Sobre su muerte, ésta fue un asesinato planeado por tres hombres, liderado por Casio Querea y ejecutado por él y otros pretorianos, aunque se sabe que muchos senadores, militares y otras personas sabían, pero existía una actitud de complot y nadie habló porque todos querían ver muerto al tirano sádico y demente. Así, se quedó en tenderle una emboscada cuando saliese de los juegos palatinos a través de una galería subterránea, y Casio Querea, que era un viejo pretoriano y conocía al emperador desde niño (había sido un destacado oficial de Germánico), pidió ser el primero en hundirle un puñal; ya que, como señala Suetonio: "Calígula insultaba sin cesar su vejez y nunca le dirigía más que palabras ultrajantes, tratándole de cobarde y afeminado; si se presentaba a pedirle la consigna, le contestaba 'Príapo' o 'Venus'; si el tribuno se adelantaba a darle gracias por algo, él le presentaba la mano a besar en forma y con movimientos obscenos"
De ese modo, cuando durante la mañana del 24 de enero del año 41 Calígula salió de los juegos palatinos desplazándose solitariamente por una galería subterránea, se encontró con Querea y éste le pidió la contraseña (la galería subterránea era una salida secreta); pero, antes de que terminara de responder, sintió el puñal de Querea clavándose con saña entre su cuello y su clavícula. Aterrorizado, Calígula intentó correr mientras Querea lo insultaba, pero Cornelio Sabino lo apuñaló, y después todos y cada uno de los conjurados le hundieron sus armas de metal, atravesándolo como treinta veces (entre todos) y dejándolo allí en el suelo, con las carnes abiertas y la sangre manando por todas partes…
Cuando los guardaespaldas germánicos de
Calígula se percataron de lo sucedido, asesinaron a todos los
conspiradores que pudieron, así como también a senadores y civiles
inocentes que estaban cerca en aquel momento, o al menos esto cuenta
Flavio Josefo. Sea cual sea la verdad sobre esos detalles, los
conspiradores sobrevivientes asesinaron a la esposa y a la hija de
Calígula: Cesonia, su esposa, fue apuñalada; entretanto, la perversa
niña fue estampada contra un muro, tan fuerte que se le reventó el
cráneo y sus sesos se esparcieron por el suelo. A Claudio, que habría de
ser el futuro emperador, también lo intentaron matar, pero escapó a
tiempo. Para acabar, Suetonio cuenta que: "Su cadáver fue llevado en
secreto a los jardines Lamianos, lo chamuscaron en una pira
improvisada, y lo enterraron luego cubriéndole con un poco de césped.
Más adelante sus hermanas, vueltas del destierro, lo hicieron exhumar,
lo quemaron y dieron sepultura a sus cenizas. Se asegura que hasta esta
época aparecieron fantasmas a los guardias de aquellos jardines, y por
la noche, en la casa donde le asesinaron resonaban espantosos ruidos. Su
esposa Cesonia murió al mismo tiempo que él, asesinada por un
centurión; a su hija la estrellaron contra una pared"
fuente: http://www.asesinos-en-serie.com
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