Los expertos trabajaron hasta altas horas de la madrugada. A las
4:30 del 16 de julio se llegó a la conclusión de que tres de las
huellas recogidas en el lugar de los hechos eran iguales a las
del marinero. A las 14:40, el inspector Orlando Wilson anunció
públicamente la identidad del criminal:
- "El asesino de las ocho enfermeras del South Chicago Community Hospital, cometido el 14 de julio de 1966, responde al nombre de Richard Franklin Speck; varón, blanco, marinero, de veinticuatro años. Las huellas dactilares del asesino obtenidas en el lugar de los hechos concuerdan plenamente con las del sospechoso".
Este anuncio levantó una verdadera oleada de críticas, dado que sólo podía perjudicar el desarrollo del juicio. Pero la policía consideró que facilitaría la rápida detención del criminal. La opinión pública y la imaginación de la gente estaban invadidas por un terror cada vez más ciego. Había que resolver el caso cuanto antes.
Speck estaba sentado en la barra de un bar, cuando oyó su nombre por la radio y se quedó atónito. No se había reconocido en el retrato robot que Otis Rathel, el dibujante de la policía, había confeccionado, ya que la piel era demasiado suave y lisa, y los contornos de la cara demasiado finos. Como era un fatalista por naturaleza, nunca pensó que la policía podía haberse equivocado. Se le ocurrió escapar, pero no sabía a dónde. No conocía ningún lugar seguro. Jugó con la idea de entregarse, pero esta posibilidad le aterrorizaba. Así que hizo lo de siempre: compró un poco de vino barato y se fue del local. Hacia la medianoche estaba tumbado en la cama de una mugrienta pensión, el Hotel Starr. La sangre fluía de su brazo izquierdo y su muñeca derecha. Se había cortado las venas con la botella de vino. Ya muy debilitado, levantaba la voz para hablar con quien quisiera oírle:
- "Vengan a verme aquí. Tienen que venir y verme. He hecho algo malo".
George Grigorich, un vagabundo, ocupaba la habitación contigua, pero le importaba un comino.
- "¡Déjame en paz!”, le gritó a Speck. “Sólo te quieres meter conmigo. Yo no confío en los tipos como tú".
El marinero siguió chillando y Grigorich siguió ignorándolo. Speck llegó a levantarse para golpear la puerta del vagabundo, pero alguien le vio allí, de pie, sangrando y pataleando, y avisó al conserje.
Los policías que llegaron a la fonda no lo reconocieron. Se había inscrito con el nombre de B. Brian y éste es el nombre que dieron tras dejarle en la sección de urgencias del hospital de Cook County. En los hoteluchos de Skid Row los intentos de suicidio estaban a la orden del día. A las 12:30 lo examinó un médico de urgencias, LeRoy Smith, y la cara del paciente le resultó familiar. Bajo la sangre, en su brazo izquierdo, apreció lo que parecía un tatuaje. Limpió la sangre y apareció la frase "Born to raise hell" ("Nacido para traer el Infierno"). El doctor se inclinó sobre él y le preguntó su nombre. El sujeto susurró:
- "Richard. Richard Speck".
Smith avisó a la policía antes de coser las heridas del suicida y hacerle una transfusión. Cuando Speck salió del quirófano, los agentes le estaban esperando; le sujetaron a la camilla con barras y le metieron en una ambulancia con dirección al Hospital Penitenciario de Bridewell. La cacería por fin había terminado.
- "El asesino de las ocho enfermeras del South Chicago Community Hospital, cometido el 14 de julio de 1966, responde al nombre de Richard Franklin Speck; varón, blanco, marinero, de veinticuatro años. Las huellas dactilares del asesino obtenidas en el lugar de los hechos concuerdan plenamente con las del sospechoso".
Este anuncio levantó una verdadera oleada de críticas, dado que sólo podía perjudicar el desarrollo del juicio. Pero la policía consideró que facilitaría la rápida detención del criminal. La opinión pública y la imaginación de la gente estaban invadidas por un terror cada vez más ciego. Había que resolver el caso cuanto antes.
Speck estaba sentado en la barra de un bar, cuando oyó su nombre por la radio y se quedó atónito. No se había reconocido en el retrato robot que Otis Rathel, el dibujante de la policía, había confeccionado, ya que la piel era demasiado suave y lisa, y los contornos de la cara demasiado finos. Como era un fatalista por naturaleza, nunca pensó que la policía podía haberse equivocado. Se le ocurrió escapar, pero no sabía a dónde. No conocía ningún lugar seguro. Jugó con la idea de entregarse, pero esta posibilidad le aterrorizaba. Así que hizo lo de siempre: compró un poco de vino barato y se fue del local. Hacia la medianoche estaba tumbado en la cama de una mugrienta pensión, el Hotel Starr. La sangre fluía de su brazo izquierdo y su muñeca derecha. Se había cortado las venas con la botella de vino. Ya muy debilitado, levantaba la voz para hablar con quien quisiera oírle:
- "Vengan a verme aquí. Tienen que venir y verme. He hecho algo malo".
George Grigorich, un vagabundo, ocupaba la habitación contigua, pero le importaba un comino.
- "¡Déjame en paz!”, le gritó a Speck. “Sólo te quieres meter conmigo. Yo no confío en los tipos como tú".
El marinero siguió chillando y Grigorich siguió ignorándolo. Speck llegó a levantarse para golpear la puerta del vagabundo, pero alguien le vio allí, de pie, sangrando y pataleando, y avisó al conserje.
Los policías que llegaron a la fonda no lo reconocieron. Se había inscrito con el nombre de B. Brian y éste es el nombre que dieron tras dejarle en la sección de urgencias del hospital de Cook County. En los hoteluchos de Skid Row los intentos de suicidio estaban a la orden del día. A las 12:30 lo examinó un médico de urgencias, LeRoy Smith, y la cara del paciente le resultó familiar. Bajo la sangre, en su brazo izquierdo, apreció lo que parecía un tatuaje. Limpió la sangre y apareció la frase "Born to raise hell" ("Nacido para traer el Infierno"). El doctor se inclinó sobre él y le preguntó su nombre. El sujeto susurró:
- "Richard. Richard Speck".
Smith avisó a la policía antes de coser las heridas del suicida y hacerle una transfusión. Cuando Speck salió del quirófano, los agentes le estaban esperando; le sujetaron a la camilla con barras y le metieron en una ambulancia con dirección al Hospital Penitenciario de Bridewell. La cacería por fin había terminado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario