lunes, 18 de enero de 2016

Leyendas en Catalunya (Moreu Cisteller)

Moreu Cisteller, nacio en El Prat, principios del siglo XVI - falleció en Barcelona, julio de 1543) fue un bandolero catalán que en realidad se llamaba Bartolomé Domingo.
Fue el jefe de la cuadrilla que luchó a favor de los Subidas en la guerra que estos mantuvieron contra los Sentmenat. su área de actuación fue principalmente el Camp de Tarragona y Vilafranca del Penedès. Precisamente en esta localidad fue capturado conjuntamente con dieciséis de sus hombres. Fue trasladado a Barcelona donde fue ejecutado. Rivalizó con el otro bandolero coetáneo Antonio Roca.

Asesinos en Serie ("Las Poquianchis" [IV])

A lo largo del proceso judicial, la Prensa y la agitada opinión pública, en un escenario donde se esgrimían acusaciones de violación, extorsión, soborno, tortura, violación y asesinato, dieron lugar a mitos que aún se mantienen en torno a las Poquianchis, tales como los supuestos ritos satánicos que hacían y las relaciones zoofílicas impuestas como castigos, que ya se mencionaron antes pero en realidad nunca se probaron. En todo caso, finalmente el veredicto, muy injusto para María Luisa, fue de 40 años de prisión para las tres hermanas…
Con el paso del tiempo, la fama de las hermanas habría de aumentar exponencialmente, debido a sucesos como: la publicación, en 1976, de una película basada en el caso, dirigida por el cineasta Felipe Cazals; la aparición, en 1977, de la serie de libros "Las muertas", del escritor Jorge Ibargüengoitia; o, ya en 1992, la publicación de "Las Poquianchis ¡Por Dios que así fue!", una obra de periodismo investigativo hecha por Elisa Robledo y el abogado Samuel Cruz, posibilitada en gran parte por las extensas conversaciones que Elisa Robledo tuvo con María de Jesús González Valenzuela.
De todo lo mencionado en el párrafo anterior, fue de particular importancia el libro de "Las Poquianchis ¡Por Dios que así fue!"; ya que, gracias a éste, se expusieron irregularidades del proceso judicial, gracias a lo cual salieron libres muchos implicados que, o no merecían condena alguna, o no merecían condenas tan largas como las obtenidas. Uno de esos casos, salpicado por el irónico humor negro que a veces tiñe la realidad, fue el del "Capitán Águila Negra", quien tenía 76 años cuando, tras recibir la noticia de que sería liberado, se emocionó tanto que falleció de un paro cardíaco…
Finalmente y en lo que respecta a las muertes de Las Poquianchis, estas fueron así: Delfina murió el 17 de octubre de 1978, cuando unos albañiles arreglaban goteras en el techo de su celda y entonces, por una distracción suscitada a causa de los gritos que ésta emitía a modo de quejas, un recipiente lleno de cemento cayó en su cabeza, destrozándosela al instante;  María de Jesús, que se cobijó en la religiosidad tras su encierro, se pasó vendiendo comida en el penal hasta que obtuvo la libertad y se casó con un tal Antonio Hernández de 64 años, con quien vivió hasta morir de vieja a mediados de 1990; y, por último, María Luisa simplemente apareció muerta en su celda un 19 de noviembre de 1984, con el cuerpo siendo mordisqueado por las ratas.

fuente: http://www.asesinos-en-serie.com

Asesinos en Serie ("Las Poquianchis" [III])

