martes, 6 de septiembre de 2016

Historia de Catalunya (La "Guerra del Rosello" [II])

Los triunfos del general Ricardos culminaron con la batalla de Truillás, librada el 22 de septiembre. En esta batalla contó con la ayuda de refuerzos al mando del duque de Osuna y del conde de la Unión, de tropas portuguesas y de la escuadra anglo-española que operaba en las costas mediterráneas. Las bajas infligidas al ejército dirigido por el general Dagobert fueron de unos 6.000 muertos.

Sin embargo, el general Ricardos, falto de suministros, tuvo que retirarse, con cerca de 20 000 hombres y 106 piezas de artillería. A pesar de sus dificultades, aún venció de nuevo a las tropas republicanas en Asprés, conquistando las localidades de Port Vendres, Santelme y Collioure, dominando así toda la costa rosellonesa.

Sin embargo, la falta de medios y una leva masiva en Francia cambió el curso de la guerra. El general Ricardos, de regreso en Madrid para conseguir más apoyo, murió el 13 de marzo de 1794, víctima de una pulmonía. Durante las campañas de 1794 y 1795 las tropas francesas, al mando del general Dugommier, y tras arrojar a los españoles del Rosellón tras las batallas de Tec (28 de abril), Albere (30 de abril) y Boulou (1 de mayo), penetraron en Cataluña, las Vascongadas y Navarra, llegando a ocupar Miranda de Ebro.

Viendo que no sacaba nada de la guerra y que Francia era más fuerte de lo que parecía, Godoy firmó por separado con Francia la Paz de Basilea (1795). A cambio de terminar la guerra, se reconocía a la República Francesa, se cedía a Francia la parte española de la isla de La Española y se normalizaban las relaciones comerciales. A raíz de este tratado Godoy obtuvo el título de Príncipe de la Paz.

Por su triunfo en la batalla de Truillás, la viuda del general Ricardos recibió el título de condesa de Truillás. El triunfo francés en la batalla de Boulou se encuentra reflejado entre las batallas victoriosas libradas por las armas francesas en el Arco de Triunfo de París.

Historia de Catalunya (La "Guerra del Rosello" [I])

La Guerra del Rosello, también denominada Guerra de los Pirineos o Guerra de la Convención, fue un conflicto que enfrentó a la monarquía de Carlos IV de España y a la Primera República Francesa entre 1793 y 1795 (durante la existencia de la Convención Nacional francesa), dentro del conflicto general que enfrentó a Francia con la Primera Coalición
Tras la ejecución de Luis XVI de Francia (21 de enero de 1793), Manuel Godoy, hombre fuerte del gobierno español, firmó con el Reino de Gran Bretaña su adhesión a la Primera Coalición contra Francia.
El conde de Aranda, desde el Consejo de Estado, había preparado la ofensiva española en los tres frentes pirenaicos, siendo mayor el catalán, con 32 000 hombres al mando del general Ricardos. Ventura Caro dispondría de 18 000 en Navarra y Guipúzcoa, en tanto que al príncipe de Castelfranco se le asignaron 5000 en la zona central aragonesa. Estos dos últimos ejércitos se limitarían a defender la frontera y a apoyar con maniobras de diversión la campaña principal del frente oriental.

La República Francesa declaró la guerra a España el 7 de marzo y el último día de dicho mes, en menos de doce horas, una brigada se apoderó de la Vall d'Arán. El capitán general de Catalunya, Antonio Ricardos, al mando del ejército que se había preparado para invadir los territorios catalanes perdidos por la monarquía hispánica más de un siglo antes, el Rosello, dirigió el contraataque. En tanto que una flota angloespañola, comandada por Juan de Lángara y Samuel Hood operaba en Tolón en apoyo de los realistas, el ejército de Ricardos invadió el Rosello, el 17 de abril por Saint-Laurent-de-Cerdans. Tras ocupar diversas localidades de la frontera, el 18 de mayo de 1793 derrotó al ejército francés dirigido por el general Dagobert en la batalla de Mas Deu, tomando hasta septiembre todas las fortificaciones de la frontera (Baños, Bellegarde) y las localidades del valle del Tec (Céret, Arles-sur-Tech...).

