martes, 17 de noviembre de 2015

Leyendas en Catalunya (Leyenda del Portal del Ángel [II])

Los Consejeros hicieron construir la capilla, tal como prometieron y colocaron en ella una imagen del ángel de gran tamaño en el lado exterior de la puerta y debajo de una cubierta hicieron pintar una escena alusiva a la tradición. Esta pintura se conservó hasta que se derribaron las murallas aunque últimamente estaba tan borrosa y desdibujada que apenas se veía nada.
Desde entonces el lugar tomó el nombre de Portal de l'Ángel con el que también se conoce a la avenida que comentamos.
Muchos años después de la aparición del ángel, el portal y la calle continuaron llamándose "dels Cecs" y todavía en los documentos de 1462 se le designa por ese nombre. Probablemente el cambio de denominación sólo tuvo lugar cuando se construyó la capilla. Según Carreras Candi el cambio tuvo lugar el 17 de noviembre de 1466.
En la actualidad la Avinguda del Portal de l'Àngel es una vía peatonal de Barcelona famosa por reunir un gran número de establecimientos comerciales. Dicha avenida se comunica con la Plaça Catalunya y con calles como Cucurulla o Portaferrissa, entre otras.
Es famosa por la presencia de muchas tiendas, como "El Cortes Inglés" y otras franquicias internacionales, sobre todo de moda, así como establecimientos de comida rápida.
En dicha avenida es habitual encontrar gente haciendo algún espectáculo para ganar algo de dinero, ya sea bailar, tocar algún instrumento, etc. aunque donde sobre todo predominan estas actividades es en "Les Rambles de Barcelona".
También acostumbra a haber algunos pequeños puestos callejeros donde se venden productos artesanos, entre otros artículos
fuente: http://mylmitologiayleyendas.blogspot.com.es/

Leyendas en Catalunya (Leyenda del Portal del Ángel [I])

La Avinguda del "Portal del Angel" recuerda una de las entradas de las antiguas murallas; esta puerta se encontraba en la parte más alta de la actual avenida.
El nombre de este portal tiene un curioso origen:

Durante el siglo XV se construyó fuera de las murallas, en la zona donde ahora está la calle Aragón, entre el paseo de Gracia y la calle Claris, un convento muy grande que se llamó Convento de Jesús. Sus restos alcanzaron la generación anterior a la nuestra. 
Alrededor del convento surgió un barrio habitado sobre todo por gente pobre y mendigos, sobre todo ciegos por lo que su calle principal se llamó de los Ciegos o de Jesús.
Era una calle larga y estrecha que correspondía a lo que ahora es el lado derecho del Passeig de Gracia subiendo. En esta calle tuvo su palacio la reina Violante, mujer de Alfonso V de Aragón, cuando ejerció de lugarteniente de Catalunya y Aragón, a la muerte de su marido en las guerras de Italia. 

Los habitantes del barrio bajaban cada día a pedir limosna a Barcelona y entraban y salían por la puerta que entonces se llamaba de "Porta dels Cecs" y que se abría a la avinguda de la que nos ocupamos ahora.
A principios del siglo XV, cuando Sant Vicenç Ferrer regresaba de predicar en la comarca del  Valles seguido de una gran muchedumbre, llegó al portal y, a punto de entrar en la ciudad, vio encima de él, un ángel con una espada en la mano como si guardase el acceso.
El santo le preguntó quien era y que hacía allí y el ángel respondió que custodiaba la ciudad por orden del Altísimo. El hecho causó gran sensación y aumentó sobremanera la fama del santo entre los barceloneses.
Un tiempo después una gran epidemia azotaba la ciudad y las autoridades no encontraban la manera de acabar con ella. Se les ocurrió entonces pedir ayuda y protección a aquel ángel que por encargo divino se dijo protector de Barcelona.
Prometieron que si detenía la peste erigirían una capilla en el mismo sitio donde se había situado al pasar san Vicente. La epidemia empezó a disminuir y pronto desapareció.

