miércoles, 23 de diciembre de 2015

Asesinos en Serie (William Cumbajín [I])

William Wladimir Cumbajín Bautista nació en Quito (Ecuador) en 1971. En el seno de un hogar pobre, desestructurado y disfuncional, William perdió a su padre siendo poco más que un bebé, y fue maltratado durante sus primeros años por su madre parapléjica, pero alcohólica y drogadicta. Recibió una escolarización elemental e incompleta, sufrió abandono posteriormente y, a causa de ello, se vio obligado a vivir en las calles, donde mendigaba o vendía caramelos y flores en las plazas y portales del centro de Quito.
Pero allí la vida no era nada sencilla: tenía que dormir en construcciones abandonadas y túneles de las avenidas del sur de Quito, y juntarse con otros jóvenes para sobrevivir a los ataques de abusadores, aunque sus pares eran malas compañías que terminaron por hacerlo caer en las drogas, la violencia, el alcohol y la delincuencia ocasional, al punto de que casi todas las cosas que tenía eran robadas, y por ello, antes de que empezara sus asesinatos, tenía cuatro detenciones por robo a mano armada…
William tenía como espacio delictivo al centro y al sur de Quito, zonas ambas de gran concurrencia, flujo turístico y actividad comercial; pero, por la noche, espacios propicios para la delincuencia menor, siendo habituales los robos de carteras y otros bienes personales. 
Por otro lado, de noche también el centro y sur de Quito solían llenarse de mendigos, que formaban parte del paisaje habitual nocturno y podían verse tirados junto a los monumentos históricos, durmiendo en cartones o buscando alguna cosa para comer en medio de los tachos de basura
Pero aquellos no eran los únicos espacios en que William se movía, pues cerca de las mencionadas zonas yacían, cerca de poco transitadas autopistas, quebradas no iluminadas y terrenos baldíos con espeso follaje y altos matorrales, en los que casi nadie se adentraba, y mendigos y drogadictos empleaban para pernoctar y delinquir.
Todos esos espacios William los conocía desde muy temprana edad, y los dominaba a la perfección, sabiéndose no solamente las rutas más propicias para escapar en caso de que la Policía se aproximase, sino los movimientos habituales de la poca gente que por allí moraba u ocasionalmente pasaba

No hay comentarios:

Publicar un comentario