miércoles, 16 de diciembre de 2015

Leyendas en Catalunya (El campanario maldito de Santa María del Pi)

Antiguamente se creía que el campanario de la iglesia del Pi era frecuentado por el mismo diablo, y para probarlo se mostraba a los incrédulos uno de los escalones de la torre, concretamente el numero cien, en el cual antes había grabado un diablo que parecía bailar sobre la piedra.
El maestro del grabado fue el maestro de obra que acabó el campanario, que no era el mismo que lo comenzó.
Algunos maestros de obra sufrían una maldición que les impedía terminar aquello que habían empezado. Esto mismo le pasaba a este. Tantas veces intentaba terminar la obra, tantas se le derrumbaba al día siguiente. Desesperado decide hacer un trato con el diablo, diciéndole que le daría el alma si le ayudaba.  Lucifer en persona atiende su suplica y le dice que le ayudaría si, llegando al escalón cien, le entregaba su alma.
Firman un contrato y enseguida, el maestro de obras, comprueba que todo lo que antes se le derrumbaba ahora tenía una gran solidez y las obras avanzaban a una gran velocidad. Pero cuando vio que iban llegando al escalón noventa y nueve ordenó que dejaran la obra y siguieran por otro lado.
A partir de este momento la obra volvió a ralentizarse tanto que el hombre murió de viejo habiendo conseguido burlar el pacto con el diablo.
Pero el campanario debía terminarse y un nuevo maestro de obras toma posesión del cargo, y como conocía la historia, no se sabe si como burla al diablo o como tributo a su antecesor, grabo esa imagen del diablo en el escalón numero cien. Pero al diablo no le debió de gustar mucho la broma porque planeó una buena venganza.
Los maestros de obra no suelen sufrir de vértigo, lo que se llamaba "mal de campanario", pero si alguno lo sufría en algún momento dado, esto es signo inequívoco de que el edificio amenazaba ruina.
Bien, el dia que acabaron la construcción y todos los obreros subieron al punto más alto de la torre para hacer la ultima inspección, el maestro, de repente, se apoya contra una pared pálido como un muerto, con los ojos fuera de las orbitas y los labios temblorosos y confiesa a sus compañeros que veía como todas las casas y los edificios de los alrededores, y hasta las torres de la catedral, se movían como bailando una diabólica danza y que acabarían cayendo sobre la iglesia del Pi y la aplastarían.
Comprendieron los obreros lo que le pasaba, y sin pensarlo dos veces, hicieron lo único que se podía hacer en esta situación para conjurar la maldición: cogieron al maestro de obras y lo tiraron desde el campanario.
Con esto el diablo debió de darse por satisfecho y dejar de rondar por la iglesia, pero no fue así, y de tanto en tanto se manifiesta para que los barceloneses no olviden a quien le deben la construcción de esta torre.
En la fachada de la iglesia hay una lápida con una inscripción pero, que tiene que ver esto con el diablo?
Josep Oriol Mestres, padre del poeta Apel.les Mestres, era el maestro de obras mayor de Barcelona. Los hechos que explica la lápida tuvieron lugar mientras se hacia una procesión por la beatificación de Sant Josep Oriol, enterrado en esta misma iglesia, el cual fue el que contrarrestó la acción del diablo, protegiendo al maestro de morir en la caída. Molesto por la intervención del santo, el diablo decidió intentarlo de nuevo el mismo día de la beatificación y aprovechando que la plaza estaba llena de gente, rompió la cuerda de la gran campana del Pi y la hizo caer en medio de la concurrencia. Por suerte Sant Josep Oriol volvió a intervenir y consiguió desviar la caída allí donde no pudo causar mal.
Entonces el rector de la parroquia consideró que el diablo no tenia derecho a rondar por el templo, aunque fuera en forma de grabado, y hizo que se borrara su figura del escalón.

fuente:  https://magisquam.wordpress.com

Asesinos en Serie (Dean Corll [IV])

