martes, 13 de octubre de 2015

Leyendas en Catalunya (El Comte Vampir [III])

Al día siguiente tenía pensado visitar el pueblo vecino, le había parecido ver una vieja cabaña apartada y a buen seguro encontraría alguna hierba sospechosa con la que poder acusar a una nueva victima.
Pero cuando amaneció Estruch no se podía levantar, las fiebres le hacían temblar de pies a cabeza, y sudores fríos les recorrían todo el cuerpo. Sus sirvientes le atendieron como pudieron y entendieron , sin mucho ánimo, ya que todos le temían y ninguno se había librado de recibir algún latigazo de su terrible amo por cualquier motivo , y por los alrededores no quedaba ni un solo curandero.
Así que al poco tiempo, Estruch murió, para gran alivio de todo pueblo. Pero no todo fue bien, mientras se preparaba su sepultura se dejó el cuerpo del difunto de cuerpo presente en una de las salas del castillo y cuando fueron a enterrarlo, el cuerpo había desaparecido. Nadie pudo encontrar el cuerpo del Conde Estruch. A partir de entonces comenzaron a suceder echos extraños por toda la comarca.
Hay quien dijo que fue la maldición de la bruja antes de morir lo que lo había convertido en un no-muerto, en un vampiro, un ser demoníaco y condenado a salir solo de noche para alimentarse de la sangre de sus víctimas. Pero el caso es que comenzaron a encontrar ganado muerto y desangrado en las cercanías del castillo. Poco después comenzaron a desaparecer doncellas, algunas volvían a aparecer embarazadas, pero a la hora del parto, los niños nacían muertos y con malformaciones, otras no se las volvía a ver jamas.
Algunos sirvientes que quedaron al cuidado del castillo , aseguraron que habían visto a un Escruch mucho mas joven y guapo pasear en la oscuridad de la noche, por las salas del castillo. Guifredo Estruch, fiel seguidor de Alfonso II, se había convertido en el primer vampiro de Europa.
Esta leyenda surge tres siglos antes de que naciera la leyenda del legendario Conde Dracula (Vlad IV "El  Empalador") el vampiro por excelencia, nuestro catalán conde Estruch, del siglo XII ya forjaba terribles historias como vampiro, entre los habitantes de la zona. Durante las noches se contaban unos a otros con terror lo que habían visto o les habían contado pues se hizo frecuente reunirse en una casa varias familias por seguridad.
Se contaba como el vampiro Estruch se levantaba muy hambriento por las noches, salía de su tumba para cazar alguna víctima y beberse su sangre. Su imagen era la de un joven de impecable aspecto, que seducía a inocentes doncellas para luego violarlas salvajemente dejándolas embarazadas. Después de nueve meses nacían monstruos que morían al nacer, pues como todos sabían, los vampiros no podían tener hijos. La sombra del conde Estruch hundió a toda la región en la oscuridad que se vió sumergida en una una época tenebrosa llena de miedo y terror. Los vecinos andaban por las calles del pueblo cubiertos con ristras de ajos y toscos crucifijos de madera buscando protección.
El miedo dominaba toda la zona. Por suerte, alguien logró encontrar su tumba. Unos dicen que fue una anciana religiosa, otros que fue un ermitaño judío, pero lo cierto es que al levantar la tapa del ataúd encontraron el cuerpo del joven Estruch, perfecto. 
Sin dudarlo ni un solo momento se le clavó una estaca de madera en el corazón. Así consiguieron acabar con el vampiro. El Conde Estruch había muerto, la maldición se había roto, la comarca quedó libre por fin. Aún así, la leyenda quedó en el aire y en el recuerdo de las gentes que durante muchas generaciones fue tema favorito de conversación durante las frías noches de tormenta, cuando se reunían frente a sus fuegos y chimeneas.
Existían documentos históricos sobre este personaje, pero por desgracia,
durante la Guerra Civil española este pueblo fue muy dañado y el castillo y la iglesia destruidos, por lo que se perdieron muchos archivos que abrían aclarado muchas historias sobre el primer vampiro de Europa, el conde Estruch.
 
fuente:  http://www.leyendasdecastillos.com


Leyendas en Catalunya (El Comte Vampir [II])

En la Edad Media formaba parte de un cinturón fronterizo entre los condados de Besalú y Ampurias que junto con otros once castillos formaban una importante defensa contra el reino de Al-Andalus.
Allí se construyó el castillo de Llers, en una zona privilegiada estratégicamente.
En el siglo XII, el rey Alfonso II, "El Casto", de Aragón, decidió vigilar de cerca el paganismo de la zona, por miedo a que se aliaran con los musulmanes del sur.
Las creencias paganas, las prácticas de brujería y los ritos celtas estaban demasiado arraigados en la zona, y se consideraron peligrosos para la corona. Así fue como el rey eligió entre sus nobles a uno que tuviera voluntad de hierro para dominar esta zona y acabar con estas prácticas paganas de una vez por todas.
Entre sus caballeros eligió al Conde Estruch, un conde catalán llamado Guifred, con fama de heroe y buen guerrero desde su gran ayuda en la batalla de Tortosa. Considerándolo el mas apropiado para cristianizar la zona, el rey Alfonso II le dió al Conde Estruch el castillo de Llers.

