martes, 1 de marzo de 2016

Asesinos en Serie (Carl Panzram [VI])

Tras unas cuantas semanas en suelo norteamericano, Panzram decide renovar su licencia de marino y arreglar los papeles de su viejo bote el Akista y procede a explorar los puertos para hallar un yate igual o parecido pues planeaba robarlo para después renombrarlo. Así recorre varios lugares sin hallar lo que busca hasta llegar al pueblo de Salem en Massachussetts, lugar donde hacía siglos enjuiciaban a las brujas. Dentro del pueblo se encuentra en una calle a solas con un chico con quien traba plática. Aquel niño había estado la mayor parte del día dentro del restaurante de un vecino y había salido por un encargo. Panzram le ofrece 5 centavos por cumplirle otro encargo. Juntos entran a una tienda de abarrotes y al salir le ofrece un viaje en el transporte del lugar. Pronto el inocente niño baja con Panzram en un paraje solitario. Después de tres horas de torturarlo y violarlo, lo asesina con una roca. Para silenciarlo le había retacado la boca con hojas de una revista. Lo tapa con algunas ramas de árbol y huye del lugar. Tras su horrendo crimen Panzram es visto a poca distancia por un par de residentes de Salem, más tarde declararían que vieron a un sujeto apresurado y nervioso alejándose del lugar con un periódico en mano. Tres días le tomó al pueblo hallar el cadáver de George Henry McMahon de 11 años de edad. ¿Por qué lo había hecho? Simplemente por el afán de cebarse con los inocentes y los débiles.
Después de lo de Salem, viajó al norte a Nueva York y se mantuvo en movimiento por el área de Connecticut hasta que encontró el yate idóneo para robárselo. Una vez que tuvo uno de 38 pies en su poder, comenzó a navegar de aquí para allá demostrando gran destreza como marinero en toda condición y clima. Cualquier lado era bueno para asaltar yates o embarcaciones donde se hacía de joyas, ropas y armas que posteriormente vendía. Todo era ganancia fácil y redituable. Tan prolífico ladrón era Panzram que hasta bajaba del barco para meterse a casas y negocios y hasta se introdujo en el yate del Comisionado de Policía de New Rochelle, sustrayendo un revólver calibre .38 entre otros objetos de valor y dinero.
En Junio de 1923 Panzram entra al río Hudson. Se había hecho de la compañía de un muchachito de 15 años que había conocido en un empleo temporal hacía meses; de nombre George Walosin, este jovenzuelo compartía el gusto por la sodomía con Carl Panzram, sin embargo éste último cometió el error de violarlo. Luego, atraca en un pequeño muelle y se aventura en las poblaciones del lugar para ofrecer en venta el yate. Pronto un joven sujeto decide ver el bote para comprarlo. Este hombre en realidad planeaba asaltar a Panzram pero como "entre agujas no se pican", llegado el momento quien terminó sometido y asesinado fue el supuesto comprador.
Después de atestiguar los alcances del capitán O’Leary, que así se hacía llamar Carl Panzram, George Walosin decide huir y salta a la primera oportunidad al agua para nadar a tierra firme. Reporta a la Policía los abusos cometidos contra su persona y las autoridades montan un operativo en el río hasta capturar al elusivo pirata O’Leary.
El largo brazo de la ley alcanzó a Panzram el 29 de Junio de 1923 y fue puesto a disposición de la comisaría de Yonkers City, donde permaneció unos cuantos días antes de ser confinado por tratar de escapar del lugar. Entonces buscó la ayuda de un abogado local cuyo apellido era Cashin. A este abogado le prometió que, si lo sacaba de la cárcel, le pagaría con el yate, el cual valdría varios miles de dólares. El abogado se apresuró a tramitar la fianza que pagó con sus propios recursos y a los pocos días el capitán O’Leary fue liberado. Claro que Panzram nunca regresó con el abogado para arreglar las cosas y, cuando Cashin trató de registrar el bote, descubrió que era robado. Entonces la Policía confiscó el yate y además la fianza quedó perdida.
Después de su graciosa huida, Panzram se dirigió al sur de Connecticut, área donde se movía con comodidad, con el firme propósito de robar otro barco y esta vez navegar hacia Sudamérica. Para capitalizarse se dedicó a robar transeúntes de la ciudad de New Haven y, cuando la noche del 9 de Agosto de 1923 se topó en la calle con otro muchachito que iba solo, lo sometió a punta de navaja y lo condujo a los bosques cercanos. Una vez ahí le aplicó el mismo tratamiento que al joven McMahon, violándolo sin piedad hasta que ya satisfecho procedió a estrangularlo con el cinturón que llevaba el chico de origen judío. Según sus declaraciones, Panzram disfrutó de esta fechoría como ninguna otra. Dejó el cuerpo ahí tirado y se retiró del lugar tan tranquilo que nadie notó nada extraño al verlo caminar por la carretera. Este crimen permanecería en el misterio hasta que Panzram lo confesó muchos años después.

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