lunes, 18 de enero de 2016

Asesinos en Serie ("Las Poquianchis" [IV])

A lo largo del proceso judicial, la Prensa y la agitada opinión pública, en un escenario donde se esgrimían acusaciones de violación, extorsión, soborno, tortura, violación y asesinato, dieron lugar a mitos que aún se mantienen en torno a las Poquianchis, tales como los supuestos ritos satánicos que hacían y las relaciones zoofílicas impuestas como castigos, que ya se mencionaron antes pero en realidad nunca se probaron. En todo caso, finalmente el veredicto, muy injusto para María Luisa, fue de 40 años de prisión para las tres hermanas…
Con el paso del tiempo, la fama de las hermanas habría de aumentar exponencialmente, debido a sucesos como: la publicación, en 1976, de una película basada en el caso, dirigida por el cineasta Felipe Cazals; la aparición, en 1977, de la serie de libros "Las muertas", del escritor Jorge Ibargüengoitia; o, ya en 1992, la publicación de "Las Poquianchis ¡Por Dios que así fue!", una obra de periodismo investigativo hecha por Elisa Robledo y el abogado Samuel Cruz, posibilitada en gran parte por las extensas conversaciones que Elisa Robledo tuvo con María de Jesús González Valenzuela.
De todo lo mencionado en el párrafo anterior, fue de particular importancia el libro de "Las Poquianchis ¡Por Dios que así fue!"; ya que, gracias a éste, se expusieron irregularidades del proceso judicial, gracias a lo cual salieron libres muchos implicados que, o no merecían condena alguna, o no merecían condenas tan largas como las obtenidas. Uno de esos casos, salpicado por el irónico humor negro que a veces tiñe la realidad, fue el del "Capitán Águila Negra", quien tenía 76 años cuando, tras recibir la noticia de que sería liberado, se emocionó tanto que falleció de un paro cardíaco…
Finalmente y en lo que respecta a las muertes de Las Poquianchis, estas fueron así: Delfina murió el 17 de octubre de 1978, cuando unos albañiles arreglaban goteras en el techo de su celda y entonces, por una distracción suscitada a causa de los gritos que ésta emitía a modo de quejas, un recipiente lleno de cemento cayó en su cabeza, destrozándosela al instante;  María de Jesús, que se cobijó en la religiosidad tras su encierro, se pasó vendiendo comida en el penal hasta que obtuvo la libertad y se casó con un tal Antonio Hernández de 64 años, con quien vivió hasta morir de vieja a mediados de 1990; y, por último, María Luisa simplemente apareció muerta en su celda un 19 de noviembre de 1984, con el cuerpo siendo mordisqueado por las ratas.

fuente: http://www.asesinos-en-serie.com

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