lunes, 28 de noviembre de 2016

Literatura Catalana (Alfred Badia i Gabarró [IV])

En 1970 el Departamento de Filología Hispánica de la Universidad Autónoma de Barcelona contrató Alfred Bahía como profesor no numerario de lengua catalana, con docencia en la Facultad de Filología y en la de Periodismo. El reciclaje como profesor de filología (en diálogo) con la hija y el yerno, Xavier Lamuela, que entonces cursaban aquella carrera, fue compatible con la obtención de algunos premios literarios modestos. Pero una obra de teatro y un libro de poemas aparecieron finalmente en colecciones comerciales de textos en catalán: "Una croada", los "Llibres de l'escorpí". "Teatre", de Ediciones 62 (1971) y "Presó de cendra", los "Llibres de l'Óssa Menor", de Aymà Editora (1976). "Les Edicions del Mall", en cambio, publicaban en 1979 la traducción poética de Los sonetos a Orfeo, un trabajo que al año siguiente obtuvo el Premio Serra d'Or.

La jubilación del 1977 fue el inicio de una intensa labor de corrector de estilo, siempre al servicio de una lengua catalana que quería genuina y controlada sin dejar de ser viva, dúctil y creativa: ni heavy ni light. Lo explicó en multitud de artículos y lo aplicó a la revisión anónima de anuncios publicitarios, revistas especializadas, libros de teología, novelas y hasta discursos políticos del más alto nivel. Pero la jubilación también le proporcionó ocio para asistir a cursos, actos y conferencias de pensamiento y de literatura, especialmente las del Colegio de Filosofía de Barcelona, ​​donde entabló una provechosa amistad con el filósofo Ramon Alcoberro. Además de pasar los veranos en Campelles, en el Valle de Ribes; allí disfrutar del estimulante conversación de David Jou, profesor de física y poeta.

Lola Badia, acaecida profesora de literatura catalana medieval, incorporó a su padre en varias tareas divulgativas, como la traducción poética de sesenta poemas de trovadores, para "Les millors obres de la literatura catalana" de Ediciones 62 (1982), y de "23 poemes de trobairitz", para la colección "Clàssiques Catalanes" de Ediciones la Sal (1988). El primero de estos recopilaciones mereció nuevamente el Premio Serra d'Or de traducción. Forman parte de este sector de actividades algunos artículos especializados sobre técnicas de traducción poética y trabajos de interpretación de autores literarios catalanes (Espriu, Carner, Foix). " El llibre Crítica, somni, projecte, recerca" (1988) reúne lo mejor de las publicaciones dispersas de Alfred Bahía, desde ensayos de historia del pensamiento catalán de finales de los años cincuenta en reseñas críticas recientes. Pero hay mucho material que queda al margen, sobre todo las publicaciones en la prensa diaria, que lo ocuparon intensamente a partir de 1983. Colaboró ​​en el "Diari de Barcelona", ​"​Avui", "La Vanguardia", el "Diari d'Igualada" y también en publicaciones combativas como "El Llamp i Llengua Nacional". Se trata de artículos que tratan los temas más diversos relacionados con la actualidad política y cultural, siempre desde una perspectiva crítica personal, muy a menudo abiertamente polémica. Todavía hay una obra más dispersa: "Els contes per a infants", algunos de los cuales aparecieron en las páginas del "Cavall Fort" y del "Tretzevents".

En 1990 "Quaderns Crema" publicaba la recopilación de poesías Anteriormente era el amanecer en un momento en que Alfred Bahía planeaba poner finalmente por escrito "su filosofía". El Anuario de la Societat Catalana de Filosofía en publicó una muestra en 1994: "L'home real o la veritat jo-cos", pero el libro que la presentaba toda de forma sistemática, acabado el verano de 1993, es inédito . El 27 de abril de ese año, gravemente enfermo de una afección hepática, recibió la Creu de Sant Jordi. El último recopilación de poesía, "La llet astral de l'espiritrompa", vio la luz póstumamente, tras su fallecimiento el 24 de marzo de 1994.

