sábado, 5 de septiembre de 2015

Asesinos en serie (Enriqueta Marti, "La Vampira de Barcelona" [IV])

La policia judicial encontro un paquete de cartas, que les llamó la atención a los funcionarios. La mayoría estaban escritas en lenguaje cifrado, y abundaban en ellas las contraseñas y las firmas con iniciales. Apareció también una lista, una relación de nombres, que daría mucho de que hablar a la opinión pública. Figuraban médicos, abogados, comerciantes, algún escritor, políticos y otras personalidades de la alta sociedad barcelonesa de principios del S. XX. En la cocina encontraron un saco del que habían hablado las dos niñas: contenía un trajecito de niño y un cuchillo ensangrentados.
En otra habitación descubrieron un saco de lona, aparentemente lleno de ropa sucia y vieja, pero en cuyo fondo había huesos de niños. Se contaron costillas, clavículas, rótulas, que los expertos identificaron como pertenecientes, como mínimo a treinta niños diferentes. Todos tenían señales de haber sido expuestos al fuego, lo que, según los médicos, hacía suponer que los niños habían sido sacrificados para extraer la grasa de sus cuerpos.

Tras un armario descubrieron la cabellera rubia de una niña de unos tres años, aún con el cuero cabelludo, trozos de carne y sangre seca. La macabra expedición concluyó en una habitación cuya cerradura tuvieron que forzar y en la que aparecieron medio centenar de frascos, rellenos unos de sangre coagulada, otros de grasa humana, y el resto con sustancias que fueron enviadas a un laboratorio para su análisis. Junto a las pócimas había un libro antiquísimo con tapas de pergamino, que contenía fórmulas extrañas y misteriosas. Y también un cuaderno grande lleno de recetas de curandero para toda clase de enfermedades, escritas a mano, en catalán y con letra refinada.
En otra habitación cerrada con llave encontraron el horror que escondía Enriqueta Martí. En ella, había unas cincuenta jarras, botes y palanganas con restos humanos en conservación: grasa hecha manteca, sangre coagulada, cabellos de criatura, esqueletos de manos, polvo de hueso... También había botes con las pociones, pomadas y ungüentos ya preparados para su venta. Siguiendo la inspección, se registraron dos pisos más donde había vivido Enriqueta: un piso en la calle Tallers, un tercero en la calle Picalqués, y una casita en la calle Jocs Florals, en Sants. En todos ellos se encontraron falsas paredes y en los techos restos humanos. En el jardín de la casa de la Calle dels Jocs Florals encontraron una calavera de un niño de tres años y una serie de huesos que correspondían a niños de 3, 6 y 8 años. Algunos restos aún tenían piezas de ropa, como un calcetín zurcido, que daba a entender que Enriqueta tenía por costumbre secuestrar niños de familias muy pobres y de escasos medios para buscar a su hijo desparecido.
Y la vivienda en Sant Feliu de Llobregat, propiedad de la familia de Enriqueta, donde también se encontraron restos de criaturas en jarrones y botes, y libros de remedios. La casa pertenecía a la familia Martí y era conocida en la población por el sobrenombre de "Lindo", pero estaba encerrada por la mala administración del padre de Enriqueta, según el testimonio del marido, Joan Pujaló.

fuente: http://www.arries.es/la_cripta/casos/enriqueta_marti.html

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