Desde allí podría muy bien vigilar toda la zona y acabar con el paganismo que tan arraigado tenían sus gentes, además desde el castillo podría vigilar a toda la población.
Pero nadie conocía la verdadera naturaleza del Conde Estruch. Estruch al verse con tanto poder , pronto dejó ver su verdadera naturaleza. Su personalidad sádica y sanguinaria, le hizo lanzarse con fuerza a someter al pueblo entero en nombre del cristianismo. Disfrutaba inmensamente martirizando herejes, ideando martirios y destrozando a sus pobres víctimas. La búsqueda de la brujería, las persecuciones, las ejecuciones y hogueras de supuestas brujas, se convirtió en su pasatiempo favorito.
Su falta de piedad, sembró el horror en el pueblo catalán del siglo XII, que vivía aterrado y reprimido bajo su implacable dominio y sus severos castigos que en la mayoría de las veces terminaba con la muerte misma del acusado. Cierto día, Estruch estaba especialmente contento, había cogido a un grupo de brujas, había mandado preparar una enorme pira en medio de la plaza del pueblo y pensaba quemarlas al atardecer. Sería un gran espectáculo para terminar aquel día. Sí, El Conde Estruch estaba contento.
Llegado el fatídico momento, se acomodó en el sillón de su palio, para disfrutar del espectáculo. Una de las brujas, la más mayor, justo antes de morir abrasada, miró a Estruch fijamente y con todo el odio de su alma le lanzó un extraño sortilegio que nadie entendió. Estruch sonreía, disfrutaba mucho con aquellos espectáculos. Después se retiró a su castillo, ya estaba entrado en años y debía descansar.

Leyendas en Catalunya (El Comte Vampir [I])

Llers: es un municipio situado en la comarca del Alt Empordà (Girona). Actualmente Llers sirve como ciudad dormitorio de Figueras, a pesar de que la tradición de tratar la tierra se sigue llevando a cabo, incluso la ganaderia aunque la dedicación es mucho menor que en tiempos anteriores.

Origenes:

Su situación fronteriza durante la Edad Media convirtió al término municipal de Llers en la zona más fortificada del Ampordà, siendo una de las zonas más ricas de Catalunya. La villa tenía un castillo de baronía del cual dependían once más. El término del castillo era mucho más extenso que el actual municipio. Hasta el siglo XVII el pueblo vecino de las Escaules pertenecía a Llers y hasta mediados del XVIII el lugar Molins, actual Pont de Molins, también pertenecía a Llers.
Sus habitantes padecieron los efectos de las Guerras Carlistas del siglo XIX, pero el peor desastre llegó con la Guerra Civil. El 8 de febrero de 1938 las tropas republicanas se retiraban precipitadamente hacia la frontera y se decidió volar los 200 kilos de trilita que estaban almacenados en la iglesia. La explosión tuvo efectos devastadores, destruyendo completamente la población. La violencia del estallido fue tal, que en donde estaba el templo únicamente quedó un gran agujero. Afortunadamente los vecinos fueron avisados evitándose una masacre, aunque falleció el alcalde
El grado de destrucción causó una gran impresión y la tragedia fue recogida con amplitud en la prensa de la época. Franco adoptó la localidad, ordenando prioridad absoluta a su reconstrucción, que finalizó en 1943. Se construyó un barrio a unos 500 metros del casco antiguo, denominado Nuevo y se ordenó que no se pudieran restaurar algunas de las casas, para que se recordara la maldad de los rojos.
El castillo está declarado bien cultural de interés nacional, en virtud de lo dispuesto en la Ley 9/1993, de 30 de septiembre, del Patrimonio Cultural Catalán.

Leyendas en la Peninsula Iberica (El Cristo de la Vega)

El Cristo de la Vega es una leyenda popular toledana convertida en pieza literaria por Jose Zorrilla bajo el título "A buen juez, mejor testigo",que fue incluida en su volumen Poesías (1838). La leyenda hace referencia a una figura de la antigua Basílica de Santa Leocadia

