jueves, 31 de marzo de 2016

Asesinos en Serie (Jack Unterweger [IV])

Su primera víctima después de la liberación sería Blanka Bockova; quien, además de ser prostituta, laboraba en una carnicería de Praga (allá no son estigmatizadas las prostitutas) y, según los testimonios, el 14 de septiembre de 1990 salió a tomar una copa en la Plaza de Wenceslao tras terminar el trabajo. Ella era una chica sociable que gustaba de conocer gente nueva y salir, y ese día estuvo con sus amigos en la plaza hasta eso de las 23:45, hora en la cual fue vista por última vez, según cuentan, con un desconocido bien vestido que se le había acercado para hablar y contratar sus servicios.
A la mañana siguiente el cadáver de Blanka fue hallado en la orilla del río Moldava: no tenía ropa, estaba boca arriba y cubierto con hojas y ramas, tenía medias grises atadas al cuello, las piernas abiertas en posición sexualmente provocativa, un anillo de oro en el dedo, marcas de golpes, puñaladas y estrangulamiento. Los forenses determinaron que había muerto tan solo unas horas antes. Cinco semanas después del asesinato de Blanka, Brunhilde Masser desapareció, siendo vista por última vez el 26 de octubre de 1990.
El 5 de diciembre de ese mismo año, la prostituta Heidemarie Hammerer desapareció en la turística ciudad de Bregenz, localizada en la frontera entre Suiza y Alemania. En la víspera de Año Nuevo su cadáver fue hallado en el bosque por unos turistas: tenía el vientre cubierto de hojas secas, cargaba puestas sus joyas, las piernas estaban desnudas y su falda con un trozo de tela cortado y colocado en su boca a modo de mordaza.  Los forenses determinaron que la chica había sido golpeada y sujetada con esposas o ligaduras. No había restos de semen (lo que no implica que el agresor no haya tenido sexo con ella), pero se veían pequeñas fibras de tela roja, fibras que no encajaban con las prendas y pertenencias de la víctima. Inmediatamente luego del hallazgo del cadáver, la Oficina Regional de la Policía Federal de Austria inició una investigación.
Normalmente un asesino serial habría esperado más; pero, apenas transcurridos cinco días, el cadáver de la prostituta Brunhilde Masser fue descubierto por excursionistas en el norte de un solitario bosque de Graz. La difunta mujer yacía desnuda, recostada sobre el lado derecho, cubierta de hojas, sin los bienes personales alrededor aunque con las joyas puestas al igual que los cadáveres anteriores. Tenía las nalgas con mordeduras de animales carroñeros y estaba en avanzado estado de descomposición, a pesar de lo cual los forenses consiguieron determinar que ciertos signos del cadáver manifestaban que la víctima había sido acuchillada y estrangulada con sus propias medias. La escena claramente presentaba semejanzas con los casos anteriores, siendo así indicio de que muy probablemente un asesino serial andaba suelto. Sea como fuere las evidencias no eran abundantes, al punto de que en el caso de Masser los testimonios se redujeron a alguien que había visto por los alrededores a un hombre que caminaba junto a ella y vestía una cazadora de cuero.
No había mucho que hacer, y el 7 de marzo de 1991 la prostituta Elfriede Schrempf también desapareció, reportándose dos días después del suceso el acoso de un hombre que llamó dos veces a la familia de Schrempf para realizar comentarios ofensivos sobre la ocupación de la desaparecida chica.

 

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