jueves, 19 de noviembre de 2015

Asesinos en Serie (Bob Berdella [IV])

Después que el visitante se marchó, Berdella repitió el mismo procedimiento de la primera víctima y fue por su sierra eléctrica, lo cortó en pedazos y lo metió en bolsas de basura, conservando únicamente la cabeza y enterrándola en el patio.
La tercera víctima de Berdella fue nuevamente alguien allegado: su amigo Mark Wallace. A Wallace, al igual que a los anteriores, lo llevó a su casa, lo drogó y lo ató. Grande fue la suerte de Wallace al morir rápido debido a un error de Berdella, ya que éste quería probar torturas con descargas eléctricas y calculó mal el voltaje, matando así a su víctima y a su posible “entretenimiento”. Como siempre, tras acabar lo cortó en pedazos y metió los pedazos en fundas para que se las lleve el camión de la basura.
James Ferris, también amigo de Berdella, fue la cuarta víctima. Nunca debió pensar en pedirle a Berdella que lo aloje en su casa. Sin embargo tuvo aún más suerte que Wallace, ya que Berdella, quizá por costos, empleó una droga de uso veterinario para dormirlo y, en vez de darle un sueño temporal, le dio un sueño eterno…Cuenta Berdella que ésta experiencia lo frustró muchísimo, ya que la víctima no solo que se libró de toda tortura sino que murió sin dolor alguno. En cuanto al cadáver, nuevamente la elección fue cortarlo y mandarlo a la basura.
Todd Stoops, pese a su amistad con Berdella, fue a la Policía y les contó a los agentes que, algunos de los hombres que se habían reportado como desaparecidos, habían pasado con el dueño del Bazar Bizarro de Bob. Por el momento la Policía no hizo nada, en parte porque quedaba claro que Todd simplemente tenía sospechas y no estaba seguro de que Bob fuera un asesino.
Lo racional hubiese sido que Todd, sospechando de su amigo Berdella, no pusiera un solo pie en casa de éste, pero quizás por la autoconfianza que le daba ser un hombre físicamente fuerte, o quizás simplemente por falta de agudeza, Todd visitó a Berdella, quien echó al suelo toda la fuerza de Todd con una de sus inyecciones somníferas.
Ahora que Todd estaba bien atado, Berdella sí que podía entretenerse libremente y esta vez no arruinaría todo con experimentos arriesgados. Empezó así con el estilo clásico, desnudándolo y violándolo, culminando las violaciones no ya con un pepino (como con su primera víctima) sino con su propio puño, el cual introdujo con brutalidad por el ano de Todd, desgarrándoselo de una forma tan salvaje que la sangre brotó a borbotones…
Y mientras Todd gritaba Berdella le inyectaba Drano en los ojos y en las cuerdas vocales, y lo filmaba y fotografiaba, reduciendo así sus gritos y lamentos a meros contenidos de su macabra colección audiovisual.
Ninguna víctima resistió más que Todd, ninguna víctima sufrió más que Todd. Fueron semanas, varias semanas infernales en que la fiebre lo acompañó mientras las torturas y las violaciones fueron su pan de cada día hasta que a comienzos de julio de 1986 la luz de la muerte lo salvó de una vida que no podía ofrecerle más que oscuridad. Ya muerto, Todd fue cortado en pedazos y entregado al basurero.



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