miércoles, 16 de diciembre de 2015

Asesinos en Serie (Dean Corll [I])

Dean Arnold Corll nació en Fort Wayne (USA) irónicamente el 24 de diciembre de 1939. Su padre Arnold Edwin Corll no era una figura muy estable, pues castigaba a sus hijos severamente por el más pequeño error. Debido a las constantes peleas con su esposa Mary Robinson, ambos se divorciaron cuando Dean apenas era un niño, sin embargo se volvieron a casar después de la Segunda Guerra Mundial.

Cuando se separaron por última ocasión, Dean y Stanley (su hermano menor) fueron a vivir con las hermanas mayores de su madre, debido a que Mary tenía que trabajar para mantener a sus hijos. Dean enfermó por una fiebre reumática que le ocasionó un soplo cardíaco y para alejarse de su padre se mudaron a Pasadena, Texas.

Allí, y sin ningún tipo de ayuda, empezó a formar su propio negocio de caramelos de nuez. Había contraído matrimonio por segunda vez; pero las cosas fueron de mal en peor y terminó divorciándose nuevamente, lo cual afectó a su próspero negocio. Su nuevo marido se apropió de la empresa y Mary debió empezar desde cero, esta vez produciendo dulces en su propia cochera, con ayuda del joven Dean. Al parecer Mary West tenía bastante buen manejo de sus negocios, pues la nueva fábrica de dulces, instalada en su propio garage, empezó a dar bastantes dividendos y pronto logró arrendar un galpón y contrató a varios empleados. Era evidente que estaba superando sus propias expectativas y, de paso, las ventas que generaba su segundo ex marido con su empresa.
En los estudios Dean era percibido como un buen estudiante de impecable aspecto disciplina. Dean utilizaba parte de su tiempo para ayudar día y noche a su madre, y seguir con sus estudios, pero la condición de su corazón limitó sus aspiraciones atléticas, por lo que se dedicó a estudiar Música y aprendió a tocar el trombón. Cuando Dean tenía 19 años se mudaron nuevamente, en esta ocasión a Houston Heights, lugar donde abrieron una pequeña tienda. Tras el segundo divorcio de su madre, Mary nombró a Dean como vicepresidente de la compañía, él se cambió a un departamento justo encima de la tienda. El negocio iba por buen camino y ya contaba con algunos empleados, Corll pasaba mucho de su tiempo libre en la compañía de jóvenes menores que él y tenía el habito de regalar dulces a los niños locales, razón por la cual los medios de comunicación le dieron el apodo "El Hombre de Los Dulces" (Candyman) una vez que sus crímenes se dieron a conocer.


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