Tras asesinar a Schrempf, Jack fue de cacería a Viena, consiguiendo que,
en menos de un mes después de matar a Schrempf, cayeran víctimas (esto
se sabe por las fechas en que desaparecieron) de él las prostitutas
Silvia Zagler, Sabine Moitizi, Regina Prem y Karin Eroglu. Los
cadáveres, hallados el 20 de mayo y el 23 de mayo en los casos de Sabine
Moitizi y Karin Eroglu, sugerían una misma mano homicida: ambos
cadáveres fueron encontrados en zonas boscosas de las afueras de Viena,
estaban acostados de lado y presentaban signos de que la víctima había
sido estrangulada con su propia ropa. Sabine Moitizi solo llevaba una
camiseta y Karin Eroglu estaba completamente desnuda; el dinero de
Sabine Moitizi había desaparecido pero su ropa y su bolso estaban a
pocos metros, mientras que Karin Eroglu tenía puestas sus joyas y su
bolso y ropa habían desaparecido con excepción de los zapatos. El caso
de Regina Prem tenía un adicional toque siniestro, pues esta prostituta y
madre de familia desapareció cierta noche y, poco después, su esposo
recibió varias llamadas de un sujeto que aseguraba ser el asesino de
Regina y describía con escalofriante exactitud y minuciosidad las
prendas que ella llevaba la noche en que desapareció. El esposo de
Regina jamás olvidará lo que le dijo quien decía haber matado a su
esposa: "Yo fui su verdugo, y Dios me ordenó hacerlo. La tiré en un
lugar de sacrificio, con la cara vuelta hacia el Infierno. Le he dado a
muchas de ellas el castigo que merecían".
Los crímenes no requerían ser idénticos y los parecidos que presentaban hacían una formidable conjunción con el "le he dado a muchas de ellas el castigo que merecían" que oyó el esposo de Regina. En Estados Unidos la Policía ya habría concluido que un asesino en serie andaba suelto, pero en Austria los métodos de análisis criminalístico eran menos avanzados y el temor de aceptar la inédita situación del asesino serial era grande, por lo que los investigadores se vieron inclinados a acentuar las diferencias entre los distintos crímenes, concluyendo erradamente que se trataba de casos aislados.
Los crímenes no requerían ser idénticos y los parecidos que presentaban hacían una formidable conjunción con el "le he dado a muchas de ellas el castigo que merecían" que oyó el esposo de Regina. En Estados Unidos la Policía ya habría concluido que un asesino en serie andaba suelto, pero en Austria los métodos de análisis criminalístico eran menos avanzados y el temor de aceptar la inédita situación del asesino serial era grande, por lo que los investigadores se vieron inclinados a acentuar las diferencias entre los distintos crímenes, concluyendo erradamente que se trataba de casos aislados.
A pesar de la actitud torpe e ingenua de
la Policía, la Prensa se aventuró a sacar sus propias conclusiones y el
25 de mayo de 1991 un periódico austríaco sacó una nota en que se
hablaba de un asesino serial suelto y se lo bautizaba como "El
Estrangulador de Viena". No importó que los investigadores vieneses se
resistiesen a vincular los asesinatos de Viena con los otros casos de la
serie, los periodistas habían iniciado su propia línea indagatoria y,
en medio de diversas especulaciones sobre el supuesto asesino serial, la
búsqueda de opiniones calificadas condujo a los periodistas a buscar la
ayuda y las opiniones de Jack Unterweger, hecho que equivalía a pedir
que el asesino ayude a atrapar al asesino y se pronuncie sobre quién
podría ser el asesino, siendo evidente que eso implicaba facilitarle
información y darle medios de poder para manipular la opinión pública y
sostener la ilusión de su inocencia. Fue así que Jack Unterweger, que
para entonces colaboraba en el diario austríaco El Correo, inició una
amplia labor de cobertura sobre los asesinatos de “El Estrangulador de
Viena”…
Naturalmente Jack aprovechó la
oportunidad y entrevistó a criminalistas, a políticos, a policías, a
agentes encargados de la investigación. En cierta ocasión, Jack tuvo la
perversidad de preguntarle a uno de los investigadores del caso si creía
que las prostitutas de Austria tenían miedo. "Creo que están aterradas", respondió
el investigador, y Jack usó esa respuesta para alertar a la sociedad
austríaca sobre el hecho de que un asesino serial estaba actuando.
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