La noche del 8 de Agosto de 1973, Henley llevó a su novia Rhonda y a Tim Kerley a la casa de Corll, quien se molestó en el instante que vio a la chica, después de unas cervezas y un poco de hierba se calmó. En algún momento los tres adolescentes perdieron el conocimiento y se levantaron atados, Henley se despertó cuando estaba siendo esposado por Corll, sabiendo lo que le esperaba logró convencerlo de que lo deje libre y lo ayudaría, Dean aceptó, y tras intentar violar a Tim Kerley, el joven luchó tanto que Dean frustrado salió de la habitación, en ese momento Henley tomó el arma que Corll había dejado, una pistola calibre 22. Cuando Corll regresó, intentó atacar a Henley pero éste le disparó seis veces: en la espalda, hombro y cabeza.
El asesino serial había muerto y Henley, resignado ante la culpa, llamó a la Policía. Mientras esperaban éste le dijo a Tim: "me hubieran dado $200 por ti". Cuando los oficiales interrogaron al cómplice, este les contó todo sobre los asesinatos, la Policía, escéptica, no creía la historia hasta que Henley les mencionó algunos nombres de los adolescentes desaparecidos.
Al investigar el apartamento se toparon con una oscura verdad. Dean Carll los había matado a todos en su cámara de tortura.

Un cuarto oscuro, diseñado sólo para la tortura y la muerte, un cuarto investido de un extraño olor. Tenía un piso alfombrado cubierto por plástico y una larga tabla con esposas adjuntadas, la cual sería el último lugar de reposo de las víctimas. Habían cuerdas y varios juguetes sexuales, objetos todos que describían la naturaleza de los crímenes. También había un extraño cajón de madera con huecos hechos para que el aire entre.
A ese terrible lugar Corll llevaba a los jóvenes (de 13 a 20 años) que elegía como presas. Ahí los desnudaba, los violaba y los atormentaba haciéndoles cosas como meterles gruesos consoladores que les dejaba metidos en el ano; o, peor aún, duras, frías y lacerantes varillas de acero… También solía introducirlos en cajas de madera, donde tras cierto tiempo sus víctimas experimentaban agudos calambres. Gustaba de arrancarles el vello púbico, pelo por pelo. Y era cada vez más sádico, ya que llegó a un punto en que les partía los dedos, les quebraba a martillazos los omoplatos y otros huesos de piernas y brazos, los asfixiaba con bolsas plásticas, les hacía cortes en tal o cual parte del cuerpo, e incluso, a algunos los castraba con tijeras, cuchillos, y hasta navajas de afeitar…

En los días que siguieron después de la muerte de Corll, Henley llevó a los oficiales al cementerio personal de Corll. Cerca del cobertizo de su bote había un terreno donde, tras cavar por algunas horas, descubrieron varios cuerpos bañados en cal y envueltos en plástico. Y es que Corll, según contaron ex empleados de la dulcería, solía comprar a menudo unos rollos de plástico transparente; eran estos los royos con los que envolvía a los cadáveres de sus víctimas, atando los extremos de tal forma que los muertos pareciesen caramelos. Pero Henley no se detuvo allí, y tras confesar toda su participación, los llevó al resto de “cementerios” que Corll había creado en todo Houston. La Policía descubrió un total de 27 cadáveres, que al ser examinados mostraban señales de haber sido estrangulados y torturados, algunos también habían sido castrados, otros fueron muertos a balazos, algunos tenían objetos insertados por el recto, y absolutamente todos habían sido sodomizados.
Cuando la investigación y búsqueda de cadáveres estaba terminando, Henley insistió en que faltaban tres cuerpos más que habían asesinado, cuerpos que jamás fueron encontrados. Aunque sí descubrieron dos huesos que no eran de las víctimas encontradas cerca del cobertizo del bote de Corll, por lo que no se descarta que hubiese más víctimas que nunca aparecieron.

fuente: http://www.asesinos-en-serie.com

Asesinos en Serie (Dean Corll [III])