Asesinos en serie (Alexander "Sawney" Bean & familia [II])

Otra explicación, de los lugareños era más descabellada: podría ser que los terrenos rocosos estuvieran habitados por hombres lobo o demonios.
Con el tiempo surgió otra hipotesis, alguno de los dueños de las posadas los debía ejecutar por las noches mientras dormían y enterrarlos en algun lugar aislado para no ser descubiertos. Esto ocasionó muchos juicios a inocentes que según la tradición de la época eran torturados hasta que se les arrancaba una confesión de culpabilidad y posteriormente eran ejecutados. Gran cantidad de posaderos inocentes fueron asesinados por este motivo y muchos otros abandonaron su trabajo por miedo a ser los siguientes. Esto ocasionó que la zona aún se volviese más desierta y el transito de mercaderes y viajeros descendiera.
Una tarde, un grupo de 30 personas regresaban a casa tras haber pasado el día fuera cuando escucharon unos gritos delante de ellos. Al llegar a el lugar del tumulto se encontraron con un hombre que se defendía pistola en mano contra una banda de atacantes de aspecto salvaje. Cerca de él yacía su mujer en el suelo, destripada, mientras algunos de los atacantes le arrancaban pedazos de carne y se la comían cruda. Las mujeres del clan la habían cortado el cuello y bebían su sangre. El hombre temeroso de caer su misma suerte se defendía desesperadamente con su pistola así como con su espada contra una "jauría" de entre 25 y 30 hombres del clan. Los viajeros, atónitos, no podían creer lo que veían. Al ser descubiertos, "el clan" de los Beane huyó hacia las colinas. Ya existían pruebas sobre las misteriosas desapariciones.
La persona que aportó el testimonio sobre lo ocurrido fue el marido superviviente del ataque. La historia llegó a oídos del rey James I de Inglaterra, el cual decidió tomar serias medidas: envió a 400 soldados acompañados de perros de caza a la zona; los perros hallaron rápidamente la entrada de la caverna, el fuerte olor a carne les facilitó la búsqueda.

Los soldados penetraron en la cueva siguiendo el pasadizo en forma de zig-zag hasta llegar al hogar de los Beany. Allí encontraron a 48 personas: Beane y su mujer, sus 8 hijos, 6 hijas, 18 nietos y 14 nietas, fruto de los continuos incestos entre todos ellos. El lugar estaba lleno de brazos, piernas y demás miembros, amontonados unos sobre otros. Algunos trozos de carne habían sido salados, con intención de conservarlos para los siguientes meses.
Tras ser descubiertos, el rey los calificó como bestias salvajes no merecedoras de juicio alguno. Tanto Sawney como los 26 hombres del clan fueron torturados y desmembrados en público. Todo el proceso fue contemplado por las mujeres, a quienes les esperaba la hoguera.

fuente: http://www.asesinos-en-serie.com

Asesinos en serie (Alexander "Sawney" Bean & familia [I])

Alexander "Sawney" Bean nació en el siglo XVI, en la región de Lothian Este, cerca de la ciudad de Edimburgo, en Escocia. Su padre era aparentemente un hombre honesto que se dedicaba al trabajo manual, sobre todo excavar canales de riego y levantar cercas, pero Sawney tenía otras inclinaciones.
Acompañado de su mujer, abandona el hogar siendo muy joven, e inician un viaje hacia el lado opuesto del país. En mitad de la travesía deciden ocultarse en una profunda caverna que estaba situada en la costa de Bannane Head, cerca de Galloway. La entrada era una pequeña grieta a través de la cual se extendía una cueva de alrededor de una milla de extensión.
Esta caverna le sirvió como hogar a los Beane durante los siguientes veinticinco años. Al principio subsistían de las pertenencias que habían robado a los distintos viajantes que fueron asaltados y asesinados. Pero pronto sus necesidades iban a ser más exigentes. El incesto era una práctica habitual en la caverna, de tal forma que se mantenían relaciones entre hermanos, padres, madres e hijos… La necesidad de comida iba en aumento, pues la familia seguía creciendo. La solución a sus problemas, la seguían encontrando en los viajantes que asaltaban, pero ésta vez transportaban el cadáver a la caverna, donde era devorado. Se aficionaron a la carne humana.
Durante 25 años estuvieron desapareciendo viajeros en las extensiones rocosas de Galloway; lo único que se encontraba de los desaparecidos eran restos, partes de los cuerpos halladas ocasionalmente en la costa, despojos que no solían consumir y arrojaban al mar.

Estos restos humanos suscitaban las más diferentes teorías. Una de ellas era que los viajantes podrían estar siendo atacados por una manada de lobos; sin embargo, ésta hipótesis no se sostuvo durante mucho tiempo pues no sólo desaparecían individuos que viajaban solos, sino que también se echaron en falta a grupos, en ocasiones atacaban a grupos de cuatro, cinco e incluso seis personas si iban a pie, eso sí, nunca a más de dos si iban a caballo. Eran muy cuidadosos asegurándose las posibles vías de escape y nunca dejaban a nadie con vida.