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Por otra parte, en el año 38 Calígula
también se casó con Lollia Paolina, mientras paralelamente era amante de
su hermana Drusilla, a la cual había nombrado heredera del Imperio
Romano y previamente la había casado con su amigo Marco Emilio Lépido,
anulando el matrimonio previo que ésta tenía con Lucio Casio Longino,
amigo del emperador Tiberio. Claramente, Marco Emilio Lépido consentía
la situación porque fue Calígula quien en cierta forma le regaló a su
hermana, y porque además no le quedaba otra, so pena de poner su vida en
peligro. No obstante, todo este lío se deshizo cuando Drusilla murió en
junio de ese mismo 38. Entonces Calígula se deprimió profundamente y
abandonó Roma para viajar a Sicilia: cuando volvió, hizo rendir honores
funerarios de Augusta a su hermana Drusilla, y la deificó oficialmente
como representación viviente de Venus. Paralelamente, Marco Emilio
Lépido, habiendo perdido a la compartida Drusilla, quiso probar, en gran
parte por conveniencia política, a las hermanas restantes de Calígula,
haciéndose amante de Agripina la Menor y Julia Livilla; sin embargo,
Calígula vio el asunto con ojos paranoicos, y en el año 39 hizo ejecutar
a Marco Emilio Lépido y exiliar a sus dos hermanas a las Islas
Pontinas.
También, durante el año 39 Calígula se
casó con Milonia Cesonia y tuvo un mes después (habían tenido relaciones
antes de casarse) a una hija que bautizó como Julia Drusilla, mismo
nombre de su fallecida hermana. Esta niña sería muy querida por
Calígula, quien dos años después la adoraría porque, a tan tierna edad,
la pequeña ya disfrutaba arañando los ojos a otros niños… Conjuntamente a
su paternidad, Calígula afrontó una grave crisis económica en el 39,
pero su corrupción fue tan grande que consiguió dinero haciendo cosas
como: acusar falsamente a individuos adinerados para después multarlos o
mandarlos a matar y quedarse con sus patrimonios; forzar a senadores y
caballeros para pagar a cambio de ser sacerdotes del culto religioso del
emperador; obligar a personas adineradas a ponerlo como heredero en sus
testamentos, mandándolas después a matar en secreto y mostrándose
públicamente dolido por los supuestos suicidios; organizar grandes
juegos con elevadísimas apuestas, en los cuales hacía trampa siempre;
pedir dinero al pueblo en actos públicos; crear nuevos impuestos para
juicios, matrimonios, prostíbulos; subastar gladiadores; reinterpretar
testamentos en que ciertos ciudadanos habían dejado como heredero a
Tiberio; obligar a los centuriones a devolver botines de guerra,
etcétera.
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