Leyendas en Catalunya ("Miquelets")

Els "miquelets" eran los miembros de la milicia de carácter mercenario o voluntario, reclutada por las diputaciones y las juntas de la Corona de Aragón (principalmente en los territorios de Catalunya, Reino de Aragón y del Reino de Valencia), para acciones especiales o como refuerzo de las fuerzas regulares. El "miquelet", como tal, es el nombre que recibía un mercenario catalán durante la "Guerra dels Segadors", el conflicto armado que enfrentó a la Generalitat de Catalunya con el rey Felipe IV durante el conflictivo programa centralizador iniciado por el Conde-Duque de Olivares (la Unión de Armas). De aquí procede la denominación de "miquelets" para referirse al cuerpo armado que, paradójicamente, sobrevivió a esta guerra y popularizó al Principat de Catalunya entre los siglos XVII-XIX. Hay que tener en cuenta que este cuerpo armado catalán guarda cierta relación con los migueletes forales navarros, guipuzcoanos y vizcaínos (suprimidos en teóricamente en 1846) pero mantenidos como policía foral en la provincia de Guipúzcoa hasta la constitución de la Comunidad autónoma vasca.
En Andalucía se denominó migueletes a las unidades militares que el rey Fernando VII desplegó en el sur de España para combatir el bandolerismo a partir de la tercera década del siglo XIX.

Literatura Catalana ("Calaix de Sastre" [II])

Más tarde, se añade también de manera progresiva una nueva motivación de reflexión personal: ordenar sus propios pensamientos y vivencias y de procurar un espacio íntimo. En sus viajes solía tomar algunos textos propios antiguos para revisarlos y corregirlos, como distracción y como vía de escape para combatir el mal humor, la desazón y las preocupaciones. Otra motivación era mostrar sus conocimientos específicos, por ejemplo en música, y escribir sobre cosas que le gustaban, como la propia música o la descripción de paisajes, etc. además de dar su punto de vista y opinión sobre lo que narraba.
El barón de Maldà escribía en su diario todo lo que hacía a lo largo de la jornada, la vida de su familia y la de los otros nobles que visitaba, además de noticias y crónica social. Describía con mucho detalle las fiestas y manifestaciones culturales diversas. En ocasiones señaladas enumeraba todos los platos y golosinas del menú, así como la presentación, los manteles y los cubiertos. Se fijaba mucho en la apariencia física y el vestuario. Sin embargo, no aparecen reflejadas las clases sociales bajas urbanas, a excepción de algunos de sus criados más cercanos, seguramente porque no tenía ningún contacto. Tampoco hay muchos comentarios sobre campesinos.

En cuanto a la gastronomía cuenta, por ejemplo, que las comidas de las clases acomodadas consistían en cinco platos y que eran siempre a base de carne. El pescado quedaba relegado a la Cuaresma y la leche de vaca, que se consideraba nociva para la salud, sólo se bebía como remedio prescrito por el médico, cuando se estaba enfermo. Los helados y sorbetes eran habituales en las recepciones, y los arroces y las tortillas para las excursiones. En algunas ocasiones, los comensales se empachaban de tanta cantidad que eran capaces de comer. Esto último les pasaba a los ricos, como el barón mismo, ya que la mayoría de la población comía fundamentalmente a base de patatas y cebollas

Literatura Catalana ("Calaix de Sastre" [I])

