martes, 13 de septiembre de 2016

Historia de Catalunya (El Feudalisme en Catalunya [VI])

A pesar de las hostilidades de principios del siglo XI entre Al-Ándalus y el territorio catalán, las relaciones no se rompieron. Las embajadas, los viajes privados y los rescates de cautivos son una prueba, como también lo es el flujo de oro andalusí que llegaba a Barcelona a través de los circuitos comerciales. Además la contratación de mercenarios catalanes en los ejércitos de las taifas, y las soldadas que recibían, debía de contribuir a hacer entrar más oro en el territorio de la Casa de Barcelona.

A partir del siglo XI, la presencia de los condados catalanes en el teatro militar y político de la Península era ya un hecho que marcó las nuevas relaciones politicoeconómicas con el mundo islámico. podemos hacer la cronología:

- De 985 a 1010 continúa la hegemonía islámica, con razzias que quizás son respuesta a la actividad repobladora de los catalanes en tierras cercanas al dominio musulmán.
- De 1010 a 1046 toman dinamismo las expediciones catalanas en territorio musulmán a raíz de las dificultades del califato de Córdoba y las luchas civiles de Al-Ándalus. Los mercenarios catalanes empezaron a reforzar las tropas sarracenas.
- De 1046 a 1090 se desarrolló una nueva etapa de relaciones catalanomusulmanas bajo el signo de las parias: los beneficios obtenidos de las expediciones a Al-Ándalus parece que interesaron más que las conquistas de nuevos territorios. Las garantías de seguridad y protección que ofrecía el nuevo gobierno de Ramon Berenguer I a los reinos de taifas vecinos, con las correspondientes entradas de oro, marcaron la política exterior de la casa condal durante aquellos años.
- A partir de 1090 se mantuvo una relativa estabilización de las fronteras.
El protectorado que ejercieron los condes catalanes sobre sus vecinos sarracenos, con la contrapartida del oro de las parias, continuó y se amplió durante los gobiernos de los herederos de Ramon Berenguer I, Ramon Berenguer II y Berenguer Ramon II.

La llegada de los almoravides en la Península, llamados por los reinos de taifas precisamente para acabar con la sangría de las parias, cambió, pero, la panorámica de la política peninsular. La derrota de algunos reyes cristianos frenó la expansión territorial de estos e hizo recular fronteras, a la vez que las taifas se liberaban de la servidumbre de las parias. Los almorávides derrotaron a Alfonso VI de Castilla en la batalla de Sagrajas en 1086

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