jueves, 19 de noviembre de 2015

Asesinos en Serie (Bob Berdella [VI])

Para prevenir actitudes rebeldes, Berdella le mostró las fotos de las otras víctimas, fotos en las que aparecían hombres torturados, destrozados, sometidos a horrores que hacían deseable la muerte. Le dijo que si cooperaba le perdonaría la vida, por lo que debía mostrar la actitud propia de un esclavo sexual.
Bryson no podía saber si Berdella decía o no la verdad, pero era claro que si no cooperaba la muerte sería prácticamente segura y el sufrimiento mucho mayor, de modo que intentó seguir el consejo de Berdella durante cuatro días sembrados de torturas y violaciones.
Afortunadamente sus esperanzas no fueron frustradas y, tras esos cuatro días, Berdella le desató las manos de los barrotes de la cama y se las ató por encima, le dio un cigarrillo y, antes de salir de la habitación, le dejó el control remoto entre las rodillas y la televisión encendida.
Pasados unos minutos, el problema era que Bryson no sabía si Berdella se había ido o no de casa, por lo que bajó el volumen del televisor para intentar responder a su pregunta. Al parecer Berdella sí se había marchado, de modo que Bryson tenía la oportunidad de intentar un escape 
Con cierta habilidad Bryson consiguió zafarse y, con las cuerdas colgando, miró a la ventana y se percató de que la única forma segura de escape era romper el vidrio de la ventana y saltar a la calle desde el segundo piso en que se encontraba. Entonces reunió valor, saltó y se lesionó un pie al caer.
El dolor de la caída era muy grande pero Berdella podía aparecer en cualquier momento. Consciente de eso, Bryson ignoró su dolor y corrió hacia la casa más cercana. Para suerte suya el dueño de casa estaba presente y, aunque no le permitió entrar porque estaba desnudo, sí le hizo el favor de llamar a la Policía.
Los policías llegaron con rapidez a la escena y le colocaron una manta a Bryson, quien yacía desnudo sobre el porche del vecino, con un collar de perro en el cuello, con los ojos rojos e hinchados y con marcas en las muñecas, los tobillos y otras partes.
Tras oír la terrible historia de Bryson, los agentes no sabían si decía la verdad o si simplemente se trataba de una pelea entre dos amantes homosexuales. Por ello resolvieron esperar a que Berdella volviese para interrogarlo.
Al aparecer Berdella, la Policía lo arrestó por sospechoso de asalto sexual y le pidió que firmara una autorización de ingreso a su domicilio. A pesar de que Berdella no firmó la autorización de ingreso a su domicilio, la Policía consiguió una orden y entró a la casa del torturador.
Cuando los agentes abrieron la puerta se toparon con basura, excremento y orine seco de los tres chow chow (a los cuales tuvieron que asegurar) de Berdella y un cuarto cerrado en el segundo piso. Allí, en el cuarto cerrado, yacían revistas porno y pedazos de cuerdas en el suelo, y había un televisor y una cama junto a la cual había un dispositivo eléctrico con cables y una mesita con inyecciones, drogas y distintos frascos con gotas para los ojos.
En otra habitación fue que los policías encontraron la colección del horror: un par de cráneos, dientes guardados en un sobre, una columna vertebral humana; una sierra con restos de cabello, sangre seca y hueso; libros y máscaras propias del mundo de la magia negra; videocasetes de los asesinatos y torturas, fotos de las víctimas (incluyendo a Bryson) y una bitácora (diario) de crímenes. Los hallazgos siniestros también estaban en el jardín, donde se encontró otro cráneo, pedazos de vertebra y piel humana; además, la aplicación de Luminol (sustancia usada para revelar sangre seca) reveló enormes cantidades de sangre en cubetas, recipientes, otros objetos y varias partes de la casa.


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