Martillo en mano, Yoo subió al segundo 
piso y rápidamente le salió al paso el Sr. Yoo Go de 35 años, hijo de la
 Sra. Lee. Al ver al Sr. Yoo Go, el asesino lo obligó a arrodillarse y 
después le hizo añicos la cabeza con nueve martillazos. Faltaba 
solamente el esposo de la Sra. Lee y Yoo lo buscó pero no logró 
encontrarlo. El tiempo corría y el riesgo de ser pillado aumentaba, de 
modo que Yoo disfrazó de robo la escena del crimen, limpió las huellas 
que había dejado y salió de la casa.
Apenas una semana después, el 16 de 
octubre Yoo fue a dar una oscura visita al muy adinerado barrio Samsung 
del distrito Gangnam. Nuevamente el proceso fue el mismo de las veces 
anteriores, empezando por hallar una iglesia y terminando por escalar el
 muro de una casa lujosa aparentemente segura.
En el jardín, Yoo pudo ver que alguien 
se aproximaba: era la Sra. Yoo de 69 años, esposa del millonario dueño 
de la casa. Ella había salido a ver el correo y Yoo se había escondido, 
apareciéndosele por atrás cuando volvía a entrar. Amenazándola con su 
cuchillo, Yoo le preguntó si había alguien en casa y la señora dijo que 
no. Aprovechando la oportunidad, el asesino arrastró a la Sra. Yoo hasta
 el baño y allí le martilló la cabeza…
Después desperdigó objetos en el 
dormitorio de la víctima, limpió huellas, se quitó la sangre y se fue de
 la casa, nuevamente sin llamar la atención.
Para su siguiente crimen Yoo esperó 
hasta el 18 de noviembre. Eran aproximadamente las once de la mañana 
cuando Yoo se dirigió a Hyehwa-dong. Allí siguió el mismo proceso de 
siempre, con la diferencia de que esta vez había una pequeña estación de
 policías en un callejón cercano a la casa que tenía pensado asaltar.
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