martes, 26 de julio de 2016

Historia de Catalunya (La Coronela de Barcelona [III])

Desde la estructuración de 1544 los cofrades de los gremios barceloneses estuvieron en estado de movilización latente, desactivados pero armados y organizados para ser convocados con rapidez bajo las órdenes del conseller en Cap de Barcelona. En 1635, al desencadenarse la Guerra franco-española (1635-1659) en el marco de la "Guerra de los Treinta Años" (1618-1648), se ordenó la movilización de la milicia barcelonesa. El agravamiento de la situación militar y la política del conde duque de Olivares provocaron el estallido de la "Sublevación de Catalunya" (1640) y la independencia de Catalunya constituyéndose en una efímera "República de Catalunya" que sería fagocitada poco después por Francia. En octubre de ese mismo año 1640 la milicia de Barcelona fue reorganizada en cuatro tercios con sus respectivos maestros de campo y sargentos mayores. Paralelamente Barcelona armó a compañías de militares profesionales, que acabaron fundiéndose con la milicia gremial en el Tercio de la Bandera de Santa Eulalia, mientras se levó otro tercio de profesionales a sueldo, el Tercio de Barcelona, cuya actuación fue decisiva para conseguir la victoria en la Batalla de Montjuic (1641), primera vez en la historia en la que los tercios españoles eran derrotados en el campo de batalla antecediendo en dos años a la "Batalla de Rocroi" (1643). Pero finalmente, tras la caída en desgracia del conde duque de Olivares y años de conflicto, Juan José de Austria puso fin al sitio de Barcelona (1652) y a la guerra de Catalunya pactando una condiciones muy ventajosas con las autoridades catalanas y el mantenimiento del ordenamiento constitucional catalán. Por su parte el monarca obtuvo el control de las insaculaciones de los Comunes de Catalunya (Generalitat de Catalunya) y Consell de Cent de Barcelona), así como el control sobre los portales, las murallas, y la armería de la ciudad de Barcelona.
La pérdida de la autonomía militar del municipio pusieron en crisis a la milicia gremial, pasando a ser sustituida a partir de entonces por el ejército del rey en la custodia de los portales y las murallas, siendo facultad exclusiva de este el encargarse de la defensa de Barcelona. Dos décadas después, en 1675, Barcelona realizó el primer movimiento para la recuperación del privilegio militar, cuando en medio de la Guerra franco-holandesa (1672–1678), la crisis de las finanzas españolas, y la invasión de las tropas francesas, los todopoderosos consellers de Barcelona ofrecieron al virrey armar y pagar un cuerpo de 500 hombres, siempre que se aceptaran las antiguas formas tradicionales, y el cuerpo estuviera bajo las órdenes directas del conseller en Cap; el ofrecimiento fue rechazado

Historia de Catalunya (La Coronela de Barcelona [II])

Tras el sangriento final de la edad media en Catalunya con la Guerra civil catalana (1462–1472), la política de "Redreçament" (reforma) llevada a cabo por Ferran "el Catolic" II configuraron definitivamente el "Usatje Princeps namque" en la compilaron de las constituciones de Catalunya que fueron pactadas con el rey en las cortes de 1493. La situación geoestratégica de Catalunya la convirtió en el campo de batalla entre la Monarquía de España y Francia, siendo convocado el "Princeps Namque" reiteradamente. En virtud del usatje, el rey también podía convocar a somatén general, una variante masiva del somatén. El somatén era una institución parapolicial catalana propia de la modernidad política de Catalunya hasta que fue abolida en 1714, que también podía ser activado de forma autónoma por las villas y ciudades como cuerpo armado de autoprotección civil, separado del ejército, para propia defensa. El somatén era activado mediante un específico repique de campanas, y al grito de "Via fora!" o "Via fos!". En los siglos XVI y XVII adquirió un papel fundamentalmente en la lucha contra bandoleros, herejes hugonotes y corsarios turcos, obligando a los catalanes a conservar las armas en sus casas e instruirse periódicamente en su manejo. Pero los virreyes de Catalunya se mostraron recelosos frente a este modelo de autodefensa e impidieron a menudo su convocatoria, lo que llevó a las villas a la formación de milicias, las "desenes" (decenas) y otro tipo de hermandades de armas de carácter parapolicial y paramilitar, que al no estar tipificadas legalmente en las constituciones catalanas no requerían de la autorización previa del rey, o en su defecto del virrey, para ser movilizadas.

