Después de eso, Dahmer comienza a matar siempre que tenía ocasión.
Seguía el mismo modus operandi: primero el flirteo ofreciendo dinero a
cambio de sexo, luego les ofrecía bebida con somnífero y finalmente los
estrangulaba. Después de matar a su víctima se quedaba abrazando el
cadáver, pensando en cómo conservar las cabezas y formar una especie de
altar en su habitación, adornada con huesos
Dahmer seguía la predecible pauta de los
asesinos en serie. Empezó matando cautelosamente, asustándose por sus
crímenes. Luego el ritmo aumentó y se convirtió en una máquina de matar
más efectiva. Está más que demostrado que estos asesinos con el tiempo
se vuelven arrogantes y despreocupados, convencidos de que no pueden ser
apresados por ningún ser mortal, creyendo tener máximo poder y
autoridad sobre los demás.
Dahmer mostraba muchas características
de asesino organizado: acechaba a sus víctimas, les engañaba para
llevárselos a su apartamento con la promesa de dinero y favores y
después de la muerte ocultaba las pruebas de los crímenes, pero también
daba muestras de ser un criminal desorganizado: realizaba actos sexuales
con sus víctimas después de la muerte, consumía su carne y sangre, las
mutilaba y conservaba algunas partes como recuerdos. Esta mezcla de
delincuente organizado y desorganizado es lo que se denomina un asesino "mixto".
En una ocasión, una de sus víctimas
logró marcharse antes de que las drogas surtiesen efecto, y la Policía
efectuó un registro de la casa, pero afirmaron no haber hallado nada…
El 30 de enero de 1989 fue declarado culpable de atentado contra el
pudor en segundo grado, por seducir a un menor de 13 años con propósitos
indecentes, y antes de comenzar a cumplir la condena de un año de
cárcel, mató otro joven, guardó el cuerpo en el cuarto de baño y para su
mayor satisfacción sexual lo mutiló y le pintó el cráneo con aerosol.
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