Literatura Catalana (Alfred Badia i Gabarró [III])

La movilización llevó Alfred Bahía en Aragón, concretamente en la zona de Barbastro, donde tuvo tiempo para leer y escribir teatro y poesía, que se perdieron en la confusión de los bombardeos y de la retirada. La compañía del practicante Alfred Bahía pasó la frontera de El Pertús a finales del 1938 y fue a parar al campo de concentración de Argelès. Tras superar una infección de fiebre tifoidea Alfred Bahía optó por volver a Barcelona con su madre, que había estado gravemente enferma durante la guerra.

Reanudó, pues, el trabajo de gerente comercial en la misma empresa donde se había estrenado; la losa del franquismo alentó un resurgimiento de la fe católica de los años de niño. Hundido y derrotado, Alfred Bahía buscaba desde el primer momento resquicios que permitieran actuar a favor de la lengua, pero los primeros cuarenta las opciones eran nulas, especialmente en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Barcelona donde había matriculado . Los cursos comunes le obligaron a aprender los rudimentos del griego clásico y mejorar su latín, pero también perfeccionó por su cuenta los conocimientos de italiano, de francés, de inglés y de alemán. Pere Font y Puig fue el catedrático que imponía más respeto y admiración; en cambio la relación con Tomás Carreras Artau fue más personal y fluida.

En 1948 Alfred Bahía ya tenía 36 años cuando obtuvo la licenciatura en filosofía (con Premio Extraordinario). Aunque ocasionalmente escribió reseñas y textos de encargo sobre historia del pensamiento catalán, la urgencia de ganarse la vida le apartó del mundo académico. El 15 de septiembre del año anterior contrajo matrimonio con una antigua compañera del Ateneo, María Dolores Pàmies, que después de la guerra había tenido que dejar la carrera de maestra de la República y se dedicaba a la enseñanza privada . Fue por influencia de su mujer que Alfred Bahía aconteció profesional de la enseñanza secundaria. Pronto encontró trabajo en el Colegio de los Jesuitas de la calle Caspe. Y continuaba escribiendo poemas y piezas de teatro en catalán con pocas esperanzas de ser leído, ni siquiera si algún día acababa de traducir en verso catalán todos "Los sonetos a Orfeo" de Rainer Maria Rilke, descubiertos a principios de los cincuenta.

Cuando la dictadura franquista comenzó a tolerar el uso público del catalán en los años sesenta, Alfred Bahía se apresuró para estar presente en todos los actos relacionados con las letras del país, desde los encuentros en Cantonigròs, a los Premis de la Nit de Santa Llucía, a las reuniones de la Penya Santamaria. En 1961 esta asociación le concedió un premio de teatro para una comedia agridulce protagonizada por una mujer cibernética: "Calpurnia". La Agrupación de Arte Dramático de Barcelona la representó, censurada y en sesión única, en el Palau de la Música Catalana el año siguiente. Alfred Bahía comenzaba su aventura de escritor a los cincuenta años. Los aires de modernización de la Iglesia del papa Juan XXIII y de su Concilio Vaticano II propiciaron un beneficioso relajamiento de las relaciones de Alfred Bahía con la fe católica.

Antes de dejar de trabajar en el Colegio de los Jesuitas de Caspe, organizó allí clases de catalán voluntarias para los alumnos de bachillerato superior. También promocionaba el uso del catalán en la escuela femenina Betania, donde enseñaba, finalmente, filosofía. En cambio, en la Institución Cultural del CIC, tuvo la oportunidad de hacer cursos regulares de lengua, aparte de obtener allí encargos de historia del pensamiento y de materias de bachillerato, con el apoyo de uno de los directores, Joan Triadú. Durante los actos del centenario de Pompeu Fabra de 1968 Alfred Bahía fue singularmente activo y entusiasta. El mismo año publicó el primer libro de poesías: "Urgencies". Por otra parte, la Editorial Ariel le confió la versión catalana de dos obras del teólogo protestante Paul Tillich (Los fundamentos se tambalean y La presencia del Eterno).