El "Calaix de sastre" es un diario personal en cincuenta y dos volúmenes escrito por Rafael de Amat y de Cortada, Barón de Maldá, a lo largo de su vida, desde los veintitrés años de edad (tres años después de casarse) hasta su muerte, es decir de 1769 a 1819. El título, Calaix de sastre, es el que le puso el propio autor, refiriéndose al lugar donde se guardan las cosas más diversas. Se considera uno de los textos más importantes de la narrativa catalana entre los siglos XV y XIX, además de un precedente del costumbrismo y del periodismo local. Supone también un documento histórico importante por su descripción detallada de hechos, acontecimientos y comportamientos sociales en la Catalunya de su época. Sin embargo, nunca ha sido publicado completo sino únicamente algunas recopilaciones de fragmentos. Se conserva una copia en el Archivo Histórico de la Ciudad de Barcelona.
En la época del "Calaix de sastre" la escritura de diarios era habitual en todas las clases sociales, en especial entre personas que por su trabajo debían tomar anotaciones cotidianas prácticas, como por ejemplo, los comerciantes. Felipe Cirera, famoso cocinero del palacio episcopal, lo recomendaba a las amas de casa para controlar los gastos. Los campesinos mezclaban aspectos de economía doméstica con hechos de la comunidad. Los nobles escribían diarios con anécdotas personales simplemente por el gusto de recoger información y porque estaban muy pendientes del colectivo que formaban, pero, al contrario de lo que pasaría más tarde, no había ninguna intención de publicación sino que el diario se restringía a un uso íntimo y personal. Más tarde sí que los escritos autobiográficos se escribían para el público y muchas veces para justificar hechos y acciones.
Para el barón de Maldà fue una afición que simplemente le reportaba una satisfacción personal. Empezó con la idea de que fuera como una pequeña gaceta periodística, en una época en que todavía no existían los grandes medios de comunicación de masas actuales, pero había mucho interés en enterarse de noticias fiables y diferenciarlas de los falsos rumores. Se interesaba por noticias variadas, de política, lo que pasaba en la ciudad de Barcelona, de innovaciones mecánicas o de su familia y criados, pero también lo que hoy se podría considerar chismes y que para él era curiosidad e interés por lo que hacían sus vecinos. Poco a poco empezaron a tomar importancia las fiestas y los viajes, y más tarde él mismo escribe en su diario que leía fragmentos en voz alta en pequeñas reuniones, para distraer y hacer reír a los amigos. La lectura en voz alta en pequeños grupos era una diversión muy apreciada y bien valorada por la sociedad.

Literatura Catalana (Gregorio Mayans i Siscar [II])

Defendió por entonces la reforma de los estudios jurídicos en el sentido de disminuir la preponderancia del derecho romano y aumentar la atención sobre el derecho autóctono español, nudo de una reforma general de la educación que expondrá más tarde, sin fruto, al ministro José Patiño. En esa ocasión recomendaba, por ejemplo, que el latín se enseñe en lengua vulgar y se funde en el estudio de los autores clásicos y no en el latín eclesiástico, opinión que ya sostuvo el humanista español del siglo XVI Pedro Simón Abril.

En 1730, tras perder en favor de Arbuixerch la pavordía de la universidad valenciana, oposiciones en las que se mezclaron insidias políticas de borbonistas y austracistas, foralistas y antiforalistas y, naturalmente, las envidias y rencores suscitadas entre sus colegas por Mayans, marchó a Madrid donde consiguió el cargo de bibliotecario regio. Allí editó en 1732 sus Epistolarum libri sex, que le abrieron las puertas entre los humanistas de media Europa, y en 1733 su Orador Cristiano. Durante siete años fue oficial de la Biblioteca Real; en 1740 se retiró a su Oliva natal para dedicarse a sus estudios e investigaciones, pero siguió sosteniendo una activísima correspondencia intelectual con eruditos españoles y extranjeros en latín y en castellano. En 1737 envía la Carta-Dedicatoria al ministro Patiño con un ambicioso plan de renovación académica y cultural de España que ni siquiera recibió respuesta.

Al fin se retira en 1739 a Oliva y se casa con una prima, Margarita Pascual; funda en 1742 la Academia Valenciana "dedicada a recoger e ilustrar las memorias antiguas y modernas, pertenecientes a las cosas de España". Su censura de la España Primitiva de Francisco Javier de la Huerta y Vega, "fábula indecorosa y opuesta a las verdaderas glorias de España", le enemista con las Academias de la Historia y de la Lengua. Su edición de la Censura de historias fabulosas de Nicolás Antonio enfrentó a la Academia Valenciana con la Inquisición. Al llegar Fernando VI al trono, el ministro Ensenada le rescata del forzado retiro y, totalmente reivindicado por Carlos III, le nombra Alcalde de Casa y Corte. Éste le encarga, tras la expulsión de los jesuitas (1767), un nuevo plan de educación que los rectores universitarios trocearon y arruinaron sin piedad. Fue socio de la Real Sociedad Económica Valenciana de Amigos del País, en la que ingresó en el año 1776. En Oliva y Valencia lo siguen visitando viejos y nuevos ilustrados: el médico valenciano y filósofo ecléctico Andrés Piquer, Francisco Pérez Bayer, Muñoz, Cerdá Rico, Cavanilles, Blasco... Dedicó sus últimos años a preparar la edición de la Obra Completa de su adorado Juan Luis Vives, pero le sorprendió la muerte ya octogenario en 1781. Se encuentra enterrado en la catedral de Valencia.

