En octubre de 1983 Ted Bundy, que estaba
en el corredor de la muerte (sección de la prisión para los condenados a
muerte), se ofreció a colaborar con las investigaciones debido a que,
igual que el Asesino de Río Verde, él había sido un asesino en serie de
mujeres y podía ayudar a los detectives a indagar en la mente del
Asesino de Río Verde y a predecir sus movimientos y descifrar posibles
estrategias.
Entre otras cosas, Ted dijo que el
asesino probablemente conocía a algunas de sus víctimas y que
probablemente más víctimas debían de haber sido enterradas en las áreas o
cerca de las áreas donde se habían encontrado los cadáveres. Bundy
también dio mucha importancia a las diferentes áreas de los cadáveres
encontrados; pues, para él, el conjunto de las áreas sugería que cada
grupo o lugar se había establecido cerca de la casa del asesino.
Los detectives encontraron la información suministrada por Ted Bundy
como interesante, pero sin importancia práctica relevante para dar con
el asesino.
En 1987, la dirección del grupo de
trabajo cambió de manos, al igual que la forma en que la investigación
se llevaba a cabo. En lugar de seguir intentando probar quién podía ser
el asesino, se tomó la lista de sospechosos y se llevó a cabo un proceso
a través del cual se eliminaron de la lista aquellos sospechosos que no
debían de ser el asesino, poniendo así a los sospechosos que quedaron
dentro de lo que se denominó la Lista A.
Gary Ridgway, que finalmente pasaría a
la Lista A, había caído en la lista de sospechosos a causa de dos
encuentros que tuvo con la Policía en la década de 1980.
El primero fue en el año 1980 cuando se
lo acusó de estrangular a una prostituta mientras tenía relaciones
sexuales con ella en su auto cerca del aeropuerto de Sea-Tac. Al ser
interrogado, Ridgway admitió estrangularla, pero dijo que era en defensa
propia porque la prostituta lo había mordido cuando estaba haciéndole
sexo oral. El asunto fue entonces dejado de lado por la Policía.
El segundo encuentro fue en 1982, cuando
Ridgway fue interrogado después de haber sido atrapado en su camión con
una prostituta (la prostitución era ilegal). Tiempo después, la Policía
se enteró de que la prostituta ya no existía porque era Keli McGinness,
una de las víctimas del Asesino de Rio Verde
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