Literatura Catalana (Alfred Badia i Gabarró [II])

Un anuncio del Ateneo Enciclopédico Popular le cambió la vida, en el sentido que le descubrió que había algo infinitamente más atractiva que la gimnasia, el atletismo, los combates de boxeo, el teatro y los bailes de barrio: prepararse para ir a la Universidad. El bachillerato oficial español del momento seguía unos desfasados ​​planes de estudio de principios de siglo y algunos catedráticos del Instituto Balmes eran piezas de museo, pero Alfred Bahía y los compañeros entusiastas del Ateneo: Carlos Biosca, Alexandre Blasi, Pere Folch Josep Maria Mompió, José Ruestes, Eduard Segalàs, Jordi Segalés, José Vinyolas, los hermanos Pàmies, y tantos otros que devoraron los contenidos de las materias programadas, dispuestos a convertirse en ciudadanos cultos de primera. Alfred Bahía comprendió que el mundo tenía una dimensión pensable, investigable, penetrable a través de la información, la reflexión y el esfuerzo intelectual. La filosofía, en concreto, era la herramienta que enseñaba a pensar de forma independiente y "sin prejuicios", "poniendo entre paréntesis" la doctrina católica que le había sido inculcada en la escuela con métodos "terroristas". Mientras las instituciones catalanas oficiales dependientes de la Generalitat y la emergencia pública del uso del catalán iban dando un sentido político al patriotismo heredado del ambiente familiar. Votó convencido la Izquierda Republicana de aquellos años, a pesar de las tendencias anarquistas y marxistas generales entre los compañeros del Ateneo, con quien estableció una complicidad que debía durar toda la vida.

El catalanismo de Alfred Bahía nació como un impulso de adhesión a la lengua de un país, que se puede formular en los términos de un juramento de fidelidad irrenunciable. A través de la lengua venían la literatura, especialmente la poesía (Maragall, Verdaguer, Sagarra, Carner, Riba) y el amor en el territorio, con el excursionismo incorporado y el embeleso del barcelonés ante los paisajes salvajes de alta montaña. La historia le interesaba, pero menos: el catalanismo era un compromiso de acción, una forma de religión laica nacida del entusiasmo y del reencuentro de unos valores: la lengua y el país. Era una de las primeras certezas (en sentido epistemológico estricto, desde su punto de vista) que descubría por su cuenta. Participó en los Jocs Florals de Barcelona de 1932 con el poema "A Ella". Orden de poesía.

En 1937 obtuvo dos nuevas titulaciones: la de profesor de catalán de la Generalitat y la de practicante de medicina y cirugía de la República Española, que desde el 18 de julio de 1936 estaba en guerra a raíz de la sublevación del general Franco. Este último título servía para ir al frente "sin disparar un tiro», aunque Alfred Bahía no confiaba demasiado en las propias habilidades manuales a la hora de asistir eficazmente los heridos. El primer título, en cambio, debía tener una proyección profesional que las circunstancias se ocuparon de hacer inviable hasta las postrimerías del régimen que se instauró en 1939, es decir hasta los años setenta. Para convertirse en profesor de catalán de la Generalitat tuvo la oportunidad de hacer un curso de gramática normativa con Pompeu Fabra en la Universidad de Barcelona. Los apuntes de aquel curso, cuidadosamente pasados ​​en limpio y conservados con devoción toda la vida, forman parte del volumen II de las Obras Completas de Fabra publicadas por Jordi Mir y Joan Solà.
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Literatura Catalana (Alfred Badia i Gabarró [I])

Nacio en Barcelona, el 19 de setembre de 1912 - Barcelona 24 de marzo de 1994. Como el padre, el contable Manuel Bahía Gatuelles, contrajo una enfermedad que le apartó de la vida familiar cuando el hijo tenía ocho años, el chico fue educado por la madre, Conchita Gabarró Boix, que procedía de Monistrol y regentaba un taller de modista en el domicilio privado.

