Miercoles 28
Barcelona amanece con numerosas columnas de humo procedentes de los edificios religiosos asaltados e incendiados. A lo largo del día continúa la violencia anticlerical y los tiroteos entre los insurgentes y las fuerzas de orden público. Los incidentes más graves se producen en el barrio de Sant Andreu de Palomar donde los rebeldes armados con fusiles capturados a los guardias de las casetas de consumos y a miembros del somatén levantan barricadas e incendian la iglesia parroquial. No obstante este día llegan los primeros refuerzos militares, provenientes de Zaragoza y de Valencia, a los que se les hizo creer que iban a reprimir un movimiento "separatista"
Jueves 29 al Domingo 1
Empezando por la zona de les Rambles y el puerto, unos 10.000 soldados fueron ocupando la ciudad de Barcelona, mientras la moral de los insurgentes iba cayendo a medida que eran conscientes de que la rebelión no estaba siendo secundada en el resto de España. Entre el viernes y el sábado la ciudad fue recuperando poco a poco la normalidad excepto en los barrios de San Andreu y de Horta, donde continuaron los tiroteos y donde se produjeron los últimos incendios y saqueos de conventos y de colegios religiosos. El domingo volvieron a publicarse los periódicos. El lunes 2 de agosto los obreros barceloneses, a los que la patronal les prometió que cobrarían el salario de la semana como si nada hubiera ocurrido, volvieron al trabajo. En otras localidades catalanas la completa normalidad no se recuperó hasta el jueves 5 de agosto
El balance de los disturbios de la ciudad de Barcelona supone un total de 78 muertos (75 civiles y 3 militares); medio millar de heridos y 112 edificios incendiados (de estos, 80 eran edificios religiosos). El gobierno Maura, por medio de su ministro de la Gobernación Juan de la Cierva y Peñafiel, inicia de inmediato, el 31 de julio, una represión durísima y arbitraria. Se detiene a varios millares de personas, de las que 2000 fueron procesadas, resultando 175 penas de destierro, 59 cadenas perpetuas y 5 condenas a muerte. Además se clausuraron los sindicatos y se ordenó el cierre de las escuelas laicas.
Los cinco reos de muerte fueron Josep Miquel Baró, un nacionalista republicano ejecutado el 17 de agosto de 1909 en el Castillo de Montjüich, como los otros cuatro; Antonio Malet Pujol, un republicano lerrouxista, ejecutado el 13 de sptiembre; Clemente García, el joven discapacitado mental que había bailado con el cadáver de una monja por las calles de Barcelona, ejecutado el 4 de octubre; Eugenio del Hoyo, un ex guardia civil y guardia de seguridad; y el más conocido de todos ellos Francisco Ferrer Guardia, pedagogo anarquista cofundador de la Escuela Moderna. Y eso a pesar de que la pruebas presentadas contra Ferrer "eran escasas y deficientes", en especial para considerarlo jefe de los anarquistas españoles. A pesar de ello sería ejecutado el 13 de octubre, a pesar de las peticiones de conmutación de la pena, una posibilidad que el presidente del gobierno, el conservador Antonio Maura, ni siquiera se planteó
Barcelona amanece con numerosas columnas de humo procedentes de los edificios religiosos asaltados e incendiados. A lo largo del día continúa la violencia anticlerical y los tiroteos entre los insurgentes y las fuerzas de orden público. Los incidentes más graves se producen en el barrio de Sant Andreu de Palomar donde los rebeldes armados con fusiles capturados a los guardias de las casetas de consumos y a miembros del somatén levantan barricadas e incendian la iglesia parroquial. No obstante este día llegan los primeros refuerzos militares, provenientes de Zaragoza y de Valencia, a los que se les hizo creer que iban a reprimir un movimiento "separatista"
Jueves 29 al Domingo 1
Empezando por la zona de les Rambles y el puerto, unos 10.000 soldados fueron ocupando la ciudad de Barcelona, mientras la moral de los insurgentes iba cayendo a medida que eran conscientes de que la rebelión no estaba siendo secundada en el resto de España. Entre el viernes y el sábado la ciudad fue recuperando poco a poco la normalidad excepto en los barrios de San Andreu y de Horta, donde continuaron los tiroteos y donde se produjeron los últimos incendios y saqueos de conventos y de colegios religiosos. El domingo volvieron a publicarse los periódicos. El lunes 2 de agosto los obreros barceloneses, a los que la patronal les prometió que cobrarían el salario de la semana como si nada hubiera ocurrido, volvieron al trabajo. En otras localidades catalanas la completa normalidad no se recuperó hasta el jueves 5 de agosto
El balance de los disturbios de la ciudad de Barcelona supone un total de 78 muertos (75 civiles y 3 militares); medio millar de heridos y 112 edificios incendiados (de estos, 80 eran edificios religiosos). El gobierno Maura, por medio de su ministro de la Gobernación Juan de la Cierva y Peñafiel, inicia de inmediato, el 31 de julio, una represión durísima y arbitraria. Se detiene a varios millares de personas, de las que 2000 fueron procesadas, resultando 175 penas de destierro, 59 cadenas perpetuas y 5 condenas a muerte. Además se clausuraron los sindicatos y se ordenó el cierre de las escuelas laicas.
Los cinco reos de muerte fueron Josep Miquel Baró, un nacionalista republicano ejecutado el 17 de agosto de 1909 en el Castillo de Montjüich, como los otros cuatro; Antonio Malet Pujol, un republicano lerrouxista, ejecutado el 13 de sptiembre; Clemente García, el joven discapacitado mental que había bailado con el cadáver de una monja por las calles de Barcelona, ejecutado el 4 de octubre; Eugenio del Hoyo, un ex guardia civil y guardia de seguridad; y el más conocido de todos ellos Francisco Ferrer Guardia, pedagogo anarquista cofundador de la Escuela Moderna. Y eso a pesar de que la pruebas presentadas contra Ferrer "eran escasas y deficientes", en especial para considerarlo jefe de los anarquistas españoles. A pesar de ello sería ejecutado el 13 de octubre, a pesar de las peticiones de conmutación de la pena, una posibilidad que el presidente del gobierno, el conservador Antonio Maura, ni siquiera se planteó
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