Por otro lado, apenas pasado un día del asesinato y sin que Delfina alcanzara a esconderse como le había sugerido María de Jesús, agentes de la ley clausuraron el Guadalajara de Noche creyendo que Ramón Torres había muerto allí. Según se cuenta, la clausura fue efectuada de tal manera que más de 20 mujeres quedaron atrapadas sin agua y sin luz, aunque María de Jesús planificó un escape con vistas a un posterior alojamiento en una casa que su hermana Delfina conservaba en San Francisco del Rincón.
Ya en San Francisco del Rincón, las esclavas de "Las Poquianchis", forzadas en gran parte a obedecer por el temor a los secuaces masculinos de sus amas, permanecieron seis meses en deplorables condiciones, comiendo apenas como para sobrevivir.
Entre los terribles episodios suscitados en San Francisco, se cuenta que, al cuarto día, una de las trabajadoras sexuales, llamada Adela Mancillas, contó a María de Jesús que su hermana mantenía relaciones sexuales con un perro salchicha… Y el susodicho contacto terminó enfermando a la mujer y haciéndole tener diarrea, llegando a estar moribunda solo para ser asesinada a palazos por su propia hermana, Adela Mancillas…
Volviendo al punto de la escaza alimentación de las prostitutas, esto ocasionó que muchas se volvieran cadavéricas y poco atractivas para los clientes, por lo que fueron ejecutadas, en tanto que otras murieron naturalmente tras contraer enfermedades a causa de la debilidad inmunológica ocasionada por la desnutrición…
En este nefasto escenario de torturas y humillaciones, la figura más temida por las muchachas era Hermenegildo Zúñiga Maldonado alias "Capitán Águila Negra", quien había sido capitán del Ejército, cliente asiduo del negocio, y era en aquellos días el amante de Delfina y el gran verdugo y torturador. Él llevaba a las muchachas inútiles o rebeldes al rancho San Ángel, donde las dejaba morir de hambre y después incineraba sus cadáveres tras rociarles gasolina
El 6 de enero de 1964, "las Poquianchis" se sentían cercadas por la persecución policial y llevaron a sus esclavas al rancho San Ángel, donde apenas habían tres cuartos. Si alguna intentaba escapar, la muerte le sobrevendría de inmediato: esa fue la amenaza, pero el 12 de enero de ese mismo año, Catalina Ortega escapó, llegó hasta la procuraduría de León, y denuncio el cúmulo de atrocidades que cometían las hermanas González Valenzuela.
Tras recibir la denuncia, se envió un contingente encabezado por el comandante Miguel Ángel Mota, antiguo cliente del Guadalajara de Noche. Al llegar, detuvieron a Delfina y María de Jesús y las enviaron a la procuraduría, donde fueron interrogadas, mientras los agentes inspeccionaban la granja y encontraban los cadáveres de noventa mujeres, junto a muchos fetos calcinados…
 Posteriormente y tras sufrir el escarnio popular y ser víctimas de un intento fallido de linchamiento, las hermanas fueron trasladadas a la cárcel de Irapuato (en Guanajuato), donde estuvieron mientras se efectúo un proceso judicial inundado por las acusaciones de las esclavas sexuales que tuvieron trabajando como prostitutas. En cuanto a María Luisa, la menor de las hermanas, creyó que estaba a salvo porque un juez la había declarado inocente de los cargos que se imputaban a sus dos hermanas; aunque, cuando ésta acudió a Irapuato a brindar su apoyo moral en el juicio, se la acusó de ritos satánicos y brujería con cadáveres y finalmente también se la terminó condenando.


Asesinos en Serie ("Las Poquianchis" [II])

En el año 1935, la familia vivía en un estado de pobreza lamentable, las hermanas habían conseguido empleo en una fábrica textil, pero los miserables salarios que se pagaban apenas le servían para subsistir.
En 1938, Carmen conoce a un hombre llamado Jesús Vargas alías "El Gato", este hombre era un vividor y criminal de poca monta; con él Carmen entabla una relación, ese mismo año se va a vivir con él. Juntos abren una pequeña cantina en "El Salto". Jesús Vargas dilapidó todas las ganancias del establecimiento hasta llevarlo a la ruina, después de esto Carmen abandonó a Jesús Vargas y regresó a vivir con su familia.
Para ese momento los padres de las hermanas González habían muerto dejándoles una modesta herencia, con este capital Delfina González abrió su primer burdel ubicado en El Salto (Jalisco). La prostitución era ilegal en Jalisco, pero la vigilancia para combatir esa práctica era pobre. El prostíbulo estuvo activo por mucho tiempo, hasta que una riña suscitada en el lugar llamó la atención de las autoridades, que cerraron el establecimiento.
En 1954, Delfina muda el establecimiento a Lagos de Moreno (Jalisco), durante las festividades de la feria anual celebrada en el pueblo. Para establecer el negocio las mujeres contaron con el apoyo de varias autoridades corruptas. El propio alcalde concedió los permisos para que el negocio operara como bar a cambio de favores sexuales.
Las mujeres eran engañadas o compradas a tratantes, el sistema con el que operaba el burdel era semejante al peonaje empleado durante el "Porfiriato", las mujeres cautivas estaban obligadas a comprarle a las madrotas suministros, como ropa y comida, a precios arbitrarios, acumulando así inmensas deudas. Las mujeres entonces eran forzadas a prostituirse para poder pagarles
Según el relato de las hermanas González Valenzuela, las técnicas que usaban para instalar un prostíbulo consistían primeramente en hacer amistad con las autoridades para estar protegidas. En muchas ocasiones se hicieron amantes y proporcionaron dinero a funcionarios locales para asegurar que su negocio no fuera cerrado.
Ya instaladas en sus cabarets, "Las Poquianchis" contrataban personas que recorrieran la República para buscar adolescentes de entre 12 y 15 años de edad, para que por medio del engaño y la extorsión las condujeran a sus negocios, donde una vez que entraban eran mantenidas en cautiverio para prostituirlas. La Secretaría de Salud emitía tarjetas de control falsas, que "Las Poquianchis" utilizaban para presumir que sus muchachas estaban sanas. Estas tarjetas costaban mucho dinero, pero servían para que los clientes estuvieran tranquilos. Por supuesto, muchas de las prostitutas estaban enfermas.