En éste contexto un hecho significativo se produjo en 1542. Por el norte el ejército francés entró en el Rosello, la presión turca sobre la costa catalana se agravó notablemente, y estalló una epidemia de bandolerismo en todos los vegueríos de Catalunya. Para hacer frente a la invasión francesa la segunda ciudad más poblada de Catalunya, Perpignan, armó una milicia de ciudadanos bajo el mando directo de los consejeros de la ciudad. En agosto el capitán general del ejército el duque de Alba decidió, conjuntamente con los consellers de Barcelona, la fortificación de las antiguas murallas de la ciudad condal para convertirla en una plaza fortificada, mientras los diputados de la Generalitat y los consellers decidieron armar a las cofradías de los gremios barceloneses. El despliegue de los gremios fue rápido y ágil y al año siguiente realizaron una parada militar bajo las banderas propias de cada gremio, mientras en 1544 se ratificó que la milicia estaba bajo las órdenes del Conseller en Cap de Barcelona, al que se le confirió la capitanía de la unidad con el grado de "Capitán de Provinciales". Una década después, 1554, la organización gremial se sistematizó mediante los "quarts", las zonas urbanas en las que fue dividida la ciudad de Barcleona. 

Historia de Catalunya (La Coronela de Barcelona [I])

La Coronela de Barcelona fue la milicia de Barcelona encargada de la defensa de la ciudad con el privilegio militar de custodiar los portales y murallas hasta 1714, año en que fue desarmada y abolida, pasando a partir de entonces a estar la ciudad custodiada por el ejército del rey. Con el nombre de "Coronela" se denominó a las milicias urbanas de las principales ciudades de Catalunya durante la edad moderna: Coronela de Barcelona, Coronela de Lleida, Coronela de Tortosa, Coronela de Tarragona y Coronela de Girona, ciudades que, al amparo de las constituciones catalanas, gozaban de la autonomía militar para armarse y autodefenderse en caso de agresión. Estaban formadas por ciudadanos militarizados de la gremios de oficios y la más poderosa de todas fue la Coronela de Barcelona, organizada en 6 batallones bajo la protección de un santo patrón católico, y con capacidad efectiva para movilizar rápidamente una fuerza de unos 4.000 hombres. 

Barcelona obtuvo el privilegio de defenderse a sí misma el año 801, cuando el rey franco Ludovico Pío la liberó del dominio islámico. Siglos después el conde Ramón Berenguer I (1023-1076) recopiló los "usatjes" vigentes en su época dando lugar a la primera codificación del derecho catalán, los "Usatjes de Barcelona". En el núcleo de dicha compilación ya figuraba el usatje Princeps Namque, un usatje que otorgaba al Prínceps, el Comte de Barcelona, la potestad de llamar a las armas a los nobles feudatarios y a todos los catalanes libres para la guerra en caso de amenaza a su persona o invasión de su territorio. Todo a lo largo de la edad media los Comtes de Barcelona, y luego los reyes de Aragón, activaron el usatje Princeps namque para convocar a les huestes de nobles feudatarios, a las órdenes militares, a los cuerpos de almogávares, así como a las huestes vecinales de las ciudades y villas catalanas, obligando a todos los catalanes de entre 16 y 50 años a presentarse en armas ante el Comte de Barcelona, aportando vestimenta y armas propias, y recibiendo a cambio una paga por cada día de servicio. El usatje fue activado por Pere III de Aragón durante la Cruzada contra la Corona de Aragón (1284-1285) y por Pere IV de Aragón durante la "Guerra de los Dos Pedros" (1356-1369), y la hueste vecinal de Barcelona fue reglamentada en 1395 con las disposiciones elaboradas por los consellers de Barcelona, estipulando que la ciudad pagaría a la hueste hasta el punto de reunión señalado por el rey de Aragón, momento a partir del cual pasaba a servicio y paga del rey 

Leyendas en Catalunya (Les "Bruixes" [XI])

El empalamiento

Es un método de tortura y ejecución donde la víctima es atravesada por una estaca. La penetración puede realizarse por un costado, por el recto, la vagina o por la boca. La estaca se solía clavar en el suelo dejando a la víctima colgada para que muriera.
En algunos tipos de empalamiento, la estaca no se afilaba y se insertaba evitando la muerte inmediata de manera que funcionara como tapón para que la víctima no se desangrara y así prolongar la agonía que podía llegar a durar hasta tres días.

