Al terminar la guerra Raymond consiguió 
pasaje en un barco con destino a Curaçao, pero durante el viaje una 
escotilla de acero le cayó encima de la cabeza fracturando su cráneo y 
lastimando su lóbulo frontal. El barco se acopló en diciembre de 1945, 
Raymond de inmediato fue llevado al hospital, donde permaneció hasta 
marzo de 1946. El accidente afectó la personalidad de Raymond. Antes era
 una persona educada y sociable; pero, cuando fue dado de alta del 
hospital, se había convertido en un hombre distante y temperamental. 
En poco tiempo Fernández compró un 
pasaje hacia Alabama y, cuando el barco estaba en el puerto de Mobile, 
Raymond robó grandes cantidades de ropa y accesorios de la tienda del 
navío. Por este crimen fue arrestado y, al ser interrogado, Fernández 
dijo que no sabía por qué lo había hecho. Su declaración no le sirvíó 
para librarse de un año de prisión en la penitenciaría de Tallahassee (Florida).
En la cárcel tuvo como compañero de 
celda a un haitiano que lo introdujo en el mundo de los rituales de 
magia negra y vudú. Fernández comenzó a creer que tenía un poder que lo 
hacía irresistible a las mujeres.
Cuando fue liberado se mudó a la casa de
 su hermana en Brooklyn (Nueva York). Es en la gran manzana donde empezó 
su carrera criminal respondiendo avisos del periódico de mujeres 
solitarias que buscaban pareja. Fernández salía y bebía con ellas, 
después de esto robaba su dinero y joyas. Por vergüenza la mayoría de 
víctimas no informaba a la Policía.
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