Durante toda la guerra encabezó el Gobierno de Catalunya tratando de mantener la unidad entre los partidos y sindicatos que le apoyaban. Ello fue muy difícil por las tensiones entre comunistas y socialistas agrupados en el PSUC (Partido Socialista Unificado de Catalunya) con los anarquistas de la CNT (Confederación Nacional del Trabajo), apoyados estos últimos por el POUM (Partit Obrer d'Unificació Marxista). A partir de octubre de 1937 se sucedieron sus enfrentamientos con el Gobierno republicano de Juan Negrín, instalado en Barcelona, y en abril de 1938, tras la ocupación de Lleida, escribió una amarga carta al presidente del Gobierno español, quejándose de las arbitrariedades que estaba cometiendo y de la marginación que sufría el Gobierno catalán. Casi al mismo tiempo, la nueva administración franquista acordaba, mediante una ley promulgada en Burgos el 5 de abril, con las firmas del ministro del Interior Ramón Serrano Súñer y del general Franco, la derogación formal de l'Estatut de Catalunya
Después del triunfo franquista en la batalla del Ebro, la ofensiva sobre Catalunya comenzó el 23 de diciembre de 1938. El 3 de enero, las tropas franquistas pasaron el Ebro en un movimiento crucial para la suerte de la ofensiva. Desde entonces, las tropas republicanas se batieron en retirada, sin lograr establecer ninguna línea de resistencia efectiva. El 15 de enero cayó Tarragona y a partir de entonces, la aviación franquista bombardeaba día y noche Barcelona. El 18 de enero se celebró un consejo de ministros en Barcelona al que también asistieron el presidente de las Cortes, Martínez Barrio y Companys, en el que se decretó, más de dos años después del inicio de la guerra, el estado de guerra. Ante la petición del presidente del Consejo, Negrín, y a pesar de saber ya que la guerra estaba perdida, el 20 de enero Companys dirigió un mensaje radiofónico al pueblo catalán pidiendo una postrera resistencia ante las tropas franquistas que avanzaban sobre Barcelona. El día siguiente, Negrín convocó a Companys a una reunión urgente. En ella, le comunicaba que Barcelona era indefendible y que en pocas jornadas sería ocupada irremisiblemente por el ejército franquista. Por ello, le comunicaba que la Generalitat debía evacuar Barcelona. El día 22, Negrín ordenaba que los organismos estatales abandonaran Barcelona y se dirigieran a Girona y Figueres. Al día siguiente, Companys se preparó para partir. Aunque había considerado permanecer en Barcelona y esperar en su despacho a las nuevas autoridades, Companys salió de Barcelona a las tres de la madrugada del día 24. La noche anterior cenó con su amigo Josep Andreu i Abelló, presidente del Tribunal de Casación de Catalunya. Ambos recorrieron en coche las calles desiertas de Barcelona. Andreu narró ese último paseo nocturno de Companys en la capital de Catalunya
El día 26, la vanguardia franquista tomó Barcelona. Decenas de miles de refugiados se dirigían, junto las tropas republicanas en retirada, a la frontera. Tras pasar por San Hilario Sacalm y Darnius, acompañado por los consejeros Tarradellas, Sbert y Pi i Sunyer, así como por Andreu i Abelló, Companys llegó el 30 de enero al mas Perxés en Agullana, apenas a cinco kilómetros de la frontera por una carretera de montaña (evitando la aglomeración de refugiados en La Junquera). Allí se reunió con él, el 4 de febrero, el lehendakari Aguirre, amigo de Companys, que se había desplazado desde París a Catalunya para organizar la evacuación de las oficinas del Gobierno de Euzkadi en Barcelona y de los refugiados vascos y que le había hecho a Companys la promesa de acompañarle en su salida al exilio. El 5 de febrero abandonaron el país Azaña y Martínez Barrio, acompañados por Negrín. Inicialmente se había acordado que los cinco presidentes partieran al mismo tiempo, pero finalmente Azaña y Negrín se adelantaron. Horas después les siguió una comitiva formada por Companys, Aguirre y altos cargos de la Generalitat y del Gobierno Vasco. En el Km 8 de Agullana hacia La Bajol se desviaron escoltados por el comandante Escofet y sus hombres por un camino de cabras ascendiendo el collado de Lli y luego descendieron hacia Les Illes. En el descenso se cruzaron con Negrín que regresaba a España después de acompañar a Azaña a Francia. José Antonio Aguirre, rememoró después en sus escritos: Pocas personas han conocido como yo momentos de intimidad de Companys, que es cuando se descubren los hombres tal como son...aquel hombre estaba sumido en un profundo abatimiento...yo le animaba diciendo que los pueblos no mueren como los hombres y que llegaría la hora de nuestro triunfo..."no es eso..., me contestó, mi preocupación en estos momentos está concentrada en todos esos compatriotas mios que huyen sin amparo y en mi hijo enfermo"...me confió que todos sus ahorros no llegaban al equivalente a dos mil dólares y añadió..."ese dinero no es para mí, lo tenía fuera para atender la curación de mi pobre hijo que está en un sanatorio de Bélgica...yo me moriré de hambre si es preciso, pero mi hijo no, no". Aguirre escribió que llevó el asunto a la primera reunión del gobierno vasco en París acordándose ayudar económicamente a Companys en los primeros momentos en Francia
