jueves, 31 de marzo de 2016

Asesinos en Serie (Jack Unterweger [IX])

Una vez emitida la orden de detención, todos los periódicos de Austria lanzaron la noticia. Sin embargo, en aquellas notas de Prensa, Jack no era un criminal, no era un victimario. Era una víctima, un ejemplo de ciudadano reformado que estaba siendo injustamente perseguido, un valioso intelectual al que, en base a un pasado oscuro, los policías habían tomado como chivo expiatorio. La reacción no se hizo esperar y políticos e intelectuales protestaron ante lo que consideraban como un intento por fabricar un culpable. Por todo esto la opinión pública estaba a favor de Jack, y él intentaría emplearla como quien dispara un fusil hasta agotar la última bala.
 ero como contraparte Jack ignoraba que la Policía de Los Ángeles lo tenía como principal sospechoso de los tres asesinatos, por lo que fue desprevenido a Miami y, además, cometió el gravísimo error de mentir a las autoridades migratorias, ocultando el antecedente penal de haber sido culpable de asesinato (su primer asesinato) en Austria.
Durante el vuelo, Jack se comunicó con varios periódicos austriacos, obteniendo con eso algo de ayuda en forma de presión mediática sobre la Policía. Consiguió así llegar e instalarse con Bianca en Miami, en donde escribió una carta que, tras varias llamadas a distintos medios de comunicación, consiguió finalmente publicar, aumentando así la probabilidad de conseguir más fuerza a través de la opinión pública. En la carta se podía leer:
"Mi viaje no es ninguna confesión. Es un acto nacido de la desesperación. No hay forma de probar nada contra mí. Yo estaba haciendo el bien y mi vida era buena, tal vez demasiado. El destino decidió castigarme, una vez más, por mi deuda con el pasado. Pero todavía tengo algo que decir. Si un funcionario imparcial, neutral, determina que la orden contra mí es injusta y la retira, estoy dispuesto a ponerme a disposición de esa persona".
Adicionalmente Jack consiguió otro punto a su favor con la entrevista pagada que aceptó con la revista Erfolg, pues en dicha entrevista el entrevistador le preguntó si había forzado a Bianca a irse con él y entonces Jack puso a Bianca en el teléfono, y Bianca dijo en tono muy convincente que se fue con Jack porque quería, que la estaba pasando maravillosamente, que lo amaba y que todo lo que se afirmaba sobre él era falso.
En un panorama mediático de tal naturaleza, no resultaba para nada difícil el que la gente creyera las mentiras que Jack comunicaba a uno y otro medio. Decía que él era un chivo expiatorio, que la Policía se le había cargado porque estaba molesta con la libertad que consiguió tras publicar su autobiografía,  que los policías estaban determinados a ponerlo de vuelta en la cárcel y que él no volvería a la cárcel y seguiría prófugo hasta que obtuviese un juicio justo. Y esas afirmaciones las acompañaba siempre con el conjunto de mentiras que tenía fabricadas en relación a dónde estuvo y qué hacía cuando se cometió cada asesinato.
 La Policía no sabía con exactitud dónde se hallaba Jack, pero había contactado con la madre de Bianca para que ésta les informase apenas se pusiese en comunicación con su hija o con Jack, puesto que cada cierto tiempo le enviaba dinero a Bianca. Para aquel entonces Bianca ya estaba atenta a la persecución que pesaba sobre Jack, pero sin embargo tuvo el despiste de enviar a su madre un telegrama en que le pedía dinero y le proporcionaba la dirección de Miami en que estaba para que se lo enviase por Western Union. Entonces la madre de Bianca informó a la Interpol, la Interpol alertó a la Policía de Miami e inmediatamente se emitió una orden de vigilancia sobre la oficina de Western Union, junto a una foto de Jack y una orden de detención basada en los cargos de haber mentido en la aduana y ser sospechoso de asesinar en Austria.



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