martes, 1 de marzo de 2016

Asesinos en Serie (Carl Panzram [V])

En medio de una lluvia de balas se perdió entre los bosques para escapar en un tren. Tomó rumbo a la costa este de los Estados Unidos.
Panzram continuó su labor destructiva robando y quemando pequeñas iglesias por doquier pero siempre guardando precaución para no ser apresado de nuevo. En 1920 establece su base de operaciones en la ciudad de New Haven en Connecticut, lugar de mucha actividad y bullicio donde pasaría desapercibido para la Policía y donde había mucho trabajo que realizar. Si no asaltaba al usual borracho en las noches, se ocupaba de violar jovencitos, y si no, se metía a saquear residencias. Hasta que un día decide meterse en una residencia que lucía muy apetitosa, la cual tal vez perteneciera a un aristrócrata. Una vez dentro comenzó la colecta de joyas, dinero y armas. Cual sería la sorpresa de Panzram cuando vio que estaba dentro de la residencia del entonces presidente Taft a quien por cierto el culpaba de haberlo mandado 3 años a Leavenworth cuando éste fungía como Secretario de Guerra. El botín fue cuantioso por valor de $3,000 dólares y obtuvo una Colt calibre .45 del presidente Taft. Con esas riquezas se hizo de un yate con el que comenzó a navegar de aquí a allá como un pirata. Inmediatamente concibió un plan para delinquir de acuerdo con su nueva faceta. Frecuentemente bajaba a las calles de los puertos que visitaba para reclutar marineros, a quienes con cualquier promesa convencía para trabajar en su bote aunque fuera un día. Una vez que los incautos caían en sus garras, los emborrachaba o esperaba a que durmieran para robarlos, violarlos y matarlos. Se deshacía de los cuerpos atándoles piedras pesadas en el cuello y soltándolos en las aguas. Un día un fuerte temporal lo aventó a las rocas: apenas él y los dos marineros que estaban a punto de perecer en sus manos lograron escapar nadando a la orilla.
 En 1921 y tras otras escaramuzas y presidios en Connecticut, Panzram huye del estado y aborda un buque mercante con el que termina en Angola, en ese entonces colonia Portuguesa. En territorio africano se emplea en una compañía petrolera, que por ese entonces exploraba yacimientos en aquellas tierras. Un día que estaba sentado sin hacer nada, por azares del destino llegó un niñito negro no mayor a los 11 años, y no pasaron más que unos instantes para que Panzram urdiera atacarlo. Mediante algún embuste lo llevó a un lugar apartado donde lo violó y asesinó de un rocazo en la cabeza. Cuando Panzram se alejó de la escena del crimen, el cerebro se escurría por los oídos del desafortunado negrito. Los habitantes de Lobito Bay, comunidad pesquera donde habitaba Panzram, sospechaban del extraño norteamericano, pero no hubo manera de demostrar nada. Poco tiempo después Panzram organizó una expedición para cazar cocodrilos río arriba y contrató 6 nativos del lugar para que lo asistieran. Adentrados en la jungla sacó su pistola y uno a uno fue terminando con sus vidas, según sus propias palabras aquel crimen fue de lo más fácil, siendo más complicado matar chicos de 11 o 12 años como acostumbraba. Después de darles el tiro de gracia, alimentó a los cocodrilos con los cadáveres de aquellos infelices. Como había muchos testigos que lo vieron apalabrar a los seis negros, al regresar huyó del lugar. Luego de pocos días de estar a salto de mata por las costas africanas, llega a Portugal, sin embargo la Policía Local ya estaba al tanto de su racha de asesinatos en África, así que en cuanto pudo abordó un buque de regreso a América. Para 1922 estaba de nuevo en los Estados Unidos
En el extranjero le había resultado increíblemente sencillo asesinar personas, lo cual le agradaba mucho a Panzram, tanto que pensaba dedicarse a ser un asesino a sueldo. Sin embargo su idea no prosperó y regresó a sus actividades de siempre.
Cuando cometía algún crimen se alejaba del lugar lo más pronto posible, ya fuera abordando un tren o pidiendo aventón en las carreteras. Su vida era estar huyendo permanentemente a un paso o dos de la Policía. Sin reposo y jamás pisando poblaciones y ciudades más de lo necesario. Un ritmo de vida inimaginable hoy día.


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