El ataque a Cecilia Ann Shepard de 22
años y Bryan Calvin Hartnell de 20 tuvo lugar un 27 de septiembre de
1969 y fue, de entre todos los crímenes del "Asesino del Zodíaco", el más
emblemático de todos en tanto que aquel fue el episodio criminal del que
surgió la imagen más representativa y recordada del "Asesino del
Zodíaco", no solo por su impactante naturaleza sino porque ésta era un
claro símbolo de la esencia oscura y enigmática del psicópata que se
escondía tras el inquietante y perturbador disfraz empleado ese fatídico
27 de septiembre de 1969
Aquel día, a orillas del Lago Berryessa
(cerca de Napa, California), Cecilia y Bryan disfrutaban de un picnic
bajo la sombra de dos robles que, aislados del bosquecillo, crecían
sobre una península (en este caso, una parte de la orilla que sobresalía
y se adentraba un poco en el lago). Era de tarde, no había gente
alrededor y la brisa inundaba de frescura la serenidad del paisaje. Sin
embargo en medio de toda esa paz algo despertó una ligera inquietud en
Cecilia: a lo lejos, al otro lado del agua que rodeaba el lado derecho
de la península, se veía una silueta que, pese a presentarse borrosa por
la distancia, dejaba entrever que se trataba de un hombre corpulento de
cabello castaño. De momento el hombre desapareció metiéndose en un
bosquecillo, pero poco después salió del bosquecillo y empezó a caminar
lentamente hacia ellos
Atemorizada, Cecilia se había volteado y
veía que la figura estaba cada vez más cerca y que su aspecto no era
nada tranquilizante, aunque lo peor estaba por venir. Así, de pronto una
ráfaga de viento le metió polvo en el ojo y ella perdió de vista al
desconocido por un momento. Bryan, que estaba relativamente calmado, ni
siquiera se había preocupado por voltearse a ver qué hacía el extraño,
hasta que un ruido de hojas crujiendo le llamó la atención y entonces
notó que el extraño se había parado detrás del otro roble, ubicado a
unos seis metros a la derecha de Cecilia, quien tras breves instantes
acabó con la tranquilidad a la que Bryan había vuelto: “¡Dios mío, lleva una pistola!”,
exclamó ella y entonces Bryan, mirando por el rabillo del ojo, vio a la
izquierda una figura negra que los contemplaba en silencio.
En el breve lapso que estuvo parado
detrás del otro roble, el hombre corpulento se había puesto un traje que
mostraba con claridad qué era y a qué había venido. Su apariencia era
la de un verdugo. Tenía una capucha ceremonial negra y cuadrada, cosida
por los lados y plana en la parte de arriba. La capucha, que en la parte
de la cabeza apenas tenía aberturas para ojos (cubiertos por gafas) y
boca, le bajaba por los hombros, no tenía mangas y le cubría el pecho
con una pechera que, sobre el negro de la tela, tenía grabado en blanco
un círculo tachado con una cruz griega cuyas puntas sobresalían del
círculo. Aparte, el hombre llevaba mangas largas atadas en las muñecas,
pantalones metidos en las botas, una especie de cuchillo de cómo 30cm en
el costado izquierdo, una pistolera con la tapa abierta en el costado
derecho y, por debajo de la cazadora, se veían sobresalir puntas de
varias cuerdas de plástico blanco.
La figura tenía el brazo derecho extendido, apuntando con una pistola de
color azul metálico. Se aproximaba hacia ellos con lentitud, como
diciéndoles así que escapar era imposible. Ya bien cerca de ellos, que
hasta el momento no se habían movido por el miedo que los consumía, la
figura misteriosa habló con una voz monocorde que no era ni aguda ni
grave, que denotaba tranquilidad y que parecía pertenecer a un hombre de
entre veinte y treinta años.
- "Quiero el dinero y las llaves del coche. Quiero el coche para ir a México",
dijo la figura y Bryan le dio las llaves y el poco dinero que tenía,
ante lo cual el encapuchado se guardó el dinero, tiró las llaves y se
guardó la pistola. Bryan entonces le dijo que no tenía dinero, que no lo
seguiría y que si necesitaba ayuda lo podía ayudar de otra forma, pero
recuerda que el encapuchado le respondió algo como:
- "No. Tengo poco
tiempo. Soy un preso fugado de Der Lodge, en Montana. Maté a un guardia
de la cárcel. Tengo un coche robado y nada que perder. Estoy totalmente
sin dinero. No te hagas el héroe conmigo. No intentes coger la pistola".
Después, apuntando con el cuchillo, el encapuchado sacó cuerda blanca y
le ordenó a Cecilia que atase a Bryan, tras lo cual, una vez atado
Bryan, él ató a Cecilia y apretó los nudos de Bryan para cerciorarse de
que éste no huyera.
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