Se conoce con el nombre de Semana Trágica a los sucesos acaecidos en Barcelona y otras ciudades de Catalunya entre el 26 de julio y el 2 de agosto de 1909. El desencadenante de estos violentos acontecimientos fue el decreto del primer ministro Antonio Maura de enviar tropas de reserva a las posesiones españolas en Marruecos, en
ese momento muy inestable, siendo la mayoría de estos reservistas
padres de familia de las clases obreras. Los sindicatos convocaron una
huelga general.
España inicia el año 1909 con Alfonso XIII como monarca y con Antonio Maura, del Partido Conservador, al frente del gobierno desde el 25 de enero de 1907.
Políticamente, España, que no se había recuperado del varapalo moral que supuso la pérdida en 1998 de Cuba, Puerto Rico, Islas Filipinas, Islas Marianas e Islas Carolinas, últimas colonias de ultramar, vive inmersa en un sistema político donde dos partidos, el Partido Conservador y el Partido Liberal, se turnan en el gobierno. La alternancia es organizada desde el poder mediante el reparto de escaños previo a las elecciones (conocido como encasillado), a través de una red de influencias denominada caciquismo que garantiza su cumplimiento y el pucherazo o adulteración de los resultados. En este sistema la Monarquía (como siempre) ejerce un papel de arbitraje. El resto de los partido políticos son marginados del poder y sólo consiguen representación en las zonas urbanas, donde el caciquismo es más débil y el control electoral por tanto es más difícil.
En Catalunya, sin embargo, tras la Ley de Jurisdicciones de 1906, se forma bajo el nombre de Solidaridad Catalana una alianza electoral integrada por la Lliga regionalista, el carlismo y ciertas agrupaciones republicanas que logran una victoria aplastante en las elecciones de 1907, obteniendo 41 de los 44 diputados posibles y desplazando a los partidos dinásticos del poder en Catalunya.
Socialmente, los obreros españoles comienzan a tomar conciencia sindical y empieza a surgir el Movimiento Obrero en las zonas industriales y especialmente en Barcelona, donde surge Solidaridad Obrera, una confederación sindical de socialistas, anarquistas y republicanos que nació como rechazo al acercamiento de Solidaridad Catalana al Partido Conservador de Maura.
El 9 de julio de 1909, los obreros españoles que trabajaban en la construcción de un ferrocarril que uniría Melilla con las minas de Beni Bu Ifrur, propiedad de la Compañía del Norte Africano, de capital francés pero de nacionalidad española, y de la Compañía Española de Minas del Rilf, una sociedad controlada por la familia del Conde de Romanones y la Casa Güell emparentada con el Marques de Comillas, fueron atacados por los cabileños de la zona que se oponían a la penetración extranjera (cuatro obreros murieron). Este incidente, que constituirá el inicio de la Guerra de Melilla, que será utilizado por el Gobierno de Maura para decretar el envío de las Brigadas Mixtas de Catalunya, Madrid y Campo de Gibraltar, además de otras unidades militares que complementarán a las Brigadas, con el objetivo de acabar con la rebelión rifeña y asegurar el control de la "zona de influencia" española en el norte de Marruecos.
España inicia el año 1909 con Alfonso XIII como monarca y con Antonio Maura, del Partido Conservador, al frente del gobierno desde el 25 de enero de 1907.
Políticamente, España, que no se había recuperado del varapalo moral que supuso la pérdida en 1998 de Cuba, Puerto Rico, Islas Filipinas, Islas Marianas e Islas Carolinas, últimas colonias de ultramar, vive inmersa en un sistema político donde dos partidos, el Partido Conservador y el Partido Liberal, se turnan en el gobierno. La alternancia es organizada desde el poder mediante el reparto de escaños previo a las elecciones (conocido como encasillado), a través de una red de influencias denominada caciquismo que garantiza su cumplimiento y el pucherazo o adulteración de los resultados. En este sistema la Monarquía (como siempre) ejerce un papel de arbitraje. El resto de los partido políticos son marginados del poder y sólo consiguen representación en las zonas urbanas, donde el caciquismo es más débil y el control electoral por tanto es más difícil.
En Catalunya, sin embargo, tras la Ley de Jurisdicciones de 1906, se forma bajo el nombre de Solidaridad Catalana una alianza electoral integrada por la Lliga regionalista, el carlismo y ciertas agrupaciones republicanas que logran una victoria aplastante en las elecciones de 1907, obteniendo 41 de los 44 diputados posibles y desplazando a los partidos dinásticos del poder en Catalunya.
Socialmente, los obreros españoles comienzan a tomar conciencia sindical y empieza a surgir el Movimiento Obrero en las zonas industriales y especialmente en Barcelona, donde surge Solidaridad Obrera, una confederación sindical de socialistas, anarquistas y republicanos que nació como rechazo al acercamiento de Solidaridad Catalana al Partido Conservador de Maura.
El 9 de julio de 1909, los obreros españoles que trabajaban en la construcción de un ferrocarril que uniría Melilla con las minas de Beni Bu Ifrur, propiedad de la Compañía del Norte Africano, de capital francés pero de nacionalidad española, y de la Compañía Española de Minas del Rilf, una sociedad controlada por la familia del Conde de Romanones y la Casa Güell emparentada con el Marques de Comillas, fueron atacados por los cabileños de la zona que se oponían a la penetración extranjera (cuatro obreros murieron). Este incidente, que constituirá el inicio de la Guerra de Melilla, que será utilizado por el Gobierno de Maura para decretar el envío de las Brigadas Mixtas de Catalunya, Madrid y Campo de Gibraltar, además de otras unidades militares que complementarán a las Brigadas, con el objetivo de acabar con la rebelión rifeña y asegurar el control de la "zona de influencia" española en el norte de Marruecos.
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