El siguiente fue Tracy Hayden de 7 años,
quien en Febrero de 1872 fue engañado por Pomeroy para llevarlo a un
lugar apartado con la promesa de ir a ver a los soldados. Una vez
apartados de cualquier distracción, procedió a amarrarlo y a torturarlo
con la misma furia que había aplicado al pequeño Paine. Del ataque
Hayden salió con los ojos morados, los dientes frontales partidos, la
nariz rota y el torso cubierto de heridas y verdugones. Tras este
episodio la Policía solo pudo enterarse de que el atacante era un
muchachito de cabello castaño, escasa información como para que las
autoridades pudieran hacer algo al respecto.
Luego, a mediados de Abril de 1872,
Pomeroy prometió llevar al circo al jovencito de 8 años Robert Maier.
Después de caminar hasta sus apartados dominios lo sometió como
acostumbraba con sus víctimas. Lo desnudó casi por completo y mientras
lo golpeaba con una vara lo obligaba a maldecir.
Maier reportó que, mientras Pomeroy lo
vapuleaba, se masturbaba disfrutando del sufrimiento que le provocaba.
Al terminar lo soltó y le juró que lo mataría si lo delataba con
alguien. Después huyó del lugar. La Policía comenzó a actuar
interrogando numerosos adolescentes de cabello castaño. Los medios
comenzaron a mostrarse nerviosos y los padres advertían fervientemente a
sus hijos de no juntarse ni hablar con extraños en la calle. Por alguna
razón la descripción del sádico bribón derivó en la de un adolescente
de barba y pelirrojo. Mientras tanto el lampiño y castaño Jesse Pomeroy
escapaba con comodidad de la búsqueda policial.
El siguiente golpe, a mediados de Julio,
fue contra un niño desconocido de 7 años a quien le fue propinado el
mismo tratamiento que a los demás, es decir una feroz paliza hasta que
Pomeroy alcanzara el orgasmo. Esta vez la Policía ofreció una recompensa
de $500 dólares a quien ayudara en la captura del "sádico bribón", como
era llamado el adolescente que atormentaba los niños de Boston.
Poco tiempo después Ruth Pomeroy decidió
que su familia se mudara al sur de Boston. Se especula que la señora
sospechaba acerca de la posible responsabilidad de su hijo en los
recientes ataques a infantes. Aunque es posible que se hayan movido por
cualquier motivo. Sin embargo, cuando los ataques también se
escenificaron de Chelsea a su nuevo rumbo, seguramente algo debió haber
pensado, pero no se sabe realmente. La madre de Jesse siempre permaneció
fiel a su hijo, y negaría las imputaciones formuladas contra aquel.
George Pratt andaba en las calles cuando
fue abordado por Pomeroy y con al promesa de recompensarlo con un
dinero por traer un mandado lo condujo a un lugar solitario donde
comenzó su inhumano ataque. Después de atarlo y desnudarlo lo aporreó
sin misericordia con un cinturón.
Esta vez elevó el nivel de sus
atrocidades, mordiéndole un cachete y arañándolo profundamente en la
piel. Varias veces le enterró una larga aguja en diversas partes del
cuerpo. Intentó inclusive clavársela en un ojo, pero Pratt logró
colocarse en posición fetal antes que Pomeroy lograra su objetivo. Por
fortuna, el sádico bribón había saciado su sed de violencia y huyó del
lugar no sin antes morderle un glúteo al desafortunado niño. Una vez
visto el caso por las autoridades concluyeron que no podía ser obra más
que de un sujeto demente, entonces temieron lo peor, que continuara la
racha de ataques.
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