jueves, 4 de agosto de 2016

Historia de Catalunya (La Coronela de Barcelona [XXIV])

El avance de las tropas catalanas aplastó a los batallones de las Reales Guardias Españolas, que fueron masacrados tal como recordaba el entonces capitán de la unidad Melchor de Abarca y Velasco: "los regimientos de Guardias que les toco pasar por esta parte derramaron mucha sangre, los cuales quedaron totalmente perdidos". Mientras comandaba el contrataque el Conseller en Cap Rafael Casanova cayó herido de un balazo en el muslo, recogiendo la bandera de Santa Eulalia "el Protector del braç militar de Catalunya", Juan de Lanuza y de Oms, conde de Plasencia, y siendo trasladado al Colegio de la Merced, donde había instalado un hospital de campaña. Ante la caída en combate de Rafael Casanova el avance quedó detenido y a partir de entonces los combates se centraron en la posesión del convento de Sant Pere, que fue reconquistado y perdido once veces entre defensores y asaltantes. Ante la enconada resistencia de los barceloneses el mariscal duque de Berwick movilizó a 6.000 hombres más de sus reservas para entrar en combate.

Al mediodía, habiendo caído en combate la cúpula político y militar, estando el Conseller en Cap Rafael Casanova ingresado en el colegio de la Merced y el teniente mariscal Antonio de Villarroel siendo atendido de sus heridas en su residencia, los miembros de la Junta de Gobierno se reunieron con varios oficiales militares para analizar la situación de los combates. En ese ínterin les llegó la noticia que el comandante del sector de Sant Agustí, el coronel Pablo Tohar, siguiendo órdenes del herido teniente mariscal Villarroel, había hecho llamada a la capitulación. Poco después los combates quedaron detenidos en los tres sectores de ataque y se pactó una suspensión de armas hasta las cinco de la tarde. Tras horas de negociaciones, finalmente, a las ocho de la mañana del día 12 de septiembre, a pesar de la obstinación del diputado de la Generalitat de Catalunya Francisco de Perpiñá Sala y Sasala por no acceder a capitulación alguna, al fin la mayoría de la Junta de Gobierno resolvió que dada la falta de gente y el hambre extrema que azotaba la ciudad, debían aceptarse los términos de la capitulación ofertada por el mariscal de Francia. El sitio de Barcelona había provocado unas bajas estimadas en 14.200 asaltantes borbónicos, 6.850 defensores austracistas, y la destrucción de un tercio de la ciudad.

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