Al año siguiente, su padre abandonó el 
hogar, y al poco tiempo, el 18 de junio, el chico se venga recogiendo en
 la carretera a un autoestopista, a quién llevó a su casa y asesinó, 
luego metió el cuerpo en un saco de basura y lo arrojó por un barranco.
Después de esto, entró en una crisis 
depresiva y renunció a seguir viviendo, pero su padre lo envió a la 
Universidad. Allí también fue rechazado por su contínuo estado de 
embriaguez, y en diciembre de 1978 su padre lo obliga a alistarse en el 
ejército, pero sus continuas borracheras no cesan. Al licenciarse va a 
vivir con su abuela, en donde muestra una posible reinserción, pues 
comienza a ir a la iglesia, a leer la Biblia e incluso reduce su dosis 
de alcohol y encuentra trabajo en una fábrica…
Pero poco le duró esa vena. Al poco 
tiempo comenzó de nuevo a masturbarse insistentemente e incluso robó un 
maniquí de una tienda, que le hacía las veces de compañero sexual. 
También empezó a frecuentar las saunas de Milwaukee, en donde se daban 
cita algunos homosexuales para tener relaciones anónimas e impersonales,
 pero le resultaba difícil conseguir la erección mientras sus parejas 
estaban despiertas, por lo que optó por drogarlos con somníferos antes 
de mantener una relación sexual. Después de esto, ninguno de sus amantes
 cuando volvían en sí querían volver a saber más de él, por lo que creyó
 más oportuno buscar un cadáver para satisfacer sus instintos sexuales.
Esa misma noche, tras asistir al funeral
 de un joven de dieciocho años, fue a desenterrarlo al cementerio, pero 
no lo consiguió porque el suelo estaba congelado debido a las bajas 
temperaturas.
En septiembre de 1986 es arrestado por 
exhibicionismo indecente, lo que desembocó en su primer análisis 
psicológico, en el cual se le diagnosticó una personalidad peligrosa.
Un año después mataba por segunda vez. 
Esta vez se trataba de un joven negro al que ofreció una bebida dopada. 
Dahmer se despertó al día siguiente encima de un cuerpo ensangrentado, 
pero afirma no recordar nada de lo que pasó aquella noche. Lo que sí 
revive es cómo tras levantarse mete el cadáver en el armario y sale a 
comprar una gran maleta para trasladar el cuerpo a casa de su abuela. 
Allí cuenta que lo guardó en el sótano y lo desmembró, envolviendo la 
cabeza en una manta y guardándola en una estantería para hervir más 
tarde el cráneo y blanquearlo.
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