Aparte de las obras ya citadas, editó las Advertencias a la historia del padre Mariana del Marqués de Mondéjar y las obras de Antonio Agustín. Admiró especialmente a Ambrosio de Morales y a Páez de Castro. Colaboró en el Diario de los Literatos con el seudónimo de "Plácido Veranio". Publicó unos monumentales Orígenes de la lengua española (1737) donde sacó a la luz por primera vez el Diálogo de la lengua de Juan de Valdés; además, reimprimió dos veces las Reglas de Ortographía de Antonio de Nebrija y compuso una Rhetórica (1757) que es también una interesante antología de la literatura española y un análisis insuperable de la prosa castellana hasta que llegó el Teatro de la elocuencia española de Capmany; es más, a él se le debe también la primera biografía de Miguel de Cervantes, impresa en 1738.

Literatura Catalana (Gregorio Mayans i Siscar [I])

Nacio en Oliva (Valencia), 9 de mayo de 1699 - Valencia, 1781. Fue un erudito, jurista, historiador, lingüista y polígrafo valenciano; el mayor representante, junto a Benito Feijoo, de la primera Ilustración española, y hermano mayor del también erudito Juan Antonio Mayans (1718 - 1801). Su padre, Pasqual Maians, luchó en el bando austracista en la "Guerra de Sucesión Española" y acompañó al archiduque Carlos a Barcelona en 1706; esto le supondría cierta marginación ulterior a su hijo en la España de los Borbones. Hasta 1713, cuando vuelve a Oliva, estudió con los jesuitas de Cordelles, pero ya en el pueblo natal su abuelo, el abogado Juan Siscar, le incita al estudio del derecho. Lo cursa en la Universidad de Valencia, donde trata a los novatores más destacados: Tomás Vicente Tosca, Juan Bautista Corachán o Baltasar Iñigo, que le facilitan lecturas esenciales en su formación, como Locke y Descartes.

En 1719 va a Salamanca para profundizar sus estudios de derecho. Uno de sus profesores, Borrull, le pone en contacto con el helenista Manuel Martí, deán alicantino, que será su mentor y guía de lecturas clásicas, tanto españolas como latinas o griegas, y que encauzará su vocación hacia las humanidades inclinándole al estudio del renacimiento y los humanistas españoles del XVI: Antonio de Nebrija, Benito Arias Montano, Fray Luis de Granada y Fray Luis de León, Francisco Sánchez de las Brozas el Brocense, Juan Luis Vives, San Juan de la Cruz, Teresa de Ávila, Miguel de Cervantes... Toda su vida se consagrará a recuperar esta tradición, que el gusto ilustrado consideraba dilapidada u olvidada por la España del Barroco.
Ganó la cátedra de Código Justinianeo de la Universidad de Valencia, pero sus colegas de la Facultad de Derecho le hostigaron continuamente. Tras un panfleto en latín contra sus detractores, publicó en 1725 la Oración en alabanza de las obras de D. Diego Saavedra Fajardo y en 1727 la Oración en la que exhorta a seguir la verdadera idea de la elocuencia española, donde critica los excesos barrocos y pondera la sencillez hispana y ática de los Fray Luises, Vives o el Brocense. Viaja a Madrid en ese año, donde le acogen con afecto el director de la Real Academia Española (Mercurio Antonio López Pacheco, Marqués de Villena), y el Bibliotecario Real (Joan de Farreras). Se cartea con Benito Jerónimo Feijoo, pero romperá con él, al igual que con el padre Enrique Flórez, por la presunta superficialidad de sus conocimientos.

Literatura Catalana (Lo Temple de la Glòria)

"Lo Temple de la Gloria" es un largo poema inacabado de autor desconocido. Posiblemente escrito a finales del siglo XVIII o, ya principios del XIX, por lo que se le considera uno de los precursores de la "Renaixença", incluso del "Romanticismo en Catalunya". Aunque algunos estudiosos la han atribuido a Antonio Puig Blanch, esta tesis no resulta determinante según muchos otros. La primera vez que se publicó fue en 1847 en Barcelona, en la Imprenta de Magí Pers y Ramona y apareció con su traducción castellana basándose en un manuscrito de Vic recogido por el canónigo Jaume Ripoll y Vilamajor (según Manuel de Montoliu en su Aribau y su tiempo). Es incompleto. Consta de 57 octavas reales de rima consonante y sólo con palabras llanas.