Este
espectáculo se prolongó hasta que llegó la madrugada, que fue cuando el
Diablo desapareció y las brujas volvieron a subir a sus escobas para
marchar a continuación; la bruja colgada había desaparecido misteriosamente.
Todos los habitantes de cada población se reunieron aquella tarde de
sábado a sus respectivas plazas, formando varias corros y, con la
melodía de varios músicos con grajillas y violines, empezaron a bailar
durante un buen rato, hasta que se hizo de noche.
Las brujas, que en ese momento se dirigían al aquelarre en sus escobas,
viendo que todos los poblados hacían gran fiesta con sus danzas,
lanzaron un grito estridente y marcharon cada una en una dirección
diferente, sin que ninguna de ellas se dirigiera al Dolmen.
El pescador, atemorizado y conmocionado por lo que había visto, no
volvió al pueblo hasta que el Sol se encontró bien alto en el cielo, y
se dirigió directamente a casa del alcalde para referirse todo lo que
habían hecho las brujas durante aquella noche, suponiendo que era lo que
hacían cada sábado.
El alcalde quería hacer fuera de la zona las brujas y, tras pensar
durante un buen rato, resolvió que la mejor manera de hacerlo era
adoptando como propia la danza de las brujas, las que no se atreverían a
presentarse ante el Diablo y bailar una danza que hacía el pueblo, por
lo que deberían emigrar a un lugar donde no se conociera esta danza. Decidido esto, decidió también enseñar a los pueblos vecinos, a fin de que las brujas la vieran bien.
Así, durante esa semana se reunieron todas las tardes los habitantes de
los pueblos de la comarca con el fin de ensayar la danza, aleccionados
por el joven pescador, que era el único que la conocía y que la enseñó a
los representantes de los diversos poblados. Y decidieron ponerla en práctica sábado por la noche, para que las brujas la vieran cuando se dirigieran al Aquelarre.
Habiendo escuchado los gritos y habiendo visto marchar las brujas,
todos los habitantes llamaron de alegría, saltaron e hicieron una gran
fiesta que duró toda la noche para celebrar que se habían deshecho de
las brujas.
Pero aún temían su regreso, por lo que para asegurarse de mantenerlas
alejadas decidieron realizar la danza popular cada sábado por la tarde.
Y no sólo a los pueblos alrededor del Dolmen, sino que la voz corrió y
pronto todos los pueblos de Cataluña adoptaron la danza para alejar las
brujas.
Dado que el pescador que pasó toda la noche contemplando el Dolmen y
descubrió la danza de las brujas era procedente de la Cerdanya, la danza
recibió el nombre de sardana, que se convirtió en nuestra danza popular
y mantuvo desde entonces nuestra patria libre de brujas.
fuente: http://llegendescatalanes.blogspot.com/2011/03/llegenda-del-dolmen-de-pedra-gentil.html