martes, 2 de agosto de 2016

Historia de Catalunya (La Coronela de Barcelona [XX])

La mañana del 14 de agosto se procedió al relevo de las guardias de la Coronela, entrando en servicio la 8ª del I batallón al mando del doctor Mariano Bassons, que ya había estado luchando allí el día 12, y la 2ª del tercer batallón, a la orden de Juan Boria. En la zona de la torre de Sant Joan entró la 1ª del III batallón a la orden de Carlos de Oliver, reforzadas con 250 efectivos del ejército del regimiento de Sant Narcis, comandados por el teniente coronel Juan de Llinás. Las cinco compañías restantes del III batallón se desplegaron por el tramo de muralla más próximo al bastión, mientras otros batallones de la Coronela a la ordenes de teniente coronel José de Peguera y Vilana-Millàs, y del sargento mayor Félix Nicolás Monjo y de Corbera, se preparaban como cuerpo de reserva en el convento de Sant Francesc y el convento de Sant Sebastia. Para completar el asalto Villarroel dispuso que varias piezas de artillería fueran traídas desde las murallas y apuntaran hacia el interior del bastión, ordenando que no fueran cargadas con balas sino con potes de metralla menuda para devastar a las tropas francesas que se agolpaban en el enclave. Finalmente dispuso a varias compañías de migueletes y caballería desmontada, sumando un total de 1.000 hombres para el ataque. Cuando este se desató la artillería acribilló a los borbónicos, y tras sucesivos asaltos, las tropas de Berwick acabaron retirándose ante lo insostenible de la posición. En total, tras los tres días de combate, las tropas defensoras sufrieron entre 800 y 900 bajas, mientras que los asaltantes tuvieron más de 3.000 bajas. Fracasados los dos asaltos, el mariscal duque Berwick informó a su soberano, el rey Luis XIV de Francia, de los pormenores de lo sucedido justificando los hechos alegando que "los enemigos se defienden como desesperados". Por otro lado, a pesar de haber conseguido la victoria, tras los tres días de combates, las tropas catalanas habían perdido a lo mejor de sus hombres. A partir de entonces las rondas del conseller en Cap para reconocer la primera línea y animar a los combatientes durante la oscuridad de la noche fueron constantes, pero las deserciones empezaron a ser masivas y la defensa se hacía insostenible por momentos. El 21 de agosto el conseller en Cap Rafael Casanova decretó que nadie estaba autorizado para salir fuera del contorno de las murallas de Barcelona

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