La misión de incriminar a Jerry Brudos no era sencilla, sin embargo la
dificultad se disipó cuando se estableció la cercanía en tiempo y lugar
entre Brudos y cada una de las 4 víctimas conocidas. En su taller casero
se hallaba mucha cuerda de nylon como la usada para atar los cuerpos de
las víctimas. Su apariencia no denotaba tanta fortaleza para movilizar
cuerpos, pero esa impresión podía ser engañosa. No había suficiente
evidencia ni motivo aún para obtener una orden de cateo girada por un
juez. De lo que no se pudo librar fue de la identificación positiva en
su contra de una adolescente quien aseguró haber sido molestada por
Brudos hacía unas semanas. Aquello fue suficiente para detenerlo justo
cuando intentaba moverse junto a su esposa.
A pesar de que al momento de comenzar el
juicio de Brudos no habían aparecido los cuerpos de Slawson y de
Whitney, la evidencia física hallada en su casa, la confesión y el
testimonio de varias personas constituyeron el llamado ‘cuerpo’ del
delito. Después de la consabida batalla legal en la corte, Brudos fue
sentenciado a tres cadenas perpetuas. Sus abogados no podían ya salvar
el hecho de la culpabilidad de Brudos, la evidencia así lo mostraba.
Pero se enfocaron en demostrar que el defendido, había perdido el
control de sus actos, tras un accidente laboral cuando tocó
accidentalmente un cable con mucha corriente. Después de aquel
incidente, le habían dado fuertes dolores de cabeza y había comenzado a
fantasear en guardar cuerpos de chicas en su refrigerador. Siete
psicólogos analizaron al acusado para finalmente determinar que a pesar
de tener un agudo desorden de personalidad, y de mostrar parafilias, el
señor Brudos era perfectamente capaz de discernir entre el bien y el
mal. Entonces la estrategia tuvo que corregirse, para finalmente
declararse culpable de los cargos.
El 30 de Mayo, día de su arresto, la
Policía descubrió que estaba usando ropa interior de mujer. Aceptó
someterse a un interrogatorio, y a pesar de los consejos de su abogado,
comenzó a confesar. Durante tres días consecutivos, les contó a los
detectives acerca de sus actividades fetichistas y, sin mostrar culpa o
remordimiento, habló de todos los asesinatos. Hablaba muy animado como
si quisiera contagiar su pasión a los que le escuchaban. Esa actitud
engreída y cínica resultaba muy molesta para los oficiales, quienes
notaron que Brudos hablaba de las mujeres como si fueran objetos
destinados exclusivamente a procurarle placer y diversión. Y a pesar de
confesar abundante información, ésta no precisaba detalles cruciales que
verdaderamente lo incriminaran. Tal era la malicia de Jerry Brudos. Con
lo que no contaba era que, cuando pidió a su mujer quemar sus
pertenencias, ésta ya no quiso seguirle el juego y se negó. No se sabe a
ciencia cierta si Darcie se había dado cuenta de las actividades
criminales, o es que ya estaba cansada de las extravagancias sexuales de
su marido, quien al comienzo de su matrimonio le pedía andar desnuda
por la casa. Una vez Brudos se presentó en la intimidad ataviado con
ropa de mujer, para su desilusión Darcie no comprendió este aspecto de
su sexualidad y tras la embarazosa experiencia se decidió no volver a
tocar el tema. La señora Brudos también había cuestionado a Jerry acerca
del molde de seno que había en su taller casero. Este le respondió que
no era mas que un pisapapeles.
El 2 de Junio de 1969 se le acusa
oficialmente a Brudos de asesinato en primer grado contra Karen Sprinker
y se efectúa el ansiado cateo en su domicilio. El equipo encargado de
recolectar los datos quedó estremecido con los hallazgos. Se encontraron
primero que nada con el gancho y las poleas empotrados en el techo
usados para colgar los cuerpos de las víctimas. También hallaron mucha
cuerda y cintas presumiblemente usadas para maniatar a las muchachas.
Apareció el molde del famoso pisapapeles en forma de pecho de mujer.
Toda la colección de ropa íntima de mujer, como camisones, sostenes,
pantimedias y tangas en diversos estilos y tallas. No podía faltar una
buena provisión de zapatos de mujer igualmente en diferentes tallas y
estilos. Pero lo más espantoso fueron las numerosas fotografías en que
salía Brudos mismo vestido de mujer, y luego fueron apareciendo otras
donde estaban sus víctimas en diferentes poses y grados de mutilación.
Algunas imágenes tenían recortada la parte donde estaba la cabeza, como
para gozar el anonimato de la víctima. Pero hubo una fotografía que
inclusive causó profunda impresión a los propios abogados de Brudos. En
ella, aparecía colgada una jovencita en el mencionado gancho de su
taller, vestida con un camisón y ligueros. En una esquina inferior de la
foto, se aprecia un espejo que yace en el suelo donde se refleja la
imagen estática del asesino. Se trataba de Jerry Brudos contemplando a
la mujer que había matado momentos antes.
Durante sus años de prisión Jerry Brudos
no lo pasó muy bien, siendo blanco frecuente de ataques. En uno de los
cuales le provocaron una fuerte herida en el cuello que requirió decenas
de puntos de sutura. Llegó el día en que Brudos se negaba a dar
entrevistas y a ventilar de nuevo sus crímenes con tal de que nadie más
se enterase en la prisión de sus pasadas monstruosidades. Se supo que en
su celda tenía apilados numerosos catálogos de calzado, que
frecuentemente solicitaba por correo. Luego fue conocido por ser un
genio de las computadoras. Durante mucho tiempo insistió al comité de
libertad bajo palabra que ya estaba reformado y listo para salir, pero
siempre le fue negada la moción. El 28 de Marzo del 2006 a los 69 años,
falleció en prisión de causas naturales (se menciona que estaba en
tratamiento por cáncer de colon).
fuente: http://www.asesinos-en-serie.com
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