En la Universidad de Kansas los
investigadores determinaron que uno de los cráneos hallados en la casa
de Berdella pertenecía a Larry Pearson, gracias a lo cual se lo pudo
acusar de homicidio. Berdella aceptó haber matado a Pearson y
posteriormente se probó que también Sheldon había sido víctima suya.
Nunca encontraron los restos de las víctimas que empaquetó en fundas de
basura.
En todo caso, ante los hechos
descubiertos el fiscal quería la pena de muerte, pero la defensa
contribuyó para que, a cambio de una confesión completa de todos los
crímenes, se le diera solamente una cadena perpetua. El trato fue
aceptado y el 13 de diciembre Berdella inició un relato que le tardaría
tres días y tendría más de setecientas páginas…
Después del corto juicio que tuvo,
Berdella comenzó a cumplir su condena siendo para aquel entonces un
asesino que los medios de comunicación habían hecho famoso. Así,
queriendo aprovechar esta atención pública Berdella se quejó de que
había muchas cucarachas en su celda. Lejos de despertar compasión, un
popular disc jockey local instó a su audiencia a enviar muchas más
cucarachas a la celda de Berdella, quien se seguía quejando ante los
reporteros de los tratos en prisión e incluso había tenido el descaro de
decir que era una buena persona, queriendo probar aquello a través de
la construcción de un fondo para las familias de las víctimas hecho a
base de la venta de sus bienes, gracias a los cuales se consiguió 50.000
dólares que, por parte de los familiares de las víctimas, fueron
tomados como una burla insultante.
Las últimas quejas de Bob fueron que los guardias de prisión no le daban
sus medicamentos para problemas cardíacos. Consecuentemente Berdella
apenas cumplió cuatro años de su cadena perpetua porque, a sus 43 años,
murió por paro cardíaco un 8 de octubre de 1992.
fuente: http://www.asesinos-en-serie.com
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