martes, 13 de septiembre de 2016

Historia de Catalunya (El Feudalisme en Catalunya [III])

La alteración del orden afectó también a la justicia. Los tribunales se convirtieron en el marco de expresión de muchas de las tensiones de la sociedad. Con el crecimiento económico se incrementaron los pleitos, y la justicia se corrompió. Los jueces se dejaban comprar y el "Código de Recesvinto" se convirtió en poco útil, puesto que los tribunales renunciaron en busca de pruebas objetivas y muchos litigios se resolvieron al margen de los tribunales, bien por acuerdos entre las partes o, el más a menudo, por actas de fuerza o pruebas aberrantes, como las ordalías. Estas pruebas eran reservadas a los labradores. La nobleza defendía su derecho en duelo. La Administración de Justicia, al final del siglo X, dejó de ser una institución de derecho público donde todos los hombres libres de la sociedad podían acudir, con ciertas garantías, para arreglar sus conflictos, y se convirtió en una arma privada a manos de la arbitrariedad de los poderosos.
En este nuevo marco algunos sectores de la Iglesia se lanzaron a una serie de prácticas simoníacas y violentas. Como intentos de frenar la situación de crisis moral que sufría la Iglesia debido a la acumulación de riquezas, la vinculación a los poderes temporales y la simonía, surgieron de dentro de la Iglesia movimientos reformadores como el de los del "Orden de Cluny", que se propagó por Catalunya, y el de las comunidades de canónigos de las catedrales. Estas iniciativas dispusieron del apoyo del abad Oliba, que defendía la desvinculación de la institución eclesiástica de la influencia de los laicos.

Estas y otras iniciativas reformadoras pusieron en evidencia el enfrentamiento entre viejas y nuevas estructuras de poder porque después de más de dos siglos de donaciones pietosas, efectuadas a menudo por familias poderosas, el clero había conseguido reunir un patrimonio nada despreciable y, por otro lado, la nobleza feudal, descendente de aquellos linajes, no estaba dispuesta a renunciar a un cierto control y fruición de los bienes familiares legados a la Iglesia. Para esta nobleza, las prácticas simoníacas eran una garantía de control y fruición.

Desde este punto de vista, ciertos actos de violencia de nobles contra instituciones eclesiásticas se comprenden mejor. Los pleitos entre nobles y clérigos por tierras, rentas, tributos eclesiásticos (diezmos) y herencias menudearon y desembocaron muchas veces en violencia física. La amenaza de excomunión no pudo parar este clima que finalmente encontró solución por la vía de los pactos o acuerdos negociados.

El origen de la jerarquía eclesiástica: obispos, abades y canónigos es el estamento nobiliario, pues unos y otros estaban unidos por vínculos de parentesco o linaje. Además, la Iglesia había perdido poder sobre las instituciones y los estamentos sociales, en parte por la pérdida de la protección que hasta entonces le había ofrecido la autoridad condal, ahora también en crisis. Puesto a la defensiva, la institución eclesiástica pactó una entente con el nuevo poder emergente, el feudal, representado por la aristocracia militar.

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