martes, 2 de agosto de 2016

Historia de Catalunya (La Coronela de Barcelona [XVIII])

Tras abrir trincheras, las tropas del duque de Berwick consiguieron llegar hasta el foso, conquistar el camino encubierto, y situarse delante de las murallas de Barcelona. La artillería francesa batió la muralla hasta abrir tres brechas, mientras los minadores hicieron túneles para volar la muralla. El 12 de agosto Berwick ordenó que se lanzara el asalto general sobre Barcelona, siendo esta la primera vez que la Coronela embistió abiertamente a las tropas borbónicas. La noche del 12 de agosto los minadores hicieron estallar mina situada bajo el bastión de la Porta Nova, que quedó parcialmente en ruinas, mientras los granaderos borbónicos se lanzaron al asalto. Estaban de guardia en dicho bastión la 4ª compañía del V batallón de Antonio Berardo, y la 3ª del I batallón de Magín de Ninot. Las compañías de la Coronela se fueron retirando ordenadamente ralentizando el avance de los granaderos borbónicos hasta que recibieron los refuerzos de unidades del ejército que se hallaban de cuerpo de reserva en Sant Agustí y la cortadura. Entonces se lanzaron al contrataque contando con la cobertura de la batería de artillería del bastión de Sant Pere expulsando hasta el foso a los asaltantes. Recuperado el enclave las tropas borbónicas lanzaron varias oleadas de gente fresca, pero ya abierto el día y reforzados con un batallón entero de la Coronela los ataquen fracasaron.
En medio de la noche, al unísono del asalto al bastión de la Porta Nova, también se asaltó el bastión de Santa Clara. A los minadores borbónicos le había resultado imposible minarlo, pero la artillería lo había bombardeado hasta dejarlo en ruinas por la parte frontal, posibilitando su asalto por la rampa formada por los desprendimientos
Dada su precaria situación estaba custodiado por tres compañías: la 3ª del II batallón de Francisco de Bastero, la 7ª del I batallón de José de Ferrer, y la mayor, la 8ª del I batallón formada por los estudiantes de leyes comandada por el catedrático Mariano Bassons. El asalto de los granaderos borbónicos también se prolongó hasta romper la luz del día, y también fracasó ante la enconada oposición de las compañías de la Coronela, que fueron reforzadas inmediatamente por efectivos del ejército a las órdenes del teniente coronel Eudaldo Mas y Duran. Los combates fueron extremadamente violentos, y las compañías borbónicas que se lanzaron a pecho descubierto al asalto quedaron prácticamente exterminadas con 900 bajas. Las bajas entre los defensores, amparados en lo intrincado de las ruinas y barricadas construidas a tal efecto, fueron mucho menores: 160 bajas, con 70 muertos y 90 heridos. No obstante, los oficiales catalanes mostraron un arrojo desmedido, presentando unas bajas del 32% que dobló al de los milicianos, un 16%: el capitán Magín de Ninot resultó muerto, el capitán Ferrer herido, a lo que cabe sumar dos tenientes y un alférez muertos. Esta superior mortalidad entre los oficiales llegó a límites estremecedores en la última defensa de Barcelona el 11 de septiembre

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