jueves, 1 de octubre de 2015

Leyendas en Catalunya (Fray Garí [III])

Joan Gari, salió de Roma tal como le había indicado el Papa y tardó tres años en llegar nuevamente a Montserrat, donde vivió sin decir palabra.
 Con el tiempo fue viendo como su cuerpo se le cubría de pelo, las uñas le crecían y las vestiduras iban rompiéndose hasta desaparecer por completo. Realmente parecía una bestia misteriosa.

Un buen día, el conde Wilfredo, cuando ya había olvidado la existencia de su hija Riquilda, decidió ir de cacería por aquellas tierras acompañado de otros nobles. De pronto, muy cerca del lugar donde él estaba, sonó el cuerno de caza. Acudió el Conde presuroso, y vio a sus monteros que estaban acorralando a un extraño animal desconocido. Percibiendo que no era fiero, le echaron una soga al cuello y lo arrastraron hasta Barcelona. Allí le dejaron abandonado en las caballerizas del palacio, porque otro acontecimiento más importante distrajo la atención del Conde: la Condesa había dado a luz un niño.

El bautizo se celebró con gran pompa y, al cantar un trovador las gestas del conde, recordaron al monstruo que habían capturado en Montserrat.

Pidió el conde que lo quería ver de nuevo y así se hizo. Todos lo contemplaban con admiración. Algunos le encontraban cierta semejanza con un hombre; otros decían que su manera de andar recordaba a un oso. El monstruo aceptada las caricias humildemente y besaba los pies de los invitados. Entretanto, despertó el bebé y, abriendo sus ojos, contempló largamente al monstruo, y ante la sorpresa general habló el recién nacido, para decir:

- "Levántate, fray Garí, que Dios ya te ha perdonado".

Levantóse entonces Joan Gari, dejando consternados a todos los presentes. El conde le pidió cuentas del paradero de su hija Riquilda; Garí le contestó que la había matado y le pidió castigo para su horrendo crimen. El conde, magnánimo, perdonó a quien Dios había ya perdonado y solicitó que le dijera dónde estaba el cuerpo de su hija para enterrarlo dignamente en Barcelona.

El cortejo, guiado por el anacoreta, llegó hasta el punto donde la había enterrado pero, para alegría de todos, la encontraron viva. La princesa quiso quedarse para siempre en Montserrat y el Conde agradecido del milagro obrado, ordenó que se construyera un monasterio de monjas, el actual de Santa Cecilia de Montserrat, del que Riquilda fue la primera abadesa.

fuente:  http://milcamins.blogspot.com.es

 

Leyendas en Catalunya (Fray Garí [II])

Mientras tanto el diablo le iba tentando, pero ni así el hombre bondadoso y carismático caía en pecado. Entonces, Satán, empezó a tramar un plan maquiavélico.
El maligno endemonió ni más ni menos que a la bella Riquilda, hija del Comte (conde) Guifré el Pilós. Éste, muy apesadumbrado, hizo asistir a la chica por diferentes médicos y exorcistas, pero ninguno de ellos pudo sanarla.

Por boca de Riquilda, el demonio pedía que la exorcizara Joan Garí y el conde Guifré decidió llevarla a Montserrat. A base de rezos la doncella fue curada, pero el conde temía que de regreso a Barcelona volviera a quedar poseída y suplicó al fraile que se la quedara unos cuantos días en su cueva. Garí dudó un buen rato y al final aceptó la súplica del conde.
Pero la tentación empezó a invadir sus pensamientos y fue a buscar ayuda al falso ermitaño; Lucifer, en vez de tranquilizarle, le instaba a seguir sus deseos diciéndole que éstos le venían por obra de Dios.
Vencido por la tentación, Joan Gari violó a la doncella. Horrorizado de su acto, volvió a pedir consejo al anciano y éste le propuso, mientras le daba un cuchillo, que debía matarla para que no lo explicara a su padre.
Muerta Riquilda, Joanj Garí la enterró cerca de su cueva. Al momento, el falso ermitaño mostró su auténtico aspecto y el fraile, viendo que el diablo lo había engañado, marchó ese mismo día a Roma para pedir la clemencia del Papa.
 Éste, después de escuchar su relato le dijo:

- "Tu pecado es tan grande que no sé si tiene perdón. Como una bestia has pecado y como una bestia harás penitencia. Vuelve a Montserrat, pero irás siempre con las manos en el suelo. No te lavarás nunca y el agua que toques sólo será para beber. No digas jamás palabra alguna, porque las bestias tampoco hablan. Come raíces y hierbas, que encuentres en la montaña. No te pongas ni un hilo de ropa, recibe los rayos del sol y la humedad de la noche. Esquiva todo contacto con la gente. Y no mires jamás al cielo, porque no eres digno".

Leyendas en Catalunya (Fray Garí [I])

Cuentan las leyendas que, en el año 859, y siendo conde de Barcelona Wilfredi el Velloso (840-897), había en la montaña de Montserrat un anacoreta llamado Joan Garí, un antiguo caballero que había decidido dejar las armas para dedicarse a Dios.
Hombre de gran virtud y piedad vivía comiendo frutos del bosque y bebiendo el agua clara que tenía junto a su cueva, la Cova de Fra Garí, que todavía se conserva y puede ser visitada.
Joan Gari se ganó la fama de santo por su vida contemplativa, pero el demonio se propuso arruinarle su santidad utilizando todas las tentaciones que fueran necesarias.

