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El filósofo Filón refiere que, durante
los primeros siete meses del reinado de Calígula, hubo una felicidad
general que no se había experimentado durante mucho tiempo en el Imperio
Romano. Se mostró inicialmente como un ser piadoso, generoso y
bienintencionado: puso las cenizas de Tiberio en el Mausoleo de Augusto,
pese a que muchos lo odiaban y querían que sus despreciables despojos
fuesen lanzados al Tíber; decretó una amnistía para exiliados y
condenados; desterró a los delincuentes sexuales; rehabilitó a su tío
Claudio en la vida política; adoptó como sucesor a Tiberio Gemelo y lo
nombró Príncipe de la Juventud; hizo rendir honores a su difunta abuela
Antonia; viajó a las islas de Pandataria y Pontia para recuperar los
restos de su madre y de su hermano; concedió al pueblo el derecho a
votar por magistrados; aumentó las obras de teatro y los combates de gladiadores, a fin de entretener a las masas; donó a
cada ciudadano romano trescientos denarios; repartió alimentos y
regalos; dio generosas compensaciones económicas a la Guardia Pretoriana
y a las tropas urbanas y fronterizas; realizó abundantes banquetes a
los cuales invitó a senadores y caballeros; etcétera… Con todas estas
cosas, era natural que todas las clases sociales le dieran su
beneplácito a Calígula, y que todas las provincias del Imperio Romano le
jurasen fidelidad sin problema alguno.
Calígula había hecho todas las bondades antes descritas porque era
inteligente y estaba consciente de que no podía sentarse a gobernar "a
lo Tiberio sin antes tener afianzadas ciertas cosas". No obstante, es
casi seguro que Calígula no tenía en mente convertirse en el monstruo
que fue de la noche a la mañana, y que por ende, en el oscuro giro
copernicano de su conducta que aconteció después de su enfermedad en
octubre del año 37, debió haber algo que escapó de sus planes, algo que
realmente lo trastornó y lo hizo actuar de una manera que, aún en su
maldad, casi seguramente no habría mostrado (obedeciendo a una racional
prudencia) en caso de no enfermar. Sobre la naturaleza de esa enfermedad
se han esbozado algunas teorías, pero los planteamientos más confiables
indican que sintomáticamente presentó epilepsia, y que a nivel de
causas el plomo pudo haber desatado la crisis, ya que Calígula empezó a
beber demasiado cuando ascendió al poder; pero, si el plomo estuvo en el
origen de su locura, parecería claro que dicho metal se fue acumulando
en su cerebro, hasta que cierto día, abruptamente, se desató una crisis
epiléptica, que conllevó daños cerebrales irreparables que
posteriormente se manifestaron como profundos trastornos conductuales.
Al caer enfermo Calígula, se cuenta que el pueblo lo quería tanto que se
dieron manifestaciones públicas de apoyo; deseaban que Calígula se
recupere pronto: no sabían lo que pedían… Bien resume Suetonio aquella
metamorfosis cuando dice: "Hasta aquí he narrado su vida como príncipe, ahora narraré lo que aún queda de ella como monstruo".
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