 El aplastapulgares

Es una de las torturas más antiguas y simples, aunque terriblemente efectiva. La tortura en sí consistía en el aplastamiento de uñas, falanges y nudillos de forma lenta y progresiva, extendiendo el dolor durante días sin provocar daño mortal a la víctima.




La flauta del alborotador

Posiblemente fabricada a base de madera, bronce o hierro, la flauta del alborotador era un instrumento de castigo por faltas menores, y solía ser usado delante la opinión pública. El collar se cerraba por detrás el cuello, y los dedos eran colocados entre la barras de hierro, que eran apretadas por el verdugo a voluntad, llegando a todo tipo de heridas en los dedos, hasta el aplastamiento de carne, huesos y articulaciones.



La silla

La víctima debía sentarse totalmente desnuda sobre la silla.
Si el inquisidor lo creía conveniente podía mandar al verdugo golpear al preso, lo que provocaba que los pinchos entrasen con más profundidad en la piel o incluso si el asiento era de hierro mandarlo calentar para que los pinchos al rojo vivo entrasen mejor en la piel

Leyendas en Catalunya (Les "Bruixes" [X])

La Crucifixión

Es un método antiguo de ejecución donde el condenado es atado o clavado en una cruz de madera o en otra superficie vertical y dejado allí hasta su muerte.



El cinturón de Castidad

Es un cinturón o braga de hierro que se cierra con llave. No puede ser usado más que durante unas horas, máximo un par de días, de otro modo la mujer que lo llevase moriría víctima de infecciones, abrasiones y laceraciones provocadas por el contacto con el metal.
Este cinturón era utilizado por las mujeres como defensa contra la violación, en época de acuartelamiento de soldados, durante viajes y en estancias nocturnas en posadas. Esta tortura la sufrian las brujas para que no tuvieran relaciones intimas con el demonio, cuando estaban presas

La pera

Estos instrumentos se usaban en formatos orales y rectales. Se colocaban en la boca, recto o vagina de la víctima, y allí se desplegaban por medio de un tornillo hasta su máxima apertura. El interior de la cavidad quedaba dañado irremediablemente.
La pera oral normalmente se aplicaba a los predicadores heréticos, pero también a seglares reos de tendencia antiortodoxas. La pera vaginal, en cambio, estaba destinada a las mujeres culpables de tener relaciones con Satanás o con uno de sus familiares, y la rectal a los homosexuales

La horca

Método de ejecución muy conocido mediante el cuál se colgaba al condenado públicamente por el cuello asfixiándolo hasta su muerte..






Leyendas en Catalunya (Les "Bruixes" [IX])

Desmembrado por caballos

Se ataba una cuerda a cada extremidad del prisionero y a su vez el otro extremo de la cuerda a un caballo. En un momento determinado se fustigaba a los cuatro caballos para que tiraran con fuerza de la cuerda arrancando literalmente las extremidades del torturado.



La Gota China

Era un método de tortura psicológica que consistía en inmovilizar a un reo en forma horizontal boca arriba dejándole caer cada 5 segundos sobre su frente una gota de agua fría. Tras varias horas le provocaban daño físico en la piel, aunque la verdadera tortura para la víctima era la locura que le provocaba no poder dormir ni beber, al poco tiempo moría de un paro cardíaco.

El Cinturon de San Erasmo

Consiste en un collar, cinturón o brazalete provisto de pinchos en la cara interior y que se le pone al reo. Con cada pequeño movimiento (incluso la respiración) el collar araña y hiere la carne. El proceso de tortura es progresivo: en primer lugar, un dolor lacerante. Posteriormente se produce la infección, tras la cual se llega a la putrefacción y tras esta, una gangrena que puede causar la muerte.

La zarpa del gato

El torturado era colgado desnudo y con un instrumento dotado de garfios en la punta y era “rascado”.
Las afiladas uñas de esta zarpa de gato desgarraban la piel y arrancaban tiras de carne, a menudo los garfios penetraban tan hondo que dejaban el hueso a descubierto e incluso podían “rascarlo”. El torturado solía morir desangrado o quedaba inconsciente debido al dolor.