El chico crecía alto y delgado y los médicos le prescribían estancias fuera de la ciudad, destinadas a reforzar su salud. De ahí los veranos pasados ​​en Sant Vicenç dels Horts, un lugar donde el "niño de piso" encontraba compañías infantiles adecuados para aprender a jugar al fútbol. Cuando Puyal a partir de 1976 se propuso normalizar el uso del catalán en las transmisiones radiofónicas de este deporte, Alfred Bahía, que la había conocido en la Universidad Autónoma, sacó partido de haber aprendido a jugar a pelota en el campo y en catalán proporcionándole un cordial asesoramiento lingüístico.

La primera escuela donde fue fue el Colegio de Sant Josep, situado en la calle de Montcada junto al de Carders. Más tarde ingresó en el Colegio de los Jesuitas de la calle Caspe, con una beca "de favor" para cursar estudios de comercio. El método usado por los padres jesuitas para inculcar los preceptos de la fe y muy especialmente las amenazas relacionadas con el castigo eterno impresionaron la sensibilidad del joven de una forma que de adulto calificaba de "devastadora". A los quince años Alfred Bahía ya era gerente comercial, es decir que tenía un título que le permitía empezar a trabajar, y lo hizo a la agencia de cambio y bolsa regentada por el señor Gomis, padre de los futuros escritores Juan, Joaquín y Lorenzo. Era el año 1927, en plena dictadura de Primo de Rivera. La vinculación laboral con esta empresa duró hasta los años cincuenta; los lazos afectivos con la familia Gomis nunca se rompieron.

La educación reglada que recibió apenas había tenido contenidos humanísticos; por supuesto la lengua catalana no tenía ningún papel. Pero la madre y las tías eran catalanistas, frecuentaban asiduamente los teatros y cines y gustaba la literatura de consumo. Incluso se permitían algún viaje al extranjero. El 14 de abril de 1931, cuando se proclamó la República, Alfred Bahía tenía 19 años.

Literatura Catalana (Sergi Pamies López)

Nacio en París, en 1960.  Es un escritor, periodista en llengua catalana. Escribe también artículos de prensa en castellano, actualmente en el diario "La Vanguardia".
Es hijo de Teresa Pàmies y Gregorio López Raimundo (constaba como madre soltera por la filiación comunista de su marido y se le puso el apellido materno primero). Ha escrito diversos cuentos y novelas. Hasta que hizo once años, Pàmies creció en Gennevilliers, una zona con fuerte población inmigrante en la zona metropolitana de París. Entonces, el regreso de sus padres en Barcelona hizo que aprendiera el catalán, que se convertiría en su lengua literaria. Entre 1979 y 1989 trabajó como contable, trabajo que dejó para dedicarse a la escritura tres años después de la publicación de su primer libro, "T'hauria de caure la cara de vergonya" (1986), publicado con "Quaderns Crema". Los libros de cuentos "Si menges una llimona sense fer ganyotes" (2006) y "La bicicleta estàtica" (2010) se situaron durante semanas en lo más alto de las listas de más vendidos.

Sus cuentos y novelas han sido traducidos a siete lenguas, entre ellas el alemán, el inglés, el castellano, el francés, y el japonés. Al catalán, ha traducido obras de Guillaume Apollinaire, Agota Kristof, Jean-Philippe Toussaint, Daniel Pennac y Amélie Nothomb, de esta última casi todas sus obras también al castellano. Actualmente colabora en los programas "Las mañanas de TV3", "8 al dia de 8tv" y en "La Vanguardia". Ha colaborado en "Catalunya Radio" y en "RAC1".
El 19 de diciembre de 2013 el jurado del Premio Internacional de Periodismo Manuel Vázquez Montalbán, en la vertiente deportiva, anunció que le concedía el galardón