Antiguamente se creía que el campanario
de la iglesia del Pi era frecuentado por el mismo diablo, y para
probarlo se mostraba a los incrédulos uno de los escalones de la torre,
concretamente el numero cien, en el cual antes había grabado un diablo
que parecía bailar sobre la piedra.
El maestro del grabado fue el maestro de obra que acabó el campanario, que no era el mismo que lo comenzó.
Algunos maestros de obra sufrían una
maldición que les impedía terminar aquello que habían empezado. Esto
mismo le pasaba a este. Tantas veces intentaba terminar la obra, tantas
se le derrumbaba al día siguiente. Desesperado decide hacer un trato con
el diablo, diciéndole que le daría el alma si le ayudaba. Lucifer en
persona atiende su suplica y le dice que le ayudaría si, llegando al
escalón cien, le entregaba su alma.
Firman un contrato y enseguida, el
maestro de obras, comprueba que todo lo que antes se le derrumbaba ahora
tenía una gran solidez y las obras avanzaban a una gran velocidad. Pero
cuando vio que iban llegando al escalón noventa y nueve ordenó que
dejaran la obra y siguieran por otro lado.
A partir de este momento la obra volvió a
ralentizarse tanto que el hombre murió de viejo habiendo conseguido
burlar el pacto con el diablo.
Pero el campanario debía terminarse y un
nuevo maestro de obras toma posesión del cargo, y como conocía la
historia, no se sabe si como burla al diablo o como tributo a su
antecesor, grabo esa imagen del diablo en el escalón numero cien. Pero
al diablo no le debió de gustar mucho la broma porque planeó una buena
venganza.
Los maestros de obra no suelen sufrir de
vértigo, lo que se llamaba "mal de campanario", pero si alguno lo sufría
en algún momento dado, esto es signo inequívoco de que el edificio
amenazaba ruina.
Bien, el dia que acabaron la construcción
y todos los obreros subieron al punto más alto de la torre para hacer
la ultima inspección, el maestro, de repente, se apoya contra una pared
pálido como un muerto, con los ojos fuera de las orbitas y los labios
temblorosos y confiesa a sus compañeros que veía como todas las casas y
los edificios de los alrededores, y hasta las torres de la catedral, se
movían como bailando una diabólica danza y que acabarían cayendo sobre
la iglesia del Pi y la aplastarían.
Comprendieron los obreros lo que le
pasaba, y sin pensarlo dos veces, hicieron lo único que se podía hacer
en esta situación para conjurar la maldición: cogieron al maestro de
obras y lo tiraron desde el campanario.
Con esto el diablo debió de darse por
satisfecho y dejar de rondar por la iglesia, pero no fue así, y de tanto
en tanto se manifiesta para que los barceloneses no olviden a quien le
deben la construcción de esta torre.
En la fachada de la iglesia hay una lápida con una inscripción pero, que tiene que ver esto con el diablo?
Josep Oriol Mestres, padre del poeta
Apel.les Mestres, era el maestro de obras mayor de Barcelona. Los hechos
que explica la lápida tuvieron lugar mientras se hacia una procesión
por la beatificación de Sant Josep Oriol, enterrado en esta misma
iglesia, el cual fue el que contrarrestó la acción del diablo,
protegiendo al maestro de morir en la caída. Molesto por la intervención
del santo, el diablo decidió intentarlo de nuevo el mismo día de la
beatificación y aprovechando que la plaza estaba llena de gente, rompió
la cuerda de la gran campana del Pi y la hizo caer en medio de la
concurrencia. Por suerte Sant Josep Oriol volvió a intervenir y
consiguió desviar la caída allí donde no pudo causar mal.
Entonces el rector de la parroquia
consideró que el diablo no tenia derecho a rondar por el templo, aunque
fuera en forma de grabado, y hizo que se borrara su figura del escalón.
fuente: https://magisquam.wordpress.com
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