Leyenda

Había en Tolero dos amantes: Diego Martínez e Inés de Vargas. Diego se va a la guerra, pero Inés pide a Diego que se case con ella cuando vuelva. Ante el Cristo de la Vega, Diego jura casarse con ella al cabo de un mes a su regreso de Flandes.
Pasó el tiempo y Diego no regresaba mientras Inés lo esperaba impaciente. Tres años más tarde, Inés reconoció a Diego al frente de un grupo de caballeros que entraban a Toledo. Salió corriendo en su busca, pero Diego, que contaba con una nueva posición social y había olvidado sus promesas, giró el caballo y renegó de su juramento.
Desesperada pidió al gobernador de Toledo, don Pedro Ruiz de Alarcón, que intercediera. Al solicitar testigos, Inés se atrevió a presentar uno: el Cristo de la Vega. El tribunal en pleno y muchos curiosos acudieron a la iglesia del Cristo de la Vega (Allá por el Miradero, por el Cambrón y Bisagra, confuso tropel de gente del Tajo a la vega baja) y se arrodillaron ante el cristo. Tras preguntarle si había sido testigo del juramento, se oyó un "sí, lo fui" y los testigos pudieron ver que el Cristo tenía los labios entreabiertos como si hubiera hablado y la mano desclavada y estirada como para posarla en los autos.
Los dos amantes, inspirados, se retiraron a sendos conventos.

Leyendas en la Peninsula Iberica (Los amantes de Teruel)

La historia o leyenda de los amantes de Teruel cuenta la historia de amor entre dos jóvenes turolenses, Isabel de Segura y Juan Martínez de Marcilla, conocido a partir de las recreaciones del teatro barroco como Diego. Desde 1996 se celebra en Teruel, como recordatorio de la tradición, la festividad de Las Bodas de Isabel de Segura.

La Leyenda 

En Teruel, un joven llamado Juan Diego Martínez de Marcilla se enamoró de Isabel, hija de Pedro Segura. El padre no tenía otra hija y era muy rico. Los jóvenes se amaban mucho, hasta el punto que hablaron de su amor. El joven le dijo que deseaba tomarla por esposa, ella respondió que el deseo de ella era el mismo, pero que supiese que nunca lo haría sin que su padre y madre se lo mandasen. Entonces, él la quiso más. Él era un buen joven, pero no tenía riquezas. El joven dijo a la doncella que, como su padre tan solo lo despreciaba por la falta de dinero, si ella quería esperarlo cinco años él iría a trabajar por mar y por tierra donde fuera necesario para poder ganar dinero. Ella se lo prometió.
Peleando contra los moros, ganó pasados cinco años cien mil sueldos, por mar y por tierra. La doncella en este tiempo fue muy importunada por el padre para que tomase marido. Su respuesta era que había votado virginidad hasta que tuviese veinte años, diciendo que las mujeres no debían casarse hasta que pudiesen y supiesen regir su casa. El padre, como la amaba, quiso complacerla.
Pasados los cinco años el padre le dijo: "Hija, mi deseo es que tomes compañía". Ella, viendo que el plazo de los cinco años había pasado y no sabía nada del enamorado, dijo que lo haría. Enseguida el padre la desposó, y al poco tiempo se realizaron las bodas; y el otro regresó. El enamorado se puso tras el lecho de su amada ya desposada y le dijo: "Bésame, que me muero". Y ella repuso: "No quiera Dios que yo falte a mi marido. Por la pasión de Jesucristo os suplico que busquéis a otra, que de mí no hagáis cuenta, pues si a Dios no ha complacido, tampoco me complace a mí". Él dijo otra vez: "Bésame, que me muero". Repuso ella: "No quiero".
Entonces él cayó muerto. Ella, que lo veía como si fuera de día por la gran luz de la habitación, se puso a temblar y despertó al marido diciendo que roncaba tanto que le hacía sentir miedo, que le contase alguna cosa. Y él contó una burla. Ella dijo que quería contar otra. Y le contó lo ocurrido y de cómo con un suspiro Juan había muerto. Dijo el marido: "¡Oh, malvada. ¿Y por qué no lo has besado?". Repuso ella: "Por no faltar a mi marido". "Ciertamente, dijo él, eres digna de alabanzas". Él, todo alterado, se levantó y no sabía qué hacer. Decía: "Si las gentes saben que aquí ha muerto, dirán que yo lo he matado y seré puesto en gran apuro". Acordaron esforzarse y lo llevaron a casa de su padre. Lo hicieron con gran afán y no fueron oídos por nadie. A la joven le vino al pensamiento de cuánto la quería Juan y de cuánto había hecho por ella, y que por no quererlo besar había muerto. Acordó ir a besarlo antes de que lo enterrasen; se fue a la iglesia del señor San Pedro, que allí lo tenían. Las mujeres honradas se levantaron por ella. Ella no se preocupó de otra cosa más que de ir hacia el muerto. Le descubrió la cara apartando la mortaja, y lo besó tan fuerte que allí murió. Las gentes que veían que ella, que no era parienta, estaba así yacente sobre el muerto, fueron para decirle que se quitase de allí, pero vieron que estaba muerta. El marido contó el caso a todos los que había delante, según ella se lo había contado. Acordaron enterrarlos juntos en una sepultura. Juntos para siempre.