La Policía por su parte recibía muchos reportes de jóvenes desaparecidos o jóvenes fugados de sus casas, aunque los padres negaban que sus hijos escaparan de casa. Las víctimas a menudo estaban solas o en parejas, y eran invitadas a las fiestas en el apartamento de Corll. Los jóvenes que frecuentaban esos eventos eran amigos de Henley o Brooks, excepto Malley Winkle y Billy Baulch, quienes trabajaron con Dean en la empresa de dulces en los sesenta.
La investigación apuntaba a Corll como sospechoso, pero los comentarios de las personas no eran testimonios positivos para la investigación, puesto que todos los interrogados confirmaban que Dean era un hombre bueno
Los homicidios de Corll mostraban el mismo modus operandi: los adolescentes eran estrangulados, muertos por disparos y violados. De acuerdo con los reportes policíacos, el orden de las desapariciones seria el siguiente:
– 25 de Septiembre de 1970: Jeffrey Konen de 18 años. Enterrado en High Island Beach.
– 15 de Diciembre de 1970: Danny Yates de 15 años y James Glass de 14, desaparecieron en una reunión de su religión, engañados por David Brooks, ambos fueron torturados y estrangulados por Corll.
– 30 de Enero de 1971: Donald Waldrop de 17 años y Jerry Waldrop, 13, quienes de acuerdo con Brooks, el padre de ambos era un constructor que en aquel tiempo trabajó en un apartamento continuo al de Corll cuando éste los estranguló.
– 9 de Marzo de 1971: Randell Lee Harvey de 15 años desapareció camino a su casa, cerca de una estación de gasolina. Corll le disparó en la cabeza y lo sepultó con el resto, cerca del cobertizo de su bote. Su cuerpo fue identificado el 17 de Octubre del 2008.
– 29 de Mayo de 1971: David Hilligeist de 13 años, desapareció yendo a la piscina local, David era uno de los amigos de la infancia de Henley. Malley Winkle de 16 años, antiguo empleado de la tienda de dulces y novio de la hermana de Randell Lee fue visto por última ocasión subiendo junto con Hilliegeist a una furgoneta blanca.
– 17 de Agosto de 1971: Ruben Watson de 17 años desapareció yendo al cine, esta fue la última víctima identificada antes que Henley comenzara a participar en los secuestros y asesinatos.
– 24 de Marzo de 1972: Frank Aguirre de 18 años, era el novio de Rhonda Williams, cuya presencia en la casa de Corll desató la confrontación final entre Henley y Dean. Frank fue enterrado en High Island Beach.
– 21 de Mayo de 1972: Johnny Dejome de 16 años y Billy Baulch de 17 años, desaparecieron yendo a la tienda, Henley lo estranguló y después le disparó en la cabeza. Billy trabajó con Dean en la tienda de dulces durante los sesenta, fue enterrado en High Islan beach.
– 2 de Octubre de 1972: Wally Jay Simoneaux de 14 años y Richard Hembree de 13, fueron vistos por última vez junto a una furgoneta blanca aparcada en una tienda. Fueron enterrados cerca del cobertizo del bote de Corll.
– 22 de Diciembre de 1972: Mark Scott de 18 años fue torturado y asesinado por Corll, Mark era amigo de Henley y Brooks.
– 4 de Junio de 1973: Billy Ray Lawrence de 15 años, su caso fue diferente porque Corll lo mantuvo con vida por cuatro días antes de matarlo y enterrarlo en el lago Sam Rayburn. Billy era amigo de Henley.
– 15 de Junio de 1973: Ray Blackburn de 20 años, era de Lousiana, estaba casado y tenía un hijo. Fue la víctima más adulta de Corll.
– 13 de Julio de 1973: Homer García de 15 años, conocía a Henley por los cursos de conducción. Le dispararon y enterraron en el lago Sam Rayburn.
– 19 de Julio de 1973: Tony Baulch de 15 años. Corll asesinó a su hermano mayor el año anterior, Tony fue enterrado cerca del cobertizo de su bote.
– 25 de Julio de 1973: Marty Jones de 18 años y su amigo Charles Cary Cobble de 17 fueron vistos por última vez en la compañía de Henley. A Charles le dispararon dos veces en la cabeza.
– 3 de Agosto de 1973: James Dreymala de 13 años se convertiría en la última victima de Corlls, él fue engañado para que entre al apartamento de Dean en Pasadena a recolectar tapas de las botellas de sodas para venderlas.

Asesinos en Serie (Dean Corll [II])

