Al poco tiempo Raymond cavaba una tumba más pequeña a lado de Delphine.
En los días siguientes, la pareja cobró todos los cheques que
encontraron de Delphine y saquearon la casa de todos los objetos de
valor que encontraron. Finalmente con todo preparado para la huida, la
pareja optó por ir al cine. A la mañana siguiente, cuando estaban a
punto de salir, Raymond atendió la puerta y se encontró con dos serios
policías. Gracias a vecinos preocupados, el terrible dúo fue arrestado
el 28 de febrero de 1949.
fuente: http://www.asesinos-en-serie.com
Una vez que la pareja estaba bajo
custodia policial, fueron llevados al condado de Kent, donde se les
interrogó. El dúo ya estaba resignado ante su inminente final y no
solicitaron un abogado. Fernández admitió que no era un simple asesino, y
relató a la Policía una historia de sexo y decepciones. El abogado de
Distrito, Roger O’ McMahon, les aseguró que si cooperaban no serían
entregados a la Policía de Nueva York. Esto fue un alivio para la pareja
puesto que no había pena de muerte en Michigan. Al día siguiente, el
caso de los asesinos de corazones solitarios estaba en los diarios de
toda la nación.
La presión de los tabloides neoyorquinos
crecía rápidamente y muchas personas demandaban la muerte de la pareja
por el asesinato de una niña. Mientras el Gobernador de Nueva York,
Thomas Dewey hizo un trato con el Estado de Michigan, que consistía en
usar los cargos por el asesinato de los Downing en un juicio en Nueva
York, para hacer justicia por la muerte de Janet Fay. Durante la ola de
calor que azotó la nación ese verano, el juicio de Martha Beck y Raymond
Fernández se llevó a cabo el 28 de junio de 1949. La sangrienta pareja
fue representada por un solo abogado, Herbert E. Rosenberg; aunque esto
era una violación ética, fue permitido dada las circunstancias del caso.
En el juicio se mostraron fuertes
evidencias sobre los asesinatos, también asistieron amigos y familiares
de las víctimas, en especial de parte de Janet Fay. Fernández, frente a
la corte aceptó toda la culpa de sus crímenes a cambio del bienestar de
Martha. El 22 de agosto de 1949, el juez Ferdinand Pecora sentenció a la
pareja a morir en la silla eléctrica el 10 de octubre del mismo año.
Al cabo de una hora la pareja estaba en
camino a la prisión de Sing Sing, cerca del río Hudson. En la cárcel
Martha hizo una lista de visitantes permitidos, la que incluía a su ex
esposo Alfred Beck, su hermano y 3 hermanas, también añadió a su hijo
Anthony de 4 años y a Willa Dean de 5 años de edad. No los había visto
desde que los abandonó en las oficinas del “Salvation Army”. Por su
parte, Fernández le escribió una carta a su esposa Encarnación Robles,
quien le respondió deseándole lo mejor. Raymond y Martha se
reconfortaron por medio de cartas en prisión.
Después de varias apelaciones la fecha
de ejecución se prolongó hasta el 8 de marzo de 1951. Martha Beck se
convirtió en la sexta mujer en ser ejecutada en el Estado de Nueva York
durante el siglo XX. La última comida de Martha consistió en pollo
frito, sin alas, patatas a la francesa y una ensalada de lechuga y
tomate. Fernández ordenó una tortilla con cebolla, patatas fritas,
chocolate y un habano cubano. Finalmente Martha le envió a Raymond una
carta profesándole su amor, ante esto él respondió que estaba listo para
morir y que era la mejor carta que había recibido.
A las 11 de la noche, Raymond Martínez
Fernández fue ejecutado en la silla eléctrica, sus últimas palabras
fueron un alarido que declaraba su amor por Martha. Cuando fue el turno
de Beck, ella tuvo problemas para acomodarse en la silla, aunque no dijo
sus últimas palabras, en silencio su boca dijo la frase "adiós". A las
11:24 pm, Martha Beck Seabrook falleció, terminando con su muerte
aquella macabra historia de amor.
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