Para prevenir actitudes rebeldes,
Berdella le mostró las fotos de las otras víctimas, fotos en las que
aparecían hombres torturados, destrozados, sometidos a horrores que
hacían deseable la muerte. Le dijo que si cooperaba le perdonaría la
vida, por lo que debía mostrar la actitud propia de un esclavo sexual.
Bryson no podía saber si Berdella decía o
no la verdad, pero era claro que si no cooperaba la muerte sería
prácticamente segura y el sufrimiento mucho mayor, de modo que intentó
seguir el consejo de Berdella durante cuatro días sembrados de torturas y
violaciones.
Afortunadamente sus esperanzas no fueron
frustradas y, tras esos cuatro días, Berdella le desató las manos de
los barrotes de la cama y se las ató por encima, le dio un cigarrillo y,
antes de salir de la habitación, le dejó el control remoto entre las
rodillas y la televisión encendida.
Pasados unos minutos, el problema era
que Bryson no sabía si Berdella se había ido o no de casa, por lo que
bajó el volumen del televisor para intentar responder a su pregunta. Al
parecer Berdella sí se había marchado, de modo que Bryson tenía la
oportunidad de intentar un escape
Con cierta habilidad Bryson consiguió
zafarse y, con las cuerdas colgando, miró a la ventana y se percató de
que la única forma segura de escape era romper el vidrio de la ventana y
saltar a la calle desde el segundo piso en que se encontraba. Entonces
reunió valor, saltó y se lesionó un pie al caer.
El dolor de la caída era muy grande pero
Berdella podía aparecer en cualquier momento. Consciente de eso, Bryson
ignoró su dolor y corrió hacia la casa más cercana. Para suerte suya el
dueño de casa estaba presente y, aunque no le permitió entrar porque
estaba desnudo, sí le hizo el favor de llamar a la Policía.
Los policías llegaron con rapidez a la
escena y le colocaron una manta a Bryson, quien yacía desnudo sobre el
porche del vecino, con un collar de perro en el cuello, con los ojos
rojos e hinchados y con marcas en las muñecas, los tobillos y otras
partes.
Tras oír la terrible historia de Bryson,
los agentes no sabían si decía la verdad o si simplemente se trataba de
una pelea entre dos amantes homosexuales. Por ello resolvieron esperar a
que Berdella volviese para interrogarlo.
Al aparecer Berdella, la Policía lo arrestó por sospechoso de asalto sexual y le pidió que firmara una autorización de ingreso a su domicilio. A pesar de que Berdella no firmó la autorización de ingreso a su
domicilio, la Policía consiguió una orden y entró a la casa del
torturador.
Cuando los agentes abrieron la puerta se
toparon con basura, excremento y orine seco de los tres chow chow (a
los cuales tuvieron que asegurar) de Berdella y un cuarto cerrado en el
segundo piso. Allí, en el cuarto cerrado, yacían revistas porno y
pedazos de cuerdas en el suelo, y había un televisor y una cama junto a
la cual había un dispositivo eléctrico con cables y una mesita con
inyecciones, drogas y distintos frascos con gotas para los ojos.
En otra habitación fue que los policías
encontraron la colección del horror: un par de cráneos, dientes
guardados en un sobre, una columna vertebral humana; una sierra con
restos de cabello, sangre seca y hueso; libros y máscaras propias del
mundo de la magia negra; videocasetes de los asesinatos y torturas,
fotos de las víctimas
(incluyendo a Bryson) y una bitácora (diario) de crímenes. Los
hallazgos siniestros también estaban en el jardín, donde se encontró
otro cráneo, pedazos de vertebra y piel humana; además, la aplicación de
Luminol (sustancia usada para revelar sangre seca) reveló enormes
cantidades de sangre en cubetas, recipientes, otros objetos y varias
partes de la casa.
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