En 1964 Corll se alistó en el servicio militar a pesar de su condición cardíaca, durante su tiempo como soldado se dio cuenta de su homosexualidad, por este motivo fue dado de baja después de haber servido por 10 meses. Pronto regresó a la tienda de dulces para ayudar a su madre. Con el tiempo se convirtió en el dueño de la empresa y daba dulces gratis a los niños para que visiten la tienda, a muchos de los locales les parecía extraño que Corll pase mucho tiempo con niños y en especial con adolescentes, sin embargo nadie se acordó de esto cuando las desapariciones de jóvenes comenzaron a producirse.
Después del tercer matrimonio fracasado de su madre en 1968, Mary se mudó a Colorado. Ella y Dean se mantenían en contacto por teléfono, pero ella jamás volvió a ver a su hijo de nuevo. La empresa de dulces empezó a fallar y, como su padre antes que él, Dean tomó un trabajo de electricista en “Houston Lighting and Power Company”, lugar donde trabajó hasta el día que lo mataron.
Cuando había cumplido los 30 años experimentó un severo cambio de personalidad volviéndose híper sensitivo y tétrico. Entonces empezó a pasar más tiempo con adolescentes y a hacer reuniones donde se drogaban con fundas de papel que contenían pintura o pegamento.
Lo más extraño de Corll era tal vez la elección de sus amigos, quienes en gran parte eran adolescentes masculinos entre 13 y 20 años. De todos sus conocidos sólo dos eran bien cercanos a Dean: Elmer Wayne Henley de 14 años y David Owen Brooks de 15 años.
Los tres pasaban mucho tiempo en la casa de Corll o paseando en su furgoneta blanca, pero en una ocasión Brooks entró al apartamento de Dean para encontrarlo desnudo con dos muchachos atados y desnudos también, tan nervioso se puso Corll, que liberó a los jóvenes y le regaló el coche a Brooks para comprar su silencio. Pronto la demencia de Corll le llevó a ofrecerles a David y a Wayne la cantidad de $200 por cada muchacho que le trajesen.

La característica que todas las víctimas compartían era que todos eran adolescentes hombres de menos de veinte años. El primero en morir fue Jeffrey Konen de 18 años, quien desapareció el 25 de Septiembre de 1970, mientras hacía autostop. Konen fue dejado en la esquina de la carretera de Westheimer, fue recogido por Corll, quien le ofreció llevarlo a su casa en Braeswood Place. La amable apariencia convenció al joven Jeffrey de subirse al coche. Konen fue la única víctima de esa edad y que no vivía en el barrio de Corll. El resto de la víctimas eran adolescentes mas jóvenes que vivían en Houston Heights, un barrio pobre, una de ellos fue Homer García de 15 años, quien conoció a Henley cuando estudiaba en la escuela de conducción, él fue invitado a una de las fiestas en la casa de Corll.


Asesinos en Serie (Dean Corll [I])

Dean Arnold Corll nació en Fort Wayne (USA) irónicamente el 24 de diciembre de 1939. Su padre Arnold Edwin Corll no era una figura muy estable, pues castigaba a sus hijos severamente por el más pequeño error. Debido a las constantes peleas con su esposa Mary Robinson, ambos se divorciaron cuando Dean apenas era un niño, sin embargo se volvieron a casar después de la Segunda Guerra Mundial.

Cuando se separaron por última ocasión, Dean y Stanley (su hermano menor) fueron a vivir con las hermanas mayores de su madre, debido a que Mary tenía que trabajar para mantener a sus hijos. Dean enfermó por una fiebre reumática que le ocasionó un soplo cardíaco y para alejarse de su padre se mudaron a Pasadena, Texas.

Allí, y sin ningún tipo de ayuda, empezó a formar su propio negocio de caramelos de nuez. Había contraído matrimonio por segunda vez; pero las cosas fueron de mal en peor y terminó divorciándose nuevamente, lo cual afectó a su próspero negocio. Su nuevo marido se apropió de la empresa y Mary debió empezar desde cero, esta vez produciendo dulces en su propia cochera, con ayuda del joven Dean. Al parecer Mary West tenía bastante buen manejo de sus negocios, pues la nueva fábrica de dulces, instalada en su propio garage, empezó a dar bastantes dividendos y pronto logró arrendar un galpón y contrató a varios empleados. Era evidente que estaba superando sus propias expectativas y, de paso, las ventas que generaba su segundo ex marido con su empresa.
En los estudios Dean era percibido como un buen estudiante de impecable aspecto disciplina. Dean utilizaba parte de su tiempo para ayudar día y noche a su madre, y seguir con sus estudios, pero la condición de su corazón limitó sus aspiraciones atléticas, por lo que se dedicó a estudiar Música y aprendió a tocar el trombón. Cuando Dean tenía 19 años se mudaron nuevamente, en esta ocasión a Houston Heights, lugar donde abrieron una pequeña tienda. Tras el segundo divorcio de su madre, Mary nombró a Dean como vicepresidente de la compañía, él se cambió a un departamento justo encima de la tienda. El negocio iba por buen camino y ya contaba con algunos empleados, Corll pasaba mucho de su tiempo libre en la compañía de jóvenes menores que él y tenía el habito de regalar dulces a los niños locales, razón por la cual los medios de comunicación le dieron el apodo "El Hombre de Los Dulces" (Candyman) una vez que sus crímenes se dieron a conocer.