en una cuenta y ya con eso pudo alquilar tranquilamente un apartamento que le costaba 450 dólares al mes. Allí, y esto se sabe porque el apartamento fue revisado mucho después tras su captura, Yoo tenía una computadora en la que veía frecuentemente pornografía y dvds de películas que compraba, tales como Public Enemy, Very Bad Things y Normal Life. También, cerca de su cama Yoo tenía una especie de mini biblioteca en la que estaban: un álbum con recortes periodísticos sobre juguetes que tenía pensado comprarle a su hijo; anuncios de pistolas; listas de cantantes pop con sus canciones; notas sobre coches, computadoras y equipos musicales; un álbum de arte lleno de retratos y desnudos femeninos que mostraban su talento para el manga; y un cuaderno de su hijo lleno de dibujos hechos con lápices de colores. Por otra parte se veían abundantes tarjetas de sexo a domicilio. Estaban por casi todas partes: en cajones, en el suelo, en estantes, etc. La mayoría de la gente desechaba esas tarjetas (en las que se veía una foto erótica de la chica y un número para llamar) pero Yoo las coleccionaba porque era un asiduo consumidor del sexo pagado.


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