
John Reginald Halliday Christie nace el 8 de Abril de 1898 en Halifax (Gran Bretaña). 
Contaba con el cariño de sus seis hermanos y de su madre, aunque no se 
podía decir lo mismo de su padre, de carácter severo y autoritario. Fue 
un buen estudiante e incluso llegó a ser monitor de los boy scout. En su
 adolescencia sufrió una gran humillación y se convirtió en el blanco de
 las burlas de sus compañeros. Éstos, al enterarse que Christie era 
impotente, comenzaron a llamarle "Reggie no puede".
 A los 17 años es sorprendido robando 
dinero mientras trabajaba como oficinista en la Policía Local. A raíz de
 esto su padre le echa de casa. A los 18 años es reclutado para la 
Primera Guerra Mundial, donde fue gaseado, esto le permitió 
posteriormente recibir una pensión por incapacidad.
En mayo de 1920 se casa con Ethel 
Waddington. En años posteriores es encarcelado en varias ocasiones por 
robo de dinero y en 1924 pasa varios meses en prisión. Como consecuencia
 de su conducta delictiva, Ethel le abandona en 1929.
Christie se dedica a malvivir y 
vagabundear y, tras pasar por prisión en repetidas ocasiones, decide 
escribir a su mujer y pedirle que regrese; ésta accede y se queda con él
 hasta su muerte.
En 1938, a la edad de 40 años, John y su
 mujer se trasladan al nº 10 de Rillington Place, que se convertiria en la casa de los horrores. Al comienzo de la IIª Guerra Mundial, Christie se postuló para integrar las fuerzas de la polícia, y fue aceptado para el cargo de policía de Harrow Road, sin investigar sus antecedentes penales. Christie entabló entonces una relación con una mujer que allí trabajaba, y cuyo marido era un soldado que combatía en el frente; esta relación duró hasta diciembre de 1943, cuando el marido les sorprendió juntos en la cama, dando a Christie una paliza.
Es en Agosto de 1943, mientras 
investigaba a un hombre por robo, cuando conoce a su primera víctima, 
Ruth Fuerst, una prostituta de 17 años. Aprovechando que Ethel está 
ausente, Christie invita a la joven a su casa y después de tomar el té 
la estrangula; a continuación entierra el cadáver en el jardín trasero.
Despertando así su vena más sádica y descubriendo el monstruo que había latente dentro de él desde su niñez.