Después del triunfo franquista en la batalla del Ebro, la ofensiva sobre Catalunya comenzó el 23 de diciembre de 1938. El 3 de enero, las tropas franquistas pasaron el Ebro en un movimiento crucial para la suerte de la ofensiva. Desde entonces, las tropas republicanas se batieron en retirada, sin lograr establecer ninguna línea de resistencia efectiva. El 15 de enero cayó Tarragona y a partir de entonces, la aviación franquista bombardeaba día y noche Barcelona. El 18 de enero se celebró un consejo de ministros en Barcelona al que también asistieron el presidente de las Cortes, Martínez Barrio y Companys, en el que se decretó, más de dos años después del inicio de la guerra, el estado de guerra. Ante la petición del presidente del Consejo, Negrín, y a pesar de saber ya que la guerra estaba perdida, el 20 de enero Companys dirigió un mensaje radiofónico al pueblo catalán pidiendo una postrera resistencia ante las tropas franquistas que avanzaban sobre Barcelona. El día siguiente, Negrín convocó a Companys a una reunión urgente. En ella, le comunicaba que Barcelona era indefendible y que en pocas jornadas sería ocupada irremisiblemente por el ejército franquista. Por ello, le comunicaba que la Generalitat debía evacuar Barcelona. El día 22, Negrín ordenaba que los organismos estatales abandonaran Barcelona y se dirigieran a Girona y Figueres. Al día siguiente, Companys se preparó para partir. Aunque había considerado permanecer en Barcelona y esperar en su despacho a las nuevas autoridades, Companys salió de Barcelona a las tres de la madrugada del día 24. La noche anterior cenó con su amigo Josep Andreu i Abelló, presidente del Tribunal de Casación de Catalunya. Ambos recorrieron en coche las calles desiertas de Barcelona. Andreu narró ese último paseo nocturno de Companys en la capital de Catalunya
El día 26, la vanguardia franquista tomó Barcelona. Decenas de miles de refugiados se dirigían, junto las tropas republicanas en retirada, a la frontera. Tras pasar por San Hilario Sacalm y Darnius, acompañado por los consejeros Tarradellas, Sbert y Pi i Sunyer, así como por Andreu i Abelló, Companys llegó el 30 de enero al mas Perxés en Agullana, apenas a cinco kilómetros de la frontera por una carretera de montaña (evitando la aglomeración de refugiados en La Junquera). Allí se reunió con él, el 4 de febrero, el lehendakari Aguirre, amigo de Companys, que se había desplazado desde París a Catalunya para organizar la evacuación de las oficinas del Gobierno de Euzkadi en Barcelona y de los refugiados vascos y que le había hecho a Companys la promesa de acompañarle en su salida al exilio. El 5 de febrero abandonaron el país Azaña y Martínez Barrio, acompañados por Negrín. Inicialmente se había acordado que los cinco presidentes partieran al mismo tiempo, pero finalmente Azaña y Negrín se adelantaron. Horas después les siguió una comitiva formada por Companys, Aguirre y altos cargos de la Generalitat y del Gobierno Vasco. En el Km 8 de Agullana hacia La Bajol se desviaron escoltados por el comandante Escofet y sus hombres por un camino de cabras ascendiendo el collado de Lli y luego descendieron hacia Les Illes. En el descenso se cruzaron con Negrín que regresaba a España después de acompañar a Azaña a Francia. José Antonio Aguirre, rememoró después en sus escritos: Pocas personas han conocido como yo momentos de intimidad de Companys, que es cuando se descubren los hombres tal como son...aquel hombre estaba sumido en un profundo abatimiento...yo le animaba diciendo que los pueblos no mueren como los hombres y que llegaría la hora de nuestro triunfo..."no es eso..., me contestó, mi preocupación en estos momentos está concentrada en todos esos compatriotas mios que huyen sin amparo y en mi hijo enfermo"...me confió que todos sus ahorros no llegaban al equivalente a dos mil dólares y añadió..."ese dinero no es para mí, lo tenía fuera para atender la curación de mi pobre hijo que está en un sanatorio de Bélgica...yo me moriré de hambre si es preciso, pero mi hijo no, no". Aguirre escribió que llevó el asunto a la primera reunión del gobierno vasco en París acordándose ayudar económicamente a Companys en los primeros momentos en Francia
No hay comentarios:
Publicar un comentario