Allí, entre las calles marginales del comercio carnal, Jack fue guiado
por los agentes policiales hacia los puntos donde estaban las
prostitutas. Le habían enseñado al gato la guarida de los ratones, y el
precio fue la muerte de tres prostitutas: Sherri Ann Long, Shannon Exley
e Irene Rodríguez. Todas habían sido dejadas a la intemperie y
estranguladas con sus propios sostenes. Prácticamente la firma del
asesino era estrangular a las víctimas con sus propias prendas, y el
asesino había firmado esos tres casos. Los detectives Jim Harper y Fred
Miller fueron los encargados de manejar las investigaciones de los tres
asesinatos, pero de todas formas Jack volvió impunemente a Europa.
A su regreso a Viena, Jack escribió
varios artículos sobre la prostitución en Los Ángeles y su experiencia
en USA, pero su tranquilidad fue turbada cuando el 22 de octubre de 1991
ciertos funcionarios de la Oficina de Investigación Criminal lo
interrogaron. Creían que podían hacerlo confesar, mas Jack fue más
astuto que ellos y, ante la presión, todo lo que confesó (como si le
pesara tal confesión) fue que solía acostarse con prostitutas, pero que
no sabía nada de las víctimas. Tuvieron entonces que dejarlo en paz,
momentáneamente.
Jack se puso más alerta después de la
entrevista, y lo primero que hizo fue pedir apoyo a los amigos que tenía
en el mundo periodístico. El apoyo surgió con contundencia y muchos
colegas de Prensa se indignaron ante la "injusta" persecución e hicieron
suya la causa de Jack, a lo cual se sumó la represalia que el propio
Jack dio a la Policía escribiendo artículos de crítica en torno a la
mala conducción que estaban teniendo las investigaciones.
El inteligente Dr. Ernst Geiger había conseguido rastrear el BMW que
Unterweger compró cuando salió de la cárcel. Jack había vendido el BMW
para comprar un Volkswagen Passat pero el propietario actual del BMW
dejó que los policías examinaran minuciosamente el auto y entonces algo
insólito fue hallado: un cabello de la prostituta Blanka Bockova,
asesinada en Praga. En efecto, los análisis de laboratorio mostraban que
el ADN del cabello era el mismo ADN del cadáver de Blanka Bockova, por
lo que lo lógico fue suponer que Blanka había estado en el BMW cuando
éste pertenecía a Jack, puesto que Jack lo vendió después del asesinato
de Blanka.
Paralelamente al hallazgo, los agentes
vieneses se comunicaron con la Policía de Los Ángeles, se enteraron de
las tres prostitutas asesinadas, dieron información sobre el modus
operandi registrado en los casos de Austria, y eso, junto al hecho de
que los asesinatos se dieron cerca del hotel en que estaba Jack, hizo
pensar a los policías estadounidenses que muy probablemente Jack era el
asesino.
Por su parte el cabello de Blanka era
una evidencia tan fuerte que permitía hacer un cateo del departamento de
Jack en Viena. Al realizar el cateo, los investigadores encontraron
varias cosas pero una de ellas era sustancial: la bufanda roja de Jack.
Sucedía pues que las fibras de aquella bufanda coincidían con las fibras
rojas encontradas junto al cadáver de la prostituta Hammerer, las
cuales no concordaban con la naturaleza de las prendas de la chica y
parecían pertenecer al agresor.
Todo lo anterior fue suficiente para
emitir una orden de detención; pero, cuando fueron a buscarlo, el
aguzado Jack había escapado con su joven (18 años) novia Bianca Mrak, a
la cual conoció en un bar (donde trabajaba de camarera) y convenció para
que se mude con él. En teoría Jack se había ido de vacaciones con
Bianca, pero la realidad era que sus amigos le informaron que la Policía
lo iba a detener y él se les adelantó, como tantas otras veces…
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