Tras la desaparición de Salee, la
Policía súbitamente recordó el caso de Linda Slawson, quien desapareció
en similares circunstancias, sin dejar rastro alguno. Se dieron cuenta
de que todas las desaparecidas eran mujeres blancas, jóvenes y de alguna
manera atractivas. También se descubrió un patrón: todas desaparecían
después de mediados de mes. Pocas semanas después un hombre que iba de
pesca encontró restos humanos atrapados en la corriente del río Long
Tom. Al llegar la Policía se dio cuenta que esta era evidencia de un
crimen, y lo curioso es que de inmediato comenzaron a recabar evidencias
cruciales para el caso. El cadáver estaba atado a un peso con una
cuerda de nylon con un nudo muy especial.
Asimismo la presencia de alambre de
cobre le indicó a los detectives que el o los asesinos tenían
experiencia como electricistas. Por las marcas del cuello, el forense
determinó que lo más probable era que la chica muriera por
estrangulamiento. Gracias a las impresiones dentales se determinó que la
desafortunada víctima era Linda Salee.
Ante el macabro hallazgo la Policía
comenzó a buscar exhaustivamente por el río y poco tiempo después se
encontraron nuevos restos en descomposición. Encontraron iguales nudos y
materiales, lo que reforzaba la idea de que era un solo individuo el
sospechoso de los crímenes. También la chica hallada estaba atada a un
peso. Mediante la ropa que aún conservaba el cadáver fue posible
identificarlo como perteneciente a Karen Sprinker. Tras mayores rastreos
no fue hallado nada más en las riveras del río. Lo único seguro para la
Policía era que estaban buscando a un sujeto muy fuerte. Finalmente
alguien en el departamento de policía tuvo una brillante idea:
investigar en la universidad local, dada la juventud y naturaleza de las
víctimas. Aquella estrategia dio frutos inmediatos.
Los investigadores que interrogaron a
las estudiantes de la Universidad Estatal de Oregon se enteraron de la
queja de varias señoritas que hablaban de un hombre que les hacía
llamadas telefónicas tratando de sonsacarlas. Además, varias personas
habían notado la presencia en el campus de un extraño sujeto pelirrojo y
ligeramente panzón. Con tan buena suerte, se pudo contactar a una
muchacha que en efecto había accedido verse con este sujeto, quien se
describió como veterano de Vietnam en busca de compañía. La chica no
tenía intenciones de ver de nuevo al sujeto dado su comportamiento fuera
de lugar. En la cita este hombre alto y pecoso había querido hablar
acerca de las chicas halladas en el río. Además en un raro desplante,
quiso saber por que ella no tenía miedo de que él la fuera a
estrangular. Sin embargo la Policía confiaba en que el hombre le
llamaría de nuevo y le pidió a la estudiante que por favor aceptara otra
cita más y así sucedió unos días después. La chica notificó
inmediatamente de la hora y el lugar del encuentro a los oficiales.
Una vez puesta la trampa, los oficiales
conocieron al sospechoso: un hombre alto, ligeramente regordete, de
quien conocieron que se llamaba Jerry Brudos. Carecían de elementos para
detenerlo en ese momento así que se conformaron con saber que vivía por
el rumbo y que curiosamente se dedicaba a la Electrónica. Tras cinco
días de vigilarlo e investigar su pasado, decidieron arrestarlo.
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