El año 1963 apareció como el inicio de una oleada de infaustos acontecimientos, ya que en dicha fecha las autoridades de León prohibieron los negocios de sexo y, como para aquel entonces los aliados de Las Poquianchis ya no estaban en posiciones de poder, María de Jesús y Delfina tuvieron que cerrar el negocio abierto por la primera, volviendo a Lagos de Moreno en Jalisco, donde aún quedaba el viejo “Guadalajara de Noche”.
Sin embargo la desgracia también cayó sobre Delfina, pues su hijo y ayudante en el ejercicio de los sobornos y el control (ejercido con golpes, violaciones, vigilancia constante) de los clientes y de las esclavas-prostitutas, Ramón Torres alias“El Tepocate”, cayó muerto un día en que, tras descubrirse su lugar de contrabando de automóviles, la Policía se presentó y éste, hecho el valiente, sacó el fusil para matar, pero los agentes lo abatieron frente a su propia madre, quien después contrató militares corruptos para matar a los policías que mataron a su hijo. No obstante, otra versión dice que Ramón Torres murió en un tiroteo con un sargento policía en una cantina cercana al prostíbulo de su madre, que posteriormente ésta se enteró, y enfurecida fue con un fusil a esparcir plomo (balas) en el lugar, sin matar a nadie y creyendo en vano que el asesino de su hijo aún seguía allí. Sea cual haya sido el caso, la muerte de Ramón Torres hizo que las Poquianchis guardaran luto, y de hecho, su madre lo guardó hasta el día en que fue apresada…

Asesinos en Serie ("Las Poquianchis" [I])

Las "Poquianchis" es el sobrenombre y nombre mediático con el que se conoció a un grupo de asesinas seriales mexicanas activas entre 1945 y 1964, principalmente en la ciudad de San Francisco del Rincón (Guanajuato [México]). El grupo estaba conformado por las 4 hermanas de la familia González Valenzuela; Delfina González Valenzuela (nacida en 1912 en El Salto, Jalisco (México) - fallecida el 17 de octubre de 1968 en Irapuato (Guanajuato [México]) era la líder. Las otras tres mujeres que formaban el grupo criminal eran: María de Jesús González Valenzuela, María del Carmen González Valenzuela y María Luisa "Eva" González Valenzuela, fallecida en noviembre de 1984 en Irapuato (Guanajuato [México]).
Las cuatro mujeres eran dueñas de varios burdeles en Guanajuato y Jalisco, sus víctimas fueron en su mayoría sexoservidoras a su servicio aunque también asesinaron a clientes y bebés de las mujeres esclavizadas. Su número confirmado de víctimas son 91, pero se cree pudieron matar a más de 150 personas convirtiéndolas en las asesinas seriales más prolíficas registradas en la historia de México, aún más que cualquier asesino serial varón mexicano, y unas de las más prolíficas asesinas o asesinos en serie del mundo.
Las hermanas González nacieron bajo el apellido de "Torres Valenzuela", fueron hijas del matrimonio conformado por Isidro Torres y Bernardina Valenzuela, oriundos de El Salto (Jalisco). La familia González era una familia muy disfuncional, su padre, que trabajaba como policía para el gobierno porfirista, tenía el cargo de alguacil, se mantuvo en el puesto aún después de la Revolución mexicana, era un hombre violento, prepotente y autoritario que con frecuencia golpeaba a su esposa e hijos, 6 se cuenta que desde pequeñas obligaba a sus hijas a ver las ejecuciones de los presos. Por su parte su madre era una fanática religiosa.
Los maltratos en la casa González llegaron a tal punto que en cierta ocasión Carmen González, siendo una adolescente, se fugó de casa con su novio Luis Jasso , varios años mayor que ella. Su padre la buscó y tras encontrarla la golpeó y la encarceló de manera arbitraria en la prisión municipal (sin ninguna causa u orden de aprehensión), la mantuvo bajo arraigo por un número indeterminado de tiempo que se extendió por varios meses. Ese mismo día Isidro Torres se convierte en prófugo de la justicia al asesinar a un presunto delincuente, llamado Félix Ornelas, el finado era un hacendado sospechoso de varios delitos, murió durante el intento de arresto al recibir varios tiros por la espalda por parte de Isidro Torres. Este último huyo de la justicia dejando a su hija encarcelada por 14 meses. Carmen salió de prisión gracias a un hombre cincuentón dueño de una tienda de abarrotes con quien Carmen había entablado un relación amorosa; fruto de esta relación nacería un hijo.
La familia Torres Valenzuela, se vio forzada a cambiar su apellido por el de González para evitar posibles represalias y a huir del pueblo. Su padre se separó de su familia para vivir una vida de fugitivo.