Es por ello que, Lucifer disfrazado de viejo ermitaño con aspecto venerable, se hizo el encontradizo con Joan Gari y este lo llevó a su cueva, donde no faltaba más que la cruz. Al notarlo Lucifer le comento, al viejo anacoreta el porque de la ausencia de imágenes o las cruces, Joan Gari le comento que costaban mucho dinero, que él no lo tenía, y que la grandeza de Dios era tanta que a él le parecían poca cosa las imágenes para adorarle.

Así, en ese tono, continuó hablando el viejo ermitaño, conquistando por completo el corazón puro y bondadoso de Joan Gari, que le escuchaba embelesado. Poco a poco, el demonio fue ganándose su confianza y desde aquel día, todas las tardes subía el joven a consultar al viejo acerca de sus dudas, sus vacilaciones, de lo que sentía y pensaba.

Misterios en la Peninsula Iberica (Los Fantasmas del Museo Reina Sofia [II])

Cuanto el edificio fue remodelado para convertirlo en el museo actual se encontraron los cuerpos momificados de tres monjas bajo la capilla del hospital, por lo visto fueron asesinadas durante la Guerra Civil  y que ahora descansan bajo las losas de la entrada principal.

La Leyenda

Pero es a raíz de 1992 con la llegada del "Guernica" a las instalaciones del Museo cuando realmente se multiplican los fenómenos paranormales. Voces en determinadas estancias, puertas que se abrían y se cerraban solas sin ninguna explicación, alarmas que se disparaban… testimonios del personal de seguridad del inmueble que aseguraban que allí había un fantasma al que le habían puesto por nombre Ataúlfo.
Todo esto motivó que la directora de la pinacoteca solicitase ayuda a un grupo de investigación de fenómenos paranormales. En el año 1995 técnicos en parapsicología entraron en el inmueble acompañados de una médium la cual afirmó que el fantasma realmente existía y que era el espíritu de un sacerdote que había sido torturado y ejecutado durante la Guerra Civil. Otros estudiosos del tema dicen que el "Guernica" está maldito y que el fantasma es Picasso que no está de acuerdo en que su obra esté en un hospital convertido en Museo.
Durante las mismas, unos funcionarios aseguraron haber visto una procesión de monjas del siglo pasado en el interior de la pinacoteca y varios vigilantes solicitaron el traslado porque "vieron cosas raras y oyeron voces del más allá". La Consejería de Medio Ambiente ha resuelto finalmente que "carece de competencias sobre fenómenos paranormales".

Misterios en la Peninsula Iberica (Los Fantasmas del Museo Reina Sofia [I])

El Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS) es el museo nacional español de arte del s.XX y actual, con sede en Madrid. Su nombre es abreviado coloquialmente a Museo Reina Sofía. Este museo está situado en la zona de Atocha, cerca de las estaciones homónimas de tren y metro.
La historia de este edificio comienza en 1587, cuando Felipe II, decide construir un gran hospital para hombres, inicialmente estuvo ubicado en la Carrera de San Jerónimo junto al convento de los Capuchinos del Prado en lo que entonces eran las afueras de Madrid para evitar los contagios que entonces existían. En 1603, se traslada un poco más abajo, al sur de la calle Atocha, concretamente al edificio destinado a albergue de pobres y mendigos, con el paso de los años, se unieron los edificios del Hospital de Santa Catalina y del Hospital de la Pasión (hasta entonces sólo para mujeres).
En 1756 durante el reinado del rey Fernando VI, se construye el edificio que hoy conocemos como tal. El Rey encargó el proyecto de Gran Hospital, al arquitecto José de Hermosilla, quien comenzó la construcción ajustándose a los criterios arquitectónicos de la época; "la Ilustración". Sin embargo, su obra no llegó a verla terminada y el rey Carlos III le encargó la finalización a su arquitecto de cabecera: Sabatini, que reorganizó el diseño y logró un edificio funcional y práctico, organizado en enormes galerías de techos altos y muy bien iluminadas y ventiladas. Según cuenta Mesonero Romanos, en este hospital eran atendidas más de 18.000 personas al año, lo que suponía un gasto de más de 3.000.000 millones de reales de presupuesto
En los sótanos de este edificio estuvo hasta 1831 el Real Colegio de Cirugía de San Carlos.
Durante la Guerra Civil este hospital, llevado desde sus inicios siempre por órdenes religiosas, acogió a todos los soldados heridos de la Guerra, posteriormente, este edificio también funcionó como manicomio donde mucha gente estuvo durante años allí recluida, incluso los más peligrosos estuvieron esposados a los paredes con grilletes, pasados los años pasó a figurar como al servicio de la facultad de medicina, donde como dije antes, ejercía también como Anatómico Forense.

Desde siempre han circulado, cientos de historias acerca de muertes en extrañas circunstancias y de "espiritus" que eran vistos por los enfermos y acompañantes, hasta que en 1965, el hospital cierra sus puertas. Se habló por aquel entonces de demolerlo, abandonado por completo hasta que en 1977, la Academia de Bellas Artes de San Fernando, consigue que un Decreto Ley, lo declare Edificio protegido y monumento histórico.
En 1980, comienza su restauración, y en 1986 ya es sede no permanente de diversas exposiciones itinerantes. Es en de 1988, cuando otro Real Decreto lo declara como Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía y las distintas exposiciones tiene ahí su sede permanente.