jueves, 31 de diciembre de 2015

Feliç 2016

Espero que aquest any nou es compleixin tots els teus desitjos. Un savi va dir: la riquesa d'un humà es mesura por la quantitat i qualitat dels amics qe té. Gràcies per fer-me milionari. Feliç Any Nou. (Espero que este año nuevo se cumplan todos tus deseos. Un sabio dijo: la riqueza de un humano se mide por la cantidad y calidad de los amigos que tiene. Gracias por hacerme millionario. Feliz Año Nuevo).
Para todos los que cada dia tiene un rato para leerme

Leyendas el Peral de la Tia Miseria

La tía Miseria era una pobre anciana que vivía de limosnas. Tenía un hijo, llamado Ambrosio, que andaba por el mundo, tam­bién pidiendo. Y poseía un perro mil razas, que la acompañaba en la pequeña choza en que habitaba. Junto a la misma tenía un peral, del que obtenía poco fruto, pues los chicos del pueblo le robaban las peras nada más madurar.
Un día llegó a la puerta de su casa un hombre pobre y, como helaba fuera, la tía Miseria lo acogió en la choza. Compartió con él lo poco que tenía para cenar y le fabricó un rudimentario jergón para que pudiera dormir. Al despertar, por la mañana, también le ofreció un humilde desayuno.
El pobre, agradecido, se dirigió entonces a Miseria diciéndole:
- "En vista de tu noble corazón, voy a concederte un deseo pues, aun­que me veas vestido como un pobre, en realidad soy un ángel del cielo".
Aunque Miseria no quería nada, el santo insistió y, entonces, se acordó la anciana del peral:
- "Éste es mi deseo, dijo: que cuando alguien suba al peral, no pueda bajar sin mi permiso".
Al instante le fue concedido el deseo, y fue la idea tan definitiva que, al cabo de poco tiempo, tras algunos palos de bastón y no pocos jirones en sus ropas, no volvió a acercarse al peral un solo zagal.
Así pasaron largos años, hasta que un hombre alto y seco, con una guadaña, se acercó a la puerta de la choza y comenzó a llamar a la tía Miseria:
- "Vamos, Miseria, que es hora".
Miseria, que reconoció rápidamente a la Muerte, no pareció estar muy de acuerdo:
– "¡Hombre, ahora que empezaba a disfrutar algo de la vida!, le dijo. ¿Por qué no me haces el favor de cogerme esas cuatro peras del árbol, mientras yo me preparo para el viaje.
La Muerte, ingenua, se dispuso a coger las peras y, como estaban en todo lo alto, no tuvo más remedio que subir al árbol. En ese momento escuchó la carcajada de Miseria que, asomada a la venta­na, le decía:
- "¡Muerte fiera, ahí te quedarás hasta que yo quiera!"
Y quiso Miseria que allí se quedara, hiciera calor o helara, durante muchos años. Tantos que en el mundo empezó a sen­tirse la falta de la Muerte. Nadie moría, ni en las guerras, ni por enfermedad, ni por vejez. Había ancianos de más de trescientos años, en estado tan penoso que ellos mis­mos buscaban poner fin a su vida.
Algunos se tiraban por los precipicios, otros al mar, otros se arrojaban a las vías del tren, pero ninguno lograba su propósito y los hospitales se llenaban, sin poder atenderlos a todos.
Así hasta que la Muerte vio pasar por allí cerca a un médico, antiguo conocido y amigo de ella:
– !¡Eh, viejo amigo, acércate y observa mi estado! ¡Duélete de mi situación! ¡Avisa a las gentes del pueblo y venid a cortar este maldito árbol!"
Al poco llegaron los vecinos, armados con sus mejores hachas, pero, aunque lo intentaron por todos los medios, no lograron hacer la mínima mella en el tronco del peral. Y todos los que quisieron bajar de allí a la Muerte, sólo con­siguieron quedarse colgados con ella. Entonces empezaron a rogar a la vieja Miseria que se apiadase de ellos, de los que tanto sufrían y que permitiera bajar del peral a la Muerte y a sus acompañantes. Tanto insistieron que al fin cedió la tía Miseria, aunque le puso una condición a la Muerte:
– "Que no te acuerdes de mí ni de mi hijo Ambrosio hasta que te llame por tres veces".
Accedió la Muerte, y bajó, y comenzó a cumplir con todo el tra­bajo que tenía pendiente, lo que la tuvo ocupada durante muchas semanas. Todos los que debieran haber muerto, veían llegar su hora. Todos menos la anciana y su hijo, que por eso viven todavía la miseria y el hambre.

fuente:  https://lacanciondelasirena.wordpress.com


Leyendas en España (El Castillo de Malmuerta)

A principios del s.XV, vivia en la ciudad de Cordoba, un noble que ademas de desconfiado y ruin era muy celoso, se habia casado con Doña Blanca, una bella joven del barrio de Santa Marina, donde todos los vecinos la querian.A pesar de ser una esposa fiel y obediente, el marido por ser tan celoso sospechaba sin razon de que le era infiel
Un dia llego el Marques a su casa y no encontro a la esposa esperandolo en la puerta como solia hacer. Se bajo del caballo lleno de ira y espero impaciente a que Doña Blanca llegara, apenas la vio llegar y sin mediar palabra se abalanzo sobre ella y la mato con la espada. Cuando la vio caida sobre el suelo, primero la miro con odio y luego con panico por lo que habia hecho, salio corriendo a postrarse a los pies del Rey confesando su crimen.
El Rey le perdono la vida pero lo condeno a edificar la torre en el angulo que hacia la muralla que era muy debil para la defensa de la ciudad
El Rey dijo al Marques:
- "Edificaras la torre y cuando la termines moriras en ella"
Por eso tardo muchos años en construirla. Se llamo de la Malmuerta, recordando la mala muerte que habia dado a su mujer Doña Blanca
La torre ha tenido varios nombres a lo largo de la historia,  hace siglos se la conocía también como "Torre de la Encantada" para más tarde bautizarla (ya en el siglo XVIII) como "Torre del Milagro", por haber resistido al terremoto de Lisboa.

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