sábado, 5 de septiembre de 2015

Asesinos en serie (Enriqueta Marti, "La Vampira de Barcelona" [III])

Todos los esfuerzos policiales para encontrar a Teresita Guitart resultaron nulos... Pero gracias a Claudina Elías, el caso dió un vuelco. Un buen día se fijó en la cara de una niña que la miraba a través de los sucios cristales de una ventana. Le pareció que su expresión era implorante. Allí vivía una mujer con un niño y una niña, pero el rostro de aquella criatura de cabeza rapada no le resultaba familiar. Se lo comentó a un colchonero y éste se lo hizo saber al policía municipal José Asens, quien se lo comunicó a su jefe, el brigada Ribot. Así que a primera hora de la mañana del 27 de febrero de 1912, Ribot se presentó en el entresuelo 1ª del número 29 de la calle de Ponent. Con la falsa excusa de que iba a inspeccionar una denuncia sobre la pertenencia de "gallinas" en aquel domicilio. Ella se mostró sorprendida pero no opuso resistencia, probablemente para no levantar sospechas dejo pasar a la policia. Ribot entró y se topó con dos niñas de corta edad.


Una de ellas era Teresita Guitard Congost y la otra una niña llamada Angelita. Teresita fue devuelta a sus padres, y en su declaración explicaba cómo en un momento en el que se alejó de su madre, Enriqueta se la llevó de la mano prometiéndole caramelos, pero al comprobar Teresita que se la llevaba demasiado lejos de su casa quería volver y Enriqueta la cubrió con un trapo negro cogiéndola por la fuerza y llevándola a su piso. Nada más llegar a casa Enriqueta le cortó los cabellos y le cambió el nombre por el de Felicidad, diciéndole que no tenía padres, que ella era su madrastra y que así debía llamarla cuando saliesen a la calle. La mal alimentaba, con patatas y pan duro, no le pegaba pero sí que la pellizcaba, y le había prohibido salir a las ventanas y balcones. Declaró también que las solía dejar solas y que un día se aventuraron a mirar en las habitaciones en las que Enriqueta les tenia prohibido entrar. En esta aventura encontraron un saco con ropa de niña llena de sangre y un cuchillo para deshuesar también lleno de sangre. Teresita nunca salió del piso durante el tiempo que estuvo secuestrada.

Pero las declaraciones de Angelita, dejaron helados a los policias. Angelita dijo que conocio a Pepito, un niño rubio de su misma edad con el que solía jugar hasta que un día presenció un hecho aterrador:

"Mamá (Enriqueta) no se dio cuenta de que yo la vi cómo cogía a Pepito, lo ponía sobre la mesa del comedor y lo mataba con un cuchillo. Yo me fui a mi cama y me hice la dormida".

No se sabía quien eran los padres de Angelita, ella queria hacerla pasar por su hija, al final "confesaría" que era su sobrina y que le había sido concencida a su cuñada de su muerte...
Cuando el juez ordenó el registro de la casa de Enriqueta Martí, inició la pesadilla. Los del juzgado se quedaron atónitos cuando entre aquellas habitaciones sórdidas y malolientes descubrieron un suntuoso salón amueblado con gusto exquisito. El mobiliario, las lámparas, el cortinaje, las butacas y los sofás costaban una fortuna. En un armario colgaban dos trajecitos de niño y otros dos de niña; había medias de seda y zapatitos a juego con los trajes. También fueron encontrados las pelucas rizadas y los finos trajes de confección que Enriqueta vestía en sus misteriosas salidas.

fuente: http://www.arries.es/la_cripta/